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Editorial

Pesan las Diferencias en Tiempo de Pandemia entre el Norte y el Sur.

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Nadie puede discutir las diferencias del impacto que producen los diferentes fenómenos, ya sean naturales o de cualquier otro tipo, como por ejemplo la pandemia del Covid-19, en las naciones pobres y en aquellas de economías altamente desarrolladas.

Sólo basta con conocer el informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cual revela que de los 70 millones de dosis aplicadas en el mundo, sólo 20 mil han sido en el Continente Africano, lo cual revela los niveles de desigualdad prevalecientes entre los países del Norte y los del Sur.

Es un problema tan profundo que si se analizan los ingresos per cápita de los países de economías en vías de desarrollo y los de aquellos altamente desarrollados, los resultados dejan a cualquiera estupefacto, sin respiración.

Y en tiempo de pandemias esas diferencias entre el Norte y el Sur constituyen un ejemplo de las desventajas de los ciudadanos de ambos litorales hasta para la adquisición de vacunas frente a una pandemia que trata a todo el mundo por igual, es decir, que les puede arrebatar la vida sin importar el status económico o social de las víctimas.

Lo grave del asunto es que mientras los más poderosos adquieren hasta el doble o el tiple de las vacunas que necesitan, los países pobres tienen que hacer turnos desesperantes para salvarle la vida a su gente sin que prevalezca una pica de solidaridad.

La República Dominicana está atrapada en medio de esta gran desigualdad y muy probablemente las vacunas contratadas las reciba en un periodo de tiempo que haga trizas la economía y que se traduzca en la perdida de miles de vidas.

Los países del Sur también tienen la desventaja, aparte de sus débiles economías, el hecho de que no tienen tecnologías para fabricar una vacuna, de manera que mientras esto ocurre en los países altamente desarrollados se da una situación completamente diferente en las naciones del llamado tercer mundo.

Las proyecciones que se derivan de la flexibilidad de los contratos firmados con las farmacéuticas fabricantes de las vacunas y de la agresividad para la adquisición de las mismas por parte de los países altamente desarrollados, permiten deducir que  el país podría sufrir severamente las consecuencias de la pandemia hasta a mediados del año 2023.

Este periodo de tiempo constituye un gran peligro para la República Dominicana, sobre todo si se analiza la forma poco metódica como se enfrenta la Covid-19 por parte de las autoridades del sistema sanitario nacional, cuyas consecuencias podrían ser una alta positividad y de igual modo de letalidad, lo cual podría ser catastrófico para la economía nacional.

En la medida en que se conocen más detalles del tipo de contrato con que cuenta la República Dominicana para la adquisición de las vacunas, la lentitud en que se harán las entregas, así como el cuadro que se presenta en la Unión Europea para que las farmacéuticas cumplan con su compromiso, lo cual aumenta la preocupación de todos los sectores de la vida nacional, principalmente del productivo, el cual constituye la columna vertebral de la salud económica de la nación.

Sólo queda frente al cuadro descrito más arriba la imposición de medidas drásticas a mediano y largo plazo, la precaución y la prevención para detener los contagios y las muertes como consecuencia del coronavirus, porque parece que la espera para neutralizar la enfermedad no será corta en el tiempo.

Dios que nos proteja!

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Editorial

El mismo problema de siempre

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Desde hace años en el país ha habido un debate sobre las debilidades más perjudiciales de la sociedad dominicana y entre ellas está la improvisación, la falta de planificación estratégica.

La consecuencia de ese mal es lo que deja como resultado lo ocurrido este martes en la discoteca Jet Set, donde ha fallecido más de 50 personas y hay docenas de heridos.

La razón de ser de esta tragedia tiene que ver con el hecho de que en el país no se fiscaliza nada y producto de esa irresponsabilidad del Estado podrían producirse muchas más desgracias como la ocurrida.

En todo el territorio nacional los techos de los edificios, ya sean residenciales o comerciales, están llenos de plantas eléctricas de alto cilindraje y tinacos con un peso que muchas veces no soporta la edificación.

Pero el Estado no reacciona frente esa irregularidad y se verá como en pocos días todo vuelve a lo que es normal dentro del desorden y es que nadie ni mencione lo ocurrido.

Son incontables los edificios que están amenazados de colapsar por esta causa, pero quienes tienen la misión de darle seguimiento a ese peligro sencillamente no lo hacen.

Ahora lo que viene es enterrar a los muertos y que todo lo anormal siga su curso y la gente prepararse para derramar lágrimas en el próximo evento de igual o peor magnitud.

Entonces, siendo así las cosas, la recomendación de este periódico es que este asunto se maneje desde una perspectiva política y  no hay otra opción que el ciudadano se empodere para ver si son posibles los cambios que impidan que estas tragedias ocurran.

Pudiera parecer descabellado el planteamiento al respecto, pero para que por lo menos los riesgos sean menores, porque nunca se estará libre de acontecimientos desagradables como éstos, pero si se promueve una cultura de prevención, los resultados podrían ser totalmente diferentes.

Luchemos por una sociedad donde prevalezca la planificación estratégica, la regulación, la fiscalización y la prevención para evitar todo lo que puede ocurre por una visión contraria por parte de los que manejan el Estado.

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Editorial

Un tema para pensarlo.

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Sin pretender quitarle importancia al derecho, valor y principio de igualdad, porque se supone que todos somos iguales ante la ley, pero la transferencia de los liderazgos políticos en el país es motivo de una gran preocupación.

En los actuales momentos la democracia nacional está en crisis y cualquiera sin un ápice de buenas intenciones puede convertirse en un líder nacional, porque esas son de las cosas que ocurren cuando un país llega al fondo en lo que respecta a los valores.

La República Dominicana atraviesa por ese trance, ya que hay una famosa expresión que dice que una gota de agua cae tanto en el mismo lugar hasta que hace un hoyo.

Exactamente eso ha ocurrido en el país, dado que ha sido tanta la corrupción y las acciones antijurídicas y anti morales, así como anti éticas que ya la gente parece haberse cansado.

Es de tal magnitud el problema que los funcionarios públicos que provienen de la partidocracia no se conforman con sustraer (50) cincuenta ó (100,000,000.00) cien millones de pesos, sino miles, cuyos mejores ejemplos son encontrados en los casos que están a punto de caer en prescripción extintiva porque ya van a cumplir 4 años de haberse iniciado.

Pero no es solo ese el problema, sino que la partidocracia ahora quiere perpetuar ese mal con dejar como herencia la administración del patrimonio público a sus esposas, hijos y nietos, principales beneficiarios de la sustracción del dinero del Estado.

Los herederos de la partidocracia ya están muy activos en la vida nacional y sólo esperan que sus padres y madres envejezcan para entonces ellos tomar las riendas del Estado para que continúe la fiesta de la que no participa el pueblo dominicano.

El fin de esa interminable parranda solo se llegará si la ciudadanía toma el toro por los cuernos e incluso impide que en el campo de la política partidista las cosas se manejen como si se tratara de una herencia proveniente de la determinación de herederos establecida para cuando el de cujus ha dejado bienes que sus legítimos herederos son sus hijos y nietos.

La partidocracia busca prolongar sus ilegales acciones hasta los más lejanos de sus herederos, mientras el pueblo dominicano no tiene derecho a la salud, la educación y una vivienda digna.

El momento parece haber llegado para decir basta ya y plantear una nueva regla del juego con la entrada de una forma diferente la figura de las candidaturas independientes, la cual parece representar una amenaza para que sobreviva el Estado Social Democrático y de Derecho, dado que algunos de los representantes de la partidocracia ya pretenden atentar hasta en contra de la Constitución de la República, ley suprema de la nación.

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Editorial

Sentencia del Tribunal Constitucional crea clima importante en democracia dominicana.

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Lo primero que debe establecerse es que la sentencia del Tribunal Constitucional sobre las candidaturas independientes representa un paso vital para convertir la democracia nacional en más participativa.

Esta decisión del TC, quiérase o no, permite que el ciudadano se empodere y si lo hace correctamente podría detener la debacle que han impuesto en la sociedad dominicana los partidos políticos, cuya principal misión es promover anti-valores.

 Ante los argumentos de la partidocracia, habría necesariamente que preguntarse y si ellos están tan bien como dicen, por qué tanto miedo con las candidaturas independientes, sobre todo si se entiende que si esta figura jurídica no es aprovechada por ahí podría ser que no venga nada nuevo y que en segundo lugar pueda servir para traer algo peor de lo que tenemos.

Entonces, si es verdad que se trabaja en favor de la sociedad, se impone que no se exhiba tanto miedo, porque si consideran que hacen lo correcto, pues no deben preocuparse.

Es un verdadero contrasentido muchas de las cosas que se dicen, porque si fuera algo que verdaderamente reviste tanto peligro, lo que procede es desmontar su importancia con argumentos con lógicos y despojados de todo mal razonamiento.

En una sociedad cimentada en antivalores no es fácil lograr cambios importantes, pero si la herramienta existe podría venir la reformación integral del Estado dominicano.

Las candidaturas independientes son una tabla de salvación nacional de una sociedad en la que ya no cabe más corrupción, contaminada de los pies hasta la cabeza y lo contrario.

Ahora falta que el ciudadano, vale decir la mayoría de ellos, se despoje de ese fanatismo que tradicionalmente lo ha cegado en favor del partidarismo, a fin de asumir con la toda la responsabilidad posible esta nueva figura que podría cambiar totalmente el escenario político nacional.

 Hace falta que todos nos armemos de coraje y vayamos al Congreso Nacional a defender en las vistas públicas que habrán de anunciarse sobre las candidaturas independientes, ya que no hacerlo sería apostar al fracaso de la sociedad dominicana.

Que se entienda que la pelea está echada y que nadie detendrá las aspiraciones de los amplios sectores de la vida nacional de tener un país mejor,  ya no soportan más corrupción y la negación de derechos, principios y valores constitucionales.

Lo que debe prevalecer en el ánimo nacional es darle vigencia al Estado Social Democrático y de Derecho, a los fines de que prevalezcan los deseos sanos y de verdaderos cambios  del pueblo dominicano por una sociedad mejor.

 

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