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Opinión

Las estrellas de Ernesto Cardenal

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Por Juan Bolívar Díaz

Al enterarme el lunes del final terrestre de Ernesto Cardenal tuve la tentación de escribirle una plegaria, rememorando uno de sus más celebrados poemas, su Oración por Marilyn Monroe, escrito poco después del suicidio de la renombrada actriz: “Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos/el de nuestros propias vidas/ Y era un script absurdo/ Perdonala Señor y perdónanos a nosotros/ Por esta colosal superproducción en la que todos hemos trabajado”…

No podía incurrir en el casi sacrilegio de intentar competir con el excelso poeta en oraciones fúnebres. Y además, Cardenal no necesita oraciones. Porque sus pecados fueron todos veniales y llego al final de la ruta como siempre vivió, ligerísimo de equipaje, cubierto por su eterna boina, pregonándose poeta, sacerdote y revolucionario. Todo lo que intentó fue adelantar en la tierra el mundo fraterno que aprendió del auténtico cristianismo, por el que lo dejó todo después de graduarse de filosofía y letras en la Unam y del postgrado en Columbia.

Empezó como poeta romántico en sus Epigramas, que luego mutarían, como sus Salmos, en rotundos cánticos políticos: “Al perderte yo a ti/ Tu y yo hemos perdido/ Yo porque tú eras/ Lo que yo más amaba/ Y tú porque yo era/ El que te amaba más./Pero de nosotros dos/ Tú pierdes más que yo:/Porque yo podré amar a otros /Como te amaba a ti/ Pero a ti no te amarán/ Como te amaba yo”.

Nacido en enero de 1926, en el 54 ya estaba envuelto en un movimiento insurreccional contra la dictadura de los Somoza, para dos años después optar por el recogimiento espiritual en el monasterio de Gethsemaní, en Kentucky, Estados Unidos. Ordenado sacerdote en 1965, volvió para Nicaragua y quiso practicar la fraternidad cristiana creando una parroquia estelar en la mayor de las islitas del archipiélago de Solentiname, en el Lago de Nicaragua. Allí, en una pequeña comunidad humana casi virgen, de un centenar de familias, pero con millares de aves exóticas,  y bosques, montó el poeta su Evangelio y enseñó a escribir hasta poemas y a cultivar la artesanía de maderas, además de la tierra.

Todavía lamento no haber aceptado la invitación de Ernesto en 1971 para que fuera a comprobar su paraíso terrenal de Solentiname. Lo conocí ese año cuando trabajaba como periodista en el Buró Latinoamericano de la Conferencia Católica de Estados Unidos en Washington, que entonces daba apoyo a los religiosos que en Centro América y más al sur defendían los derechos humanos y promovían las comunidades eclesiales de base. En octubre organizamos un seminario en Costa Rica y allí estuvo vibrante el poeta y sacerdote. El afán por volver al país desde mi autoexilio, me dejó en deuda con aquel venerable.

A Ernesto le resultó imposible ignorar lo que ocurría en Nicaragua y la lucha contra la dictadura lo llevó a convertir aquel pequeño paraíso en un foco de resistencia y de allí a la revolución sandinista de 1979. Como ministro de cultura Ernesto Cardenal trató de levantar un círculo artístico en cada barrio. Jamás renegó de su condición de sacerdote, como su hermano jesuita Fernando, y Miguel Escotto, un religioso que fuera canciller y se paseó por el mundo defendiendo la revolución popular sandinista.

Los tres serían estigmatizados y suspendidos por el genio reaccionario del papa Juan Pablo Segundo, quien llegó al extremo de amonestar públicamente al manso Cardenal arrodillado ante él al ser recibido por el gobierno nicaragüense en 1983. Ese reproche nunca tocó a cientos de sacerdotes y obispos que en esos mismos años servían a las dictaduras. Le tocaría al Papa Francisco reivindicarle, devolviéndole sus prerrogativas canónicas.

Como hombre que mantuvo en alto los principios en todas las circunstancias, Cardenal se enfrentó en los últimos años a los que degeneraron el sandinismo, encabezados por el nuevo dictador Daniel Ortega y apoyó abiertamente la insurrección popular que estalló en abril del 2018, gritando “que se levanten todos, hasta los muertos”.

A los 95 años don Ernesto Cardenal volverá este fin de semana a su Solentiname, hecho polvo, mientras su indómito espíritu ha emigrado a las galaxias que pregonó en su místico “Canto Cósmico” donde contó millones de millones de estrellas, una eterna fiesta de fuegos artificiales y un millón de planetas, viéndose a sí mismo en un planeta pequeño, montado en una estrella modesta, en las afueras de las galaxias, a los humanos dentro de un universo común, con la seguridad de no estar solos en el cosmos.

            “¿Qué hay en una estrella? Nosotros mismos.
Todos los elementos de nuestro cuerpo y del planeta
estuvieron en las entrañas de una estrella.
Somos polvo de estrellas”.

 

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Opinión

Santiago, una ciudad en camino de su restauración.

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Por José Cabral

Santiago siempre ha sido definida como la “Ciudad Corazón”, cuya expresión refleja una condición que no se encuentra en cualquier lugar.

Nadie puede negar el calor humano que caracteriza al santiaguero, pero la realidad es que en los últimos años las cosas han cambiado bastante y no se sabe hasta dónde la “Ciudad Corazón” conserva esa condición.

Pero independientemente de que quede muy poco de ese cariño y calor que adorna al que procede de un municipio que ahora camina indiscutiblemente a la conversión en una gran metrópolis, es vital que se trabaje también para conservar muchas de las tradiciones de la segunda capital del país como la llaman muchos.

El crecimiento urbanístico, comercial y empresarial dirige a Santiago a ocupar uno de los primeros lugares en cuanto a desarrollo se refiere, pero se impone que se dote de herramientas que contribuyan con el restablecimiento valores culturales y morales, porque es mucho lo que se ha perdido en esta materia.

El crecimiento comercial, empresarial y urbanístico no puede ser lo único que impacta a Santiago, sino que se necesita que conserve su riqueza cultural y medioambiental, sobre todo porque estos aspectos pueden ser un instrumento para lograr lo que mucha gente ha planteado que es convertirla en un verdadero polo de turismo de salud, ecológico, histórico y de montañas.

Las intervenciones del Estado en áreas que se caracterizan por una fuerte presencia de actividades culturales como la calle Benito Monción, Del Sol, entre otras, sin lugar a dudas, que cambiarán la cara de una ciudad encantadora como Santiago.

Pero se necesita profundizar para que la cultura sea una buena carta de presentación del santiaguero, amén de otras condiciones que adornan a la ciudad.

En la actualidad están dadas las condiciones para que Santiago entre al mundo de la televisión pública y que su proyección sea de primer orden, sobre todo con una alianza de la gente de la zona que vive en los Estados Unidos.

Hay que hacer un puente de doble vía entre ambas comunidades para sacar provecho de los grandes recursos que existen en uno y otro lado.

En un próximo artículo profundizaré sobre los beneficios que traería a Santiago una estación de televisión pública que la proyecte como una de las grandes ciudades del mundo que no sólo está dotada de un potencial turístico  y cultural, sino también de una historia enriquecedora y que enaltece el espíritu.

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Opinión

Protección de la confidencialidad de las solicitudes de la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

El Estatuto de la Corte Penal Internacional se refiere con frecuencia a la protección de información confidencial. La Corte tiene el deber general de proteger la confidencialidad de los documentos e información en su posesión, salvo que su divulgación sea necesaria para una solicitud de cooperación para un Estado.

El artículo 87 del Estatuto prevé que ¨el Estado requerido preservará el  carácter confidencial de toda solicitud de cooperación y de los documentos que la justifiquen , salvo cuando su divulgación sea necesaria para tramitarla¨. Por ende los Estados deberán mantener la confidencialidad de todas las solicitudes de cooperación de la Corte Penal Internacional, y sólo podrán revelar a las autoridades correspondientes ( por ejemplo, a la policía para que ejecuten una orden de arresto) la información que necesiten  para llevar a cabo la solicitud.

Esas cláusulas pretenden que el Fiscal y la Corte mantengan la confidencialidad lo mejor posible en las investigaciones, órdenes y solicitudes de asistencia de la Corte para evitar que las personas acusadas huyan, los testigos sean amenazados o eliminados, y  la prueba desaparezca o sea destruida. Por ende, el éxito del Estado  en la conservación de la confidencialidad de tales solicitudes repercutirá directamente sobre la efectividad de la Corte.

Según el artículo 87, un Estado Parte podrá también ser requerido para proteger cierta información en su posesión o control, cuando se necesiten medidas para garantizar la seguridad  o bienestar físico o psicológico de las víctimas, posibles testigos y sus familiares.Estas medidas se aplicarán de conformidad con la forma en que el Estado prevea y maneje la información y podría también involucrar la confidencialidad de cierta información.

Según el artículo 68 del Estatuto de Roma, un Estado podrá solicitar a la Corte la adopción de medidas necesarias para la protección de sus funcionarios o agentes, así como de la información de carácter confidencial o restringida.

El artículo 93 estipula que el Estado requerido para cooperación podrá transmitir al Fiscal documentos o información con carácter confidencial, y el Fiscal podrá únicamente utilizarlos para reunir nuevas pruebas.El párrafo C de ese mismo artículo prevé que el Estado podrá autorizar la divulgación ulterior de los documentos.

En el contexto de las obligaciones los Estados deberán mantener la confidencialidad de las solicitudes de cooperación, y de cualquier documento que fundamente estas solicitudes.

Si la Corte Penal Internacional realiza una solicitud de conformidad con el artículo 87 para proteger cierta información, el Estado deberá cumplirla para asi proteger a las víctimas, testigos y sus familiares

En cuanto a la implementación  los Estados deberán contar con procedimientos para mantener la confidencialidad de las solicitudes de cooperación y los documentos que las fundamenten. Esta obligación de confidencialidad podrá regularse por vía legal, o podría ser definida por el Poder Ejecutivo. Ya sea que la obligación se implemente por la legislación o por una decisión ejecutiva , el Estado deberá asegurarse de que la vía elegida para recibir las solicitudes proteja la confidencialidad.

 Adicionalmente los Estados podrán necesitar la implementación de procedimientos y posiblemente leyes que les permitan proveer y manejar información de una manera tal que se proteja la seguridad y el bienestar de las víctimas, testigos y sus familiares. Estos procedimientos normalmente se regularán por la vía ejecutiva  y no legal.

Finalmente, podrían implementarse, tanto para la aplicación de las solicitudes de la Corte para proteger información, así como para las solicitudes a la Corte por parte de un Estado para proteger información  y  ciertos individuos. No obstante, el Estado deberá tomar en cuenta su legislación nacional sobre privacidad, al establecer estos procedimientos y deberá determinar si requiere reformarla.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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Opinión

Defendiendo Nuestro Futuro.

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Por Isaías Ramos

Es fundamental que la población dominicana se mantenga alerta y consciente de las graves implicaciones de las decisiones y acciones que este gobierno está llevando a cabo. Estas medidas amenazan nuestra Constitución y nuestros derechos fundamentales, económicos y sociales.

La introducción simultánea de diversas reformas puede interpretarse como una estrategia deliberada para provocar un shock en la ciudadanía, generando confusión y descontento que podrían resultar devastadores tanto para la nación como para quienes promueven estas medidas.

No podemos ignorar el inminente riesgo de que, bajo el pretexto de estas «reformas», se desencadene un caos social. Este escenario es tan alarmante que podría invocar el artículo 264 de nuestra Constitución, permitiendo declarar un “Estado de Conmoción Interior”. Como dice el refrán: “guerra avisada no mata soldado”.

Es momento de alertar a nuestra sociedad antes de permitir situaciones indeseables que puedan desembocar en calamidades similares a las vividas en abril de 1984. No podemos permitir que nuestro pueblo sufra nuevamente bajo el peso del dolor y la indignación.

La violación del orden constitucional por parte del gobierno no solo socava los principios fundamentales de un Estado Social y Democrático de Derecho, sino que también pone en grave riesgo el futuro económico y social de millones de dominicanos. Estamos en un punto crítico: empujar a la clase trabajadora y a la clase media hacia condiciones extremas de pobreza, mientras otros sectores disfrutan del privilegio, es una injusticia que no podemos tolerar.

Al igual que en la fábula del sapo en agua hirviendo, donde el peligro es subestimado hasta ser irreversible, es crucial que nuestros ciudadanos tomen conciencia urgente para fortalecer sus mecanismos defensivos ante estas contrarreformas.

La situación actual exige atención inmediata. Las decisiones de este gobierno están erosionando los derechos económicos y sociales consagrados en nuestra Constitución. La tendencia hacia privatizar servicios esenciales —como el sector eléctrico— plantea riesgos significativos de perpetuarnos en el subdesarrollo de una eterna miseria.

Debemos unirnos con determinación para defender nuestro Estado Social y Democrático de Derecho, garantizando que los recursos públicos no sean despojados en beneficio exclusivo del sector privado; solo así podremos asegurar un futuro sostenible y justo para todos.

En el Frente Cívico y Social, reconocemos con preocupación el enorme endeudamiento al que ha sido sometido nuestro país durante dos décadas, y especialmente en los últimos cuatro años. Esta situación representa una bomba de tiempo lista para estallar.

Nos enfrentamos al riesgo real e inmediato de experimentar hiperinflación sin precedentes junto con niveles históricos de desempleo que pueden desestabilizar aún más nuestra economía e impactar severamente nuestra calidad de vida.

Este panorama exige una reflexión profunda sobre nuestras políticas económicas actuales, así como un compromiso colectivo orientado hacia soluciones sostenibles capaces de prevenir esta catástrofe inminente.

Esta administración ha inaugurado una forma evolutiva del corporativismo, donde el Gobierno y las élites económicas le declaran una guerra a la clase media y trabajadora con el fin de hundirla en la eterna pobreza. Mientras la fórmula de alianza gobierno-élite garantiza grandes beneficios a expensa de financiarlo con deuda y subsidios públicos.

Este modelo se asemeja más a un Estado policial que lanza una guerra total contra los derechos económicos y sociales fundamentales. La creciente concentración de la riqueza nacional entre unos pocos privilegiados es alarmante, mientras empuja a gran parte de la población hacia condiciones precarias.

Esta orquestada transferencia de riqueza, presentada como inevitable, es en realidad parte de un diseño social que prioriza intereses particulares sobre el bienestar colectivo y sumerge a millones en una miseria estructurada.

En el FCS, entendemos que es imperativo abordar las desigualdades con propuestas sólidas, promoviendo modelos justos e inclusivos enfocados en el bienestar colectivo y el mandato constitucional.

¡Despierta, RD!

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Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
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