El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es ya una expresión fiel de una sociedad donde hasta los amigos se buscan por conveniencia.
En el ámbito político partidista, las organizaciones con reales posibilidades de poder son vistas por la gente del pueblo e incluso por los profesionales académicas como grandes empresas, donde se puede ir a buscar y se va encontrar.
Los partidos políticos mayoritarios no sólo representan un negocio desde el punto de vista de la gran cantidad de dinero que colectan en las campañas electorales y que reciben de la Junta Central Electoral, sino también porque estar cerca del poder atrae a todo aquel que busca a través de la política escalar social y económicamente.
Ese es un comportamiento propio de la gente que configura la composición social dominicana, donde la pobreza produce un nivel de creatividad en la población que deja a cualquiera pasmado, dado que sólo lo mueve la búsqueda de lo suyo.
Y el PLD y el PRM no están al margen de esa realidad, porque ambos atraen a mucha gente, ya sea porque busquen una candidatura o sencillamente para lograr un cargo en la administración pública y de esa manera hacer lo indebido para resolver sus problemas personales, aunque su conducta vaya en detrimento de toda la sociedad.
En esa lógica, porque el ciudadano ve a los partidos, sobre todo a los grandes, como empresas en la industria de la política en el contexto de la macroeconomía, mientras que a los pequeños los perciben en el marco de la microeconomía, es como decir una zapatería y un banco de servicios múltiples, es que opera el sistema de partidos.
Al primero todo el mundo quiere llegar ya sea como empleado o por lo menos como amigo del dueño, pero al segundo la gente lo ve con desdén e indiferencia.
Así es como camina la política partidista y ahí está explicado el éxito de Danilo Medina e incluso la alta votación lograda por Leonel, porque son dos posibilidades que el dominicano tiene para encamararse en el vehículo que lo va a llevar hacia el poder, pero el primero en esta lucha está mucho mejor posicionado que el segundo por disponer del enorme poder que proporciona el Estado.
Sin embargo, Leonel en estos momentos es un sueño, una esperanza, pero Danilo representa una realidad, lo cual le permite golpear muy duro a su contrincante.
A partir de esa lógica resulta casi imposible que muchos peledeístas abandonen una realidad para inclinarse por un sueño, sobre todo porque cualquier leonelista sólo tiene que comunicarle a su compañero danilista su disposición de adherirse a su causa para pasar de perdedor a ganador.
Sobre la base de esta tesis resulta muy difícil que cualquier hipótesis que busca darle mucha razón de ser a una decisión de Leonel de llevar a los leonelistas a apoyar a un partido que no es el suyo, parece no tener mucha garantía de éxito político en un escenario en el que su contrincante pueda hacer uso de los amplios recursos que le proporciona el Estado para traer a su redil a los que están disgustados por no haber tenido ninguna oportunidad de tener una función pública, pero que dista mucho de una posición de principios.
Estar en el gobierno, cualquiera que sea, llena las expectativas de los que se nuclean alrededor de Leonel para ayudarlo a que llegue al control de las arcas nacionales, pero si no tiene que batallar mucho para lograrlo, entonces prefiere adherirse a los gobiernistas, porque, como dijimos, no se trata de una lucha ideológica o de principios, sino de intereses.