Por Isaías Ramos
Nuestro país está en una situación urgente que requiere un proyecto de nación que aborde la educación con fervor patriótico. Durante décadas, hemos sido gobernados por una partidocracia que ha demostrado ineficiencia, ineptitud, dejadez, maldad y corrupción, lo cual ha dejado heridas profundas en nuestra sociedad.
Es imperativo que utilicemos todos los medios disponibles del Estado para promover principios y valores morales que fomenten las buenas costumbres y el buen comportamiento. Debemos inducir a nuestro pueblo a abandonar la iniquidad y los malos hábitos, y animarlos a vivir bajo un régimen que promueva la justicia, la bondad y hábitos saludables para el espíritu, el alma y el cuerpo.
Para rescatar a nuestra sociedad de la degeneración a la que ha sido expuesta, necesitamos tiempo, paciencia y consistencia. Debemos trabajar de manera coherente para transformar la nación que soñamos dejarle a nuestros hijos y a las futuras generaciones.
Reconocemos la enorme problemática en una parte importante de la población, que ha sido expuesta a la vulgaridad y al consumo de sustancias narcóticas. Por lo tanto, es necesario implementar programas especiales de rehabilitación que fortalezcan sus mentes y restauren su dignidad humana. Debemos inducirlos a encontrar principios y valores que satisfagan los anhelos del corazón y satisfagan el hambre y sed del alma.
La decadencia de nuestra nación no se limita solo a la falta de conocimiento intelectual. La verdadera raíz de nuestros problemas radica en la carencia de hombres y mujeres con caracteres nobles, personas «que no se compran ni se venden» y que posean sabiduría.
La construcción de un carácter noble y firme debe ser la base fundamental de nuestra sociedad, pero enfrentamos un enorme reto. Nos encontramos ante una segunda generación de jóvenes que han sido sometidos a la perversidad, la vulgaridad y la falta de educación, capacitación y oportunidades de calidad.
Hoy en día, somos un país sumido en la iniquidad, la inequidad y el individualismo sin precedentes en nuestra historia republicana. Esto se debe en gran parte a la imposición de un sistema económico neoliberal que fomenta la rivalidad, la competencia, el egoísmo y la codicia, causantes de todos los males.
Nuestros jóvenes se enfrentan a una cultura de privilegios donde el mérito no se valora, prevalece el individualismo, el afán de acumular riquezas sin ética, el hedonismo como filosofía de placer por el placer, el deseo de lujo, la ostentación, el engaño, la mentira y el fraude. Esta combinación perfecta permite que unos pocos acumulen riqueza a expensas de la mayoría.
Si no tomamos medidas para enfrentar esta situación social insostenible, podríamos caer en un caos social e inestabilidad, lo cual no es deseable después de la sangre, sudor y lágrimas derramadas en nuestro suelo patrio por nuestros héroes.
En el Frente Cívico y Social, llamamos al pueblo dominicano a unir esfuerzos para derrotar en las urnas a esta élite política que ha representado la perversión, el robo, el saqueo y el endeudamiento. Debemos redimir esta nación bajo los principios firmes que sustentaron nuestros libertadores, sobre todo, amar a Dios y amar al prójimo. Además, tenemos una hermosa exhortación y promesa en la palabra de Dios: «Instruye al niño en su camino, y cuando sea viejo no se apartará de él».
¡Despierta, República