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Opinión

Los artífices de nuestra miseria …confirman alianza.

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Por: Isaías Ramos

En estos tiempos, parece que la élite política de nuestra nación se encuentra inquieta a raíz de la indiferencia de la población para participar en sus campañas, y hasta los jornaleros políticos escasean. Además, los recientes resultados electorales en Guatemala y Argentina, con candidatos de discursos antisistema, y la desgarradora violencia electoral en Ecuador, son indicativos de que un nuevo ciclo político está por comenzar, más ético y con propuestas definidas.

Aunque esta élite política responden al mismo amo, sus ambiciones personales, codicia y egoísmo los mantienen distanciados entre sí. Pero cuando sus intereses personales se ven amenazados, se unen en una coalición de esfuerzos e incluso son capaces de fabricar a un «opositor antisistema» como medio de distracción, con tal de salvaguardar sus mal adquiridas riquezas, la impunidad y sus privilegios.

En el presente momento, la población dominicana ha perdido la fe en esos actores políticos que tanto los han engañado, mentido y manipulado. Con el fin de mantener su relevancia, se han visto obligados a invertir ingentes recursos para mantener el movimiento y la apariencia, recurriendo una y otra vez a los mismos políticos desgastados.

Cada uno de los gobiernos que componen esta partidocracia ha negado sistemáticamente los derechos económicos y sociales a la gran mayoría de la población, a través de prácticas económicas excluyentes y en beneficio de grupos económicos asociados con el corrupto poder político. Este ciclo vicioso sumerge a la mayoría en la extrema pobreza y en una indignante miseria.

Es lamentable constatar que más del 30% de las muertes en nuestro país tienen sus raíces en la pobreza, fruto de la ausencia de servicios básicos y esenciales, negados a la población por una clase política que parece haber olvidado su deber en pleno siglo XXI. Aquello que debería ser el propósito central de las organizaciones políticas, es decir, el gobierno para el bienestar colectivo, ha sido subordinado a la acumulación de capital. Las llamativas obras de estos gobiernos, en primer plano, son monumentos a la corrupción, y en segundo plano, están diseñadas para beneficiar a los poderosos capitales y a otras élites. No les basta con los enormes subsidios y exenciones fiscales con los que estos gobiernos irresponsables los privilegian, a costa de endeudar incluso a las generaciones venideras.

Mantienen un sistema político que promueve el clientelismo. Una elite empresarial que no busca su prosperidad a través de la producción, productividad o creatividad, sino a través de una cómplice relación con el poder político y los favores que este les concede. Una clase política que considera los salarios bajos como una «ventaja competitiva», sin comprender que la pobreza se supera al aumentar la producción y la productividad, no al empobrecer a la fuerza laboral.

También con el pretexto de «solidaridad» con los menos afortunados, ponen en práctica medidas que en realidad generan problemas más graves de los que pretenden solucionar, lo que podríamos llamar una dictadura clientelista. En resumen, esta élite política son los verdaderos generadores de la miseria moral, espiritual y económica. Mantienen a la vasta mayoría del pueblo dominicano sumido en condiciones que a menudo son peores que las de muchos animales enfrentando hambre, humillaciones, inseguridad, miedo, injusticia e incertidumbre.

En el Frente Cívico y Social, creemos que ha llegado el momento de desenmascarar a aquellos que han llevado a nuestro pueblo a padecer la forma más desgarradora de miseria humana: la miseria moral y espiritual.

En el FCS entendemos que llegó la hora de unificar esfuerzos para juntos, como verdaderos patriotas, liberar la nación de este sistema político injusto, corrupto y perverso con el objetivo de refundar el país bajo los principios y valores que le dieron origen y así construir una nación donde reine el orden, la justicia y la igualdad de oportunidades.

¡Despierta, RD!

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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