Mucha soledad, vacío interno, falta de afecto, amor y comprensión son los sentimientos que descubre en los pandilleros juveniles y exmiembros de bandas la encargada de sicología de la Dirección Central de Grupos en Conflictos con la Ley, Antipandillas de la Policía Nacional, mayor Aleida Santana.
En el tiempo que tiene trabajando con niños desde los ocho años de edad, con adolescentes y jóvenes, que han sido atrapados por adultos para formar parte de las pandillas existentes en el país, la oficial dice con mucho pesar que la ausencia del Estado y la irresponsabilidad de los padres y tutores han provocado que en la sociedad dominicana proliferen las pandillas.
Se estima en 10 las pandillas organizadas que están diseminadas por todo el país, con bandas que se multiplican y que están integradas desde 30 personas de las diversas edades, principalmente jóvenes.
En contactos personales con menores y jóvenes que han sido rescatados por la Dirección Antipandillas de la Policía Nacional, la sicóloga terapeuta narra que estos le cuentan las razones por las que formaron parte de esos grupos, cuyos miembros roban, asaltan y asesinan, en su mayoría, bajo los efectos de las drogas.
La ausencia de los padres en la vida de los hijos, la violencia en el hogar, la desintegración familiar son caldos de cultivo para que las pandillas tengan como alimento a esos muchachos y muchachas. Alegan que en las pandillas encuentran el cariño y la atención, así como el respeto y el poder, ausentes en su entorno.
Desde la Dirección Antipandillas de la Policía Nacional se desarrollan programas de orientación y formación técnica a favor de ex pandilleros con la intención de reducir a su mínima expresión la delincuencia juvenil y las pandillas. Los que han tenido la mala experiencia de pertenecer a esos grupos muestran mala conducta y rebeldía.
Sicólogos observan que son muchas las causas por las que niños y jóvenes deciden ser pandilleros.
Aunque influye lo económico, no es la única causa, y señala que en las mismas hay de todas las clases sociales. Muchachos con buena posición económica viven difíciles situaciones emocionales, sus padres no los escuchan, no los comprenden, no los orientan ni los acompañan.
Desde el departamento de sicología de la Dirección Antipandillas no solo se trabaja con expandilleros sino también con muchachos con problemas serios de conducta, que cometen delincuencia común, como robos, que son adictos a los juegos de azar, los llamados tragamonedas y consumidores de drogas.
¿Qué hacer? Expertos en la conducta humana recomiendan a los padres pensar en sus hijos para prevenirlos del camino de las pandillas con el desarrollo de familias y hogares en las que florezcan la armonía, la comprensión, la paz, la comunicación.
Sugieren, además, que prevalezcan los valores como el respeto, la confianza y el diálogo entre todos los miembros de la familia.
Prevención sí, represión no. Por la caída de pandilleros en manos de agentes de la Policía Nacional, sectores de la sociedad civil han repudiado que ese problema social se enfrente con represión y no con acciones preventivas, así como una mayor inversión en educación. También se pide la intervención de todos los actores sociales.
Se sugiere a la sociedad y al Estado trabajar en la implantación de una cultura de buen trato y de cumplimiento de las leyes.
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Garantes derechos
El Estado, la sociedad y la familia tienen responsabilidades asignadas en la Ley 136-03 sobre el Código para la Protección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes. Ese código tiene por objeto garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes que se encuentren en el territorio nacional el ejercicio y el disfrute pleno y efectivo de sus derechos fundamentales.
Protección integral
El Código define y establece la protección integral de estos derechos regulando el papel y la relación del Estado, la sociedad, las familias y los individuos con los sujetos hasta cumplir los 18 años. HOY