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Opinión

Métodos de lucha en el debate de las izquierdas

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Por Narciso Isa Conde

 

Hay quienes, no solo desde los espacios de la clase dominante y del discurso neoliberal, han proclamado la caducidad de las insurgencias populares armadas y la exclusiva pertinencia del camino electoral, sino también desde fuerzas que se asumen de “izquierda”, argumentando la necesidad y la virtud de un supuesto ajuste a los “nuevos tiempos”.

Tal manera de pensar le concede a la burguesía transnacional y a sus socios dependientes el monopolio de la violencia y de lo militar, mientras se acepta la trampa de solo calificar de democráticas las formas de luchas relacionadas con el sufragio y acordes con los ordenamientos legales establecidos para reproducir el dominio del capital desde la concepción liberal-burguesa. Y en ese discurrir procura también invalidar las rebeldías sociales no armadas, las indignaciones multitudinarias y las más variadas formas de desobediencia civil; mientras el poder establecido y sus instrumentos ideológicos las estigmatiza.

Lenin habló en su tiempo del “cretinismo parlamentario” de los social-reformistas de entonces; y ahora ciertamente, a partir del auge del “discurso único” de corte neoliberal y del impacto del derrumbe del “socialismo real”, esa enfermedad se ha potenciado, procurando en su expansión negar, borrar, velar… las formas de lucha extraparlamentarias y extrainstitucionales, que incluso han facilitado los avances electorales de la izquierdas de diferentes signos o que aun después de esas adversidades ha contribuido señeramente a la democratización y a importantes conquistas sociales.

La insurgencia zapatista en México logró mucho más el campo de la democratización que determinadas alianzas o intervenciones electorales progresistas, e incluso ayudó indirectamente a evidentes victorias comiciales obstruidas por fraudes.

Las FARC-EP y el ELN son hoy fuerzas claves para avanzar hacia una nueva Colombia, derrotar el régimen narco-para terrorista de ese país y desmontar el modelo neoliberal y la intervención estadounidense camino a grandes cambios políticos-sociales-culturales.

En otra vertiente, en nuestra América están frescas las experiencias venezolanas, bolivianas, ecuatorianas…en las que las victorias electorales de izquierda estuvieron precedidas de grandes levantamientos políticos-sociales, algunos con componentes militares.

Igual la historia registra guerras revolucionarias e insurrecciones populares armadas imprescindibles para conquistar el derecho a un sufragio más o menos democrático. El caso salvadoreño fue demasiado elocuente en esa dirección.

Las indignaciones, las movilizaciones multitudinarias, las insurrecciones sin armas y la desobediencia civil, han vuelto a crecer en todos los continentes, incluida Europa Occidental y EE.UU. El neoliberalismo y la multi-crisis capitalista generada le dan razón de ser.

Vínculos y combinaciones en las modalidades de lucha.

¿Cómo se relacionan los métodos y formas de lucha con la concepción reformista o con la concepción revolucionaria? ¿Es de por sí revolucionaria o reformista una forma de lucha determinada? ¿Es revolucionaria de por sí la lucha armada y son reformistas los métodos legales y las formas no armadas?

Claro que no. El método, la forma de lucha a emplear, no es lo definitivo en ese dilema. Lo definitivo es la política, la decisión o no de transformar la sociedad, la línea respecto al orden dominante, las ideas que mueven las acciones populares y los métodos más diversos.

No pocos movimientos armados o violentos han actuado como fuerzas reformistas. De ahí que incluso se hable de un «reformismo armado».

Pero también no pocas fuerzas que han incursionado en los métodos legales, e incluso en los electorales, han actuado como fuerzas revolucionarias.

Los programas, las características organizativas, las líneas políticas, la capacidad para enfrentar exitosamente dentro del capitalismo desde las clases explotadas y excluidas a las clases dominantes-gobernantes, los contenidos antiimperialistas y anticapitalistas, las definiciones en torno a la transición revolucionaria, la estrategia…son las cuestiones claves y determinantes en cuanto a la esencia revolucionaria de la lucha.

Las formas y métodos pueden combinarse. Unos pueden predominar sobre otros en determinados periodos, aunque siempre en última instancia la capacidad de que dispongan las fuerzas transformadoras para vencer la dominación violenta del enemigo, es una cuestión decisiva para hacer o no hacer revolución. Esa capacidad opera como factor de disuasión o como medio necesario dentro de una confrontación inevitable por el despliegue de violencia desde el poder establecido.

Las formas de lucha no deben nunca separarse del contenido de clase, del carácter popular del movimiento y del programa transformador.

Las revoluciones no son producto de un método o de una determinada forma de lucha, sino de las más variadas combinaciones de éstas, así como de múltiples tácticas dentro de una estrategia definidamente revolucionaria; estrategia de creación de poder paralelo y de ruptura del viejo Estado y el poder establecido. Y también pasa así con las reformas avanzadas bajo conducción revolucionaria.

La unilateralidad en el empleo de los métodos no resuelve la complejidad de los procesos destinados a transformar las sociedades y las relaciones de poder.

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Opinión

Trump ordena, Abinader se arrodilla y el Pentágono invade

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Por Narciso Isa Conde

Santo Domingo.– Al aceptar la determinación de Trump y del Pentágono, de intervenir militarmente los aeropuertos de San Isidro y Las Américas, el espacio aéreo y aguas territoriales de nuestro país, para agredir militarmente a Venezuela y a otros países de la región, Luis Abinader ha cometido el delito de traición a la patria dominicana y la peligrosa afrenta de sumarse al plan de guerra e intervención de EE.UU. en esta región.

¿Qué implica la intervención militar en bases dominicanas?

La base militar de San Isidro es la más grande del país, concentra el mayor poder de fuego (aviación, cuerpo de paracaidistas, infantería y blindados) y pasa a ser intervenida por el Comando Sur del Pentágono.

No se había visto una cosa parecida luego de la intervención militar de abril de 1965: en los últimos 60 años la intervención militar de EE.UU. se mantuvo camuflada como «asesorías», «visitas», «ejercicios» y «operaciones» puntuales; pero ahora la intervención se asume directa, invasiva, indefinida y con tropas especializadas.

La Constitución vigente -a pesar de lo conservador, autoritario y neoliberal de su contenido- obliga a Abinader a rechazar cualquier agresión a nuestra soberanía y cualquier intervención en los asuntos internos de otros países.

¿Cuál es el contexto político y regional de esta acción?

En verdad, no se trató de un «acuerdo», sino de una orden de Trump y el Pentágono, fielmente cumplida por Abinader, en medio de un despliegue naval en el Caribe y áreas del Pacífico; apuntando contra Venezuela y Cuba, en primer lugar y sucesivamente.

Pero también contra los gobiernos de México y Colombia (Colombia ya invadida por 10 bases militares), sin descartar Nicaragua, ni a otros países que no se le dobleguen a un imperio furioso por su decadencia, empecinado en saquear petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad y fuentes de agua en Nuestra América.

Su apelación al combate del «narcotráfico«, calificándolo de «narco-terrorismo», es un «narco-pretexto«, propio de la era de la posverdad y de los gobernantes lacayos, para instrumentar agresiones militares y guerras por razones políticas y de saqueo de recursos naturales.

El cartel mayor del Hemisferio Occidental es Wall Street y el mercado más grande es el Norte Revuelto y Brutal, mientras aquí abundan las narco-complicidades en altas instancias del Estado.

Este es un narco-estado y si no lo creen, examinen los largos años de impunidad de altos funcionarios civiles, militares y empresarios protectores de los capos Quirino, Figueroa Agosto, Toño Leña, Cesar El Abusador, Arturo del Tiempo, Nelson Solano, Miguel Gutiérrez, Miki López, Yamil Abreu y los capos del Cartel del Cibao, que primero financió al PLD y luego al PRM.

Examinen la narco-política del PRM y por qué las conexiones del narco con sus jefes políticos en funciones gubernamentales no se atacan ni se sancionan.

Tampoco se develan informaciones en poder de la DEA y del Ministerio Público estadounidense, ofrecidas por los extraditados en «delaciones premiadas«.
Está claro: ordenan y mandan… y obligan a los cobardes y pusilánimes a aceptar servilmente la orden. ¡Vergüenza ajena da Abinader y toda la cáfila política del PLD y FP… y comparsas, previamente avisados!

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Opinión

Educación y carácter: deuda que RD no puede posponer

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Por Isaías Ramos

Santiago nos golpeó con dos tragedias que el país no puede normalizar. Noelvin Jeremías Cabrera, de 14 años, murió tras un conflicto vinculado al entorno escolar luego de salir del Politécnico Simón Antonio Luciano Castillo; otro adolescente guarda prisión preventiva mientras se conoce el proceso.

Días después, Stephora Anne‑Mircie Joseph, de 11 años, falleció por ahogamiento durante una excursión escolar del Colegio Leonardo Da Vinci. Según informó el Ministerio Público, el caso se investiga como homicidio involuntario y se detuvo a cuatro personas, alegando presuntas fallas graves de supervisión y seguridad.

Estos episodios no son accidentes desconectados. Son síntomas de un deterioro profundo: en demasiados entornos escolares se ha debilitado la fuerza formativa, la autoridad moral y la coherencia institucional. Durante casi treinta años, la formación moral y cívica ha sido relegada y, al mismo tiempo, la disciplina ha sido malinterpretada como autoritarismo, dejando un vacío que hoy se expresa en conductas violentas, negligencia, irrespeto y una cultura escolar sin límites claros.

El Gobierno reaccionó anunciando una mesa interinstitucional “permanente” entre el Ministerio de Educación y la Procuraduría, enfocada en prevención, monitoreo y protocolos de actuación. Es un paso necesario. Pero debemos ser honestos: la República Dominicana está cansada de anuncios que no pasan de la rueda de prensa. La ciudadanía exige resultados medibles, responsables identificables y continuidad real. Lo que no se supervisa se pierde; lo que no se mide se diluye.

El problema de fondo excede cualquier mesa técnica. La Constitución es clara: el artículo 63, numeral 13, ordena como obligatoria en todas las escuelas —públicas y privadas— la formación social, cívica y ética, la enseñanza de la Constitución, los derechos fundamentales y la convivencia pacífica. La Ley 66‑97 insiste en principios como el respeto a la vida, la democracia, la solidaridad, la verdad y los valores que sostienen la dignidad humana. Sin embargo, entre la teoría legal y la práctica cotidiana hay un abismo que seguimos pagando con vidas jóvenes.

Hay, sin embargo, una señal alentadora: la Ordenanza 02‑2025 del Ministerio de Educación, que establece la implantación formal de la asignatura Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana en todos los niveles a partir del año escolar 2025‑2026. Es un avance importante, pero no será suficiente si no se acompaña de tres elementos indispensables: formación docente rigurosa, coherencia institucional y supervisión real. Una asignatura sin cultura institucional es como sembrar sin preparar la tierra.

En el Frente Cívico y Social entendemos que volver a educar el carácter implica recuperar la disciplina como virtud cívica, no como castigo. Disciplina significa dar estructura, sostener límites razonables y construir hábitos que fortalezcan la voluntad. Significa ser coherente —los adultos primero—, persistente —todos los días— y consistente —consecuencias claras, justas y previsibles—. La disciplina bien aplicada protege al alumno, dignifica la convivencia y devuelve a la escuela su papel como taller de ciudadanía.

Esta visión ha sido afirmada desde perspectivas distintas pero convergentes. Elena G. de White advirtió que la verdadera educación desarrolla la facultad de pensar y hacer, evitando que los jóvenes sean “simples reflectores del pensamiento de otros”. Y Camila Henríquez Ureña alertó contra reducir la educación a instrucción técnica, recordándonos que formar el ser es más decisivo que enseñar destrezas.

Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, esta verdad es más urgente: la información se obtiene en segundos; el carácter se forma con esfuerzo cotidiano y con entornos que sostengan lo correcto cuando haya presión.

En medio de tanta preocupación, pude ver una señal de esperanza. Recientemente compartí con el personal docente y administrativo del Colegio Adventista Salvador Álvarez de Jababa, Moca: la escuela donde estudié de niño, fundada en 1925 y portadora de cien años de legado educativo y cristiano. Allí, en una actividad anual organizada por la familia Álvarez‑Piantini‑Schliemann, reafirmamos un compromiso: trabajar juntos para que este colegio rural se convierta en un referente nacional de educación integral y disciplina con propósito. En tiempos de crisis, los ejemplos valen más que los discursos.

Si queremos honrar a Noelvin y a Stephora, debemos transformar el duelo en acción verificable. Necesitamos un protocolo nacional obligatorio para excursiones escolares y actividades de riesgo, con auditoría anual y sanciones claras cuando se incumpla. Necesitamos indicadores públicos de convivencia —con estricta protección de identidad— y, más importante aún, que se publiquen de forma trimestral por distrito educativo: incidentes reportados, tiempos de respuesta, medidas aplicadas y avances en prevención. Y necesitamos la ejecución seria, no decorativa, de la formación moral y cívica, con acompañamiento docente, supervisión independiente y continuidad sostenida.

Porque una sociedad que educa el carácter reduce la violencia. Y una que renuncia a esa tarea termina llorando a sus hijos.

Despierta, RD!

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Opinión

El derecho de las víctimas a la notificación

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Por Rommel Santos Diaz

Otro de los derechos accesorios al derecho a la participación es el derecho a la notificación. Una vez que las víctimas sean reconocidas como tales frente a la Corte Penal Internacional, en una situación o en un caso, directamente o a través de sus representantes legales, las víctimas tienen derecho a ser notificadas  e informadas de los avances del procedimiento, de las decisiones de la Sala correspondiente, de las fechas de las audiencias, de la interposición de recursos por las partes , entre otras diligencias.

Tanto la publicidad de los procedimientos como la notificación a las víctimas son claves para garantizar  que esta pueda ejercer su derecho a la participación.

Esta importancia es reconocida por algunas disposiciones que hacen expresa la necesidad de que las víctimas tengan conocimiento  del estado de los procedimientos; por ejemplo la norma 87 establece la obligación explícita del Fiscal de notificar a las víctimas de acuerdo a la regla  50(1) y la regla 92(2). Igualmente, derivado  del artículo  15 del Estatuto de Roma, la Secretaría podrá asistir en esta notificación si así es requerida por la Fiscalía.

Igualmente, existe la obligación de notificar y dar adecuada publicidad de las actuaciones por medios generales de acuerdo a las reglas 92(8) y 96(1).

Esta función se encuentra regulada en el Reglamento de la Secretaría de la Corte Penal Internacional en donde se reconoce la importancia de que esta información sea accesible a las víctimas para facilitar el ejercicio de sus derechos.

Finalmente es importante mencionar que los jueces al ser los garantes  del debido proceso  y el  ejercicio de las víctimas,  tienen la facultad de rechazar una solicitud de participación si consideran que en  ella no se ha acreditado la calidad de víctima frente a la Corte Penal Internacional.

Sin embargo, las víctimas podrán presentar otra solicitud en una etapa ulterior de acuerdo a la regla 89(2).Finalmente las víctimas si así lo desean, podrán retirar su solicitud  de participación en cualquier momento si  así conviniere a sus intereses.

rommelsantosdiaz@gmail.com

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Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
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