Opinión
Métodos de lucha en el debate de las izquierdas
Published
12 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Hay quienes, no solo desde los espacios de la clase dominante y del discurso neoliberal, han proclamado la caducidad de las insurgencias populares armadas y la exclusiva pertinencia del camino electoral, sino también desde fuerzas que se asumen de “izquierda”, argumentando la necesidad y la virtud de un supuesto ajuste a los “nuevos tiempos”.
Tal manera de pensar le concede a la burguesía transnacional y a sus socios dependientes el monopolio de la violencia y de lo militar, mientras se acepta la trampa de solo calificar de democráticas las formas de luchas relacionadas con el sufragio y acordes con los ordenamientos legales establecidos para reproducir el dominio del capital desde la concepción liberal-burguesa. Y en ese discurrir procura también invalidar las rebeldías sociales no armadas, las indignaciones multitudinarias y las más variadas formas de desobediencia civil; mientras el poder establecido y sus instrumentos ideológicos las estigmatiza.
Lenin habló en su tiempo del “cretinismo parlamentario” de los social-reformistas de entonces; y ahora ciertamente, a partir del auge del “discurso único” de corte neoliberal y del impacto del derrumbe del “socialismo real”, esa enfermedad se ha potenciado, procurando en su expansión negar, borrar, velar… las formas de lucha extraparlamentarias y extrainstitucionales, que incluso han facilitado los avances electorales de la izquierdas de diferentes signos o que aun después de esas adversidades ha contribuido señeramente a la democratización y a importantes conquistas sociales.
La insurgencia zapatista en México logró mucho más el campo de la democratización que determinadas alianzas o intervenciones electorales progresistas, e incluso ayudó indirectamente a evidentes victorias comiciales obstruidas por fraudes.
Las FARC-EP y el ELN son hoy fuerzas claves para avanzar hacia una nueva Colombia, derrotar el régimen narco-para terrorista de ese país y desmontar el modelo neoliberal y la intervención estadounidense camino a grandes cambios políticos-sociales-culturales.
En otra vertiente, en nuestra América están frescas las experiencias venezolanas, bolivianas, ecuatorianas…en las que las victorias electorales de izquierda estuvieron precedidas de grandes levantamientos políticos-sociales, algunos con componentes militares.
Igual la historia registra guerras revolucionarias e insurrecciones populares armadas imprescindibles para conquistar el derecho a un sufragio más o menos democrático. El caso salvadoreño fue demasiado elocuente en esa dirección.
Las indignaciones, las movilizaciones multitudinarias, las insurrecciones sin armas y la desobediencia civil, han vuelto a crecer en todos los continentes, incluida Europa Occidental y EE.UU. El neoliberalismo y la multi-crisis capitalista generada le dan razón de ser.
Vínculos y combinaciones en las modalidades de lucha.
¿Cómo se relacionan los métodos y formas de lucha con la concepción reformista o con la concepción revolucionaria? ¿Es de por sí revolucionaria o reformista una forma de lucha determinada? ¿Es revolucionaria de por sí la lucha armada y son reformistas los métodos legales y las formas no armadas?
Claro que no. El método, la forma de lucha a emplear, no es lo definitivo en ese dilema. Lo definitivo es la política, la decisión o no de transformar la sociedad, la línea respecto al orden dominante, las ideas que mueven las acciones populares y los métodos más diversos.
No pocos movimientos armados o violentos han actuado como fuerzas reformistas. De ahí que incluso se hable de un «reformismo armado».
Pero también no pocas fuerzas que han incursionado en los métodos legales, e incluso en los electorales, han actuado como fuerzas revolucionarias.
Los programas, las características organizativas, las líneas políticas, la capacidad para enfrentar exitosamente dentro del capitalismo desde las clases explotadas y excluidas a las clases dominantes-gobernantes, los contenidos antiimperialistas y anticapitalistas, las definiciones en torno a la transición revolucionaria, la estrategia…son las cuestiones claves y determinantes en cuanto a la esencia revolucionaria de la lucha.
Las formas y métodos pueden combinarse. Unos pueden predominar sobre otros en determinados periodos, aunque siempre en última instancia la capacidad de que dispongan las fuerzas transformadoras para vencer la dominación violenta del enemigo, es una cuestión decisiva para hacer o no hacer revolución. Esa capacidad opera como factor de disuasión o como medio necesario dentro de una confrontación inevitable por el despliegue de violencia desde el poder establecido.
Las formas de lucha no deben nunca separarse del contenido de clase, del carácter popular del movimiento y del programa transformador.
Las revoluciones no son producto de un método o de una determinada forma de lucha, sino de las más variadas combinaciones de éstas, así como de múltiples tácticas dentro de una estrategia definidamente revolucionaria; estrategia de creación de poder paralelo y de ruptura del viejo Estado y el poder establecido. Y también pasa así con las reformas avanzadas bajo conducción revolucionaria.
La unilateralidad en el empleo de los métodos no resuelve la complejidad de los procesos destinados a transformar las sociedades y las relaciones de poder.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.