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Editorial

Muchas Preguntas y Pocas Respuestas

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En la lucha interna en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hay una serie de preguntas que el que no tiene conociminto de causa necesariamente tiene que hacerse.

Por qué se adversa hasta con odio al expresidente Leonel Fernández por parte de sus propios compañeros de partido, lo que indica que algo muy mal hubo ahí.

Un detalle muy importante en su confrontación con Danilo Medina es el hecho de que la mayoría de las figuras que sobresalieron  durante las administraciones  no aparecen a su lado.

Para solo citar algunos, ¿Dónde está Luís Manuel Bonetti, Daniel Toribio y otras tantas figuras de su entorno que hoy están prácticamente desaparecidas del mapa político nacional?

Por qué fichas tan importantes en el PLD y en su gobierno lo adversan hasta con odio, es el caso de Temístocles Montás, José Ramón Fadul, Francisco Javier García, Eduardo Selman, Radhamés Segura, Francisco Domínguez Brito y Felucho Jiménez, entre otros.

En ellos se observa que no sólo tienen diferencia con Leonel porque se han ubicado al lado de Danilo Medina, sino que  que de acuerdo a lo que se observa hay otras razones que no se ven a simple vista.

Para que exista tanto odio tiene que haber una razón que vaya más allá de pertenecer o no a una corriente interna dentro del PLD.

En el caso de Danilo Medina todo el mundo sabe que esas diferencias tienen su origen en que el presidente siempre pensó que Leonel lo traicionó cuando ambos planificaron de la nada llegar al control del Estado.

Tanto es así, que Danilo Sabe que Leonel tenía planes de hundirlo políticamente para siempre en el 2012 para que el PRD regresara al poder y entonces el buscar llegar nuevamente a la Presidencia de la República en el 2016, pero esa idea del expresidente fue frustrada por Vincho Castillo y otros actores políticos, lo que provocó que Fernández decidiera forzosamente apoyar al actual jefe de Estado.

De manera, que es entendible que Danilo esté tan dolido que ahora quiera impedir el regreso al poder de Leonel Fernández, pero qué decir de personajes como Mícalo Bermúdez y su familia, que fueron fichas leonelistas y que ahora son danilistas.

Como se puede explicar eso, cuando se sabe de más que Mícalo no tenía un centavo en que caerse muerto a pesar de que pertenece a la familia Bermúdez, vinculada de raíz con la oligarquía nacional.

Pero Mícalo y su hermano Camilo que no tenían riquezas, acumulan fortunas  en el Gobierno de Leonel Fernández, pero hoy están con Danilo, no con Leonel.

Tal vez se puedan desconocer algunos detalles de la intríngulis del asunto, porque habría que recordar que Danilo fue una ficha importante y pensante del gobierno de Leonel Fernández y es probable que tenga  algo que ver con  la riqueza exhibida por el hoy multimillonario.

La verdad es que todo luce como si la llegada de Leonel al poder haya sido una razón muy poderosa para echarse de enemigo a las figuras más importantes del peledeísmo.

Pero nuestras preguntas seguirán sin respuestas hasta tanto se pueda tener una explicación lógica de algo que no parece tenerla desde la perspectiva de los agradecimientos que genera la presidencia de la República en una gran cantidad de personas.

Es una incógnita que en cualquier momento tendrá que quedar lo suficientemente aclarada, sobre todo después de  ver que su propia esposa, Margarita Cedeño de Fernández, también lo objeta para que él regrese a la Presidencia de la República.

 

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Editorial

Un año nuevo que llega lleno de preocupaciones.

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El discurrir nacional constituye una repetición de los problemas que arrastra el país desde antes de su nacimiento como república.

Nos asaltan las mismas deficiencias de hace por lo menos medio siglo, falta de un servicio de agua potable eficiente y lo propio hay que decir de la energía eléctrica, pese a que van y vienen préstamos que comprometen la capacidad crediticia per cápita de los dominicanos.

Este fenómeno tiene el agravante de que hace entrada un año que es la antesala de un proceso electoral que, si bien es para escoger a las autoridades nacionales, es una vía también para medir el desempeño de la democracia, la cual luce muy resquebrajada y débil.

El comportamiento ciudadano deja más preguntas que respuestas frente a un panorama tétrica, porque se observan muchos problemas tanto en el gobernante como en el gobernado.

De lo que si se puede estar seguro es que queda muy poco margen para evitar que la democracia entre en una crisis de proporciones insospechadas, dado que no es mucha la posibilidad para contrarrestarla, la cual se podría profundizar en un sistema sin ninguna credibilidad.

El soporte de la democracia nacional cada día sufre un mayor deterioro como consecuencia de que su herramienta principal, que no es otra que los partidos políticos, se mueve sobre la base de repetir una conducta desde el poder de lo mismo que se han pasado criticando a su contrincante cuando están en el gobierno.

Un buen ejemplo al respecto es PRM que fue un crítico en contra del PLD y ahora tras su llegada al control de la cosa publica repite la misma conducta de los morados.

Ello es así, por ejemplo,  en política exterior y endeudamiento público, así como en corrupción, que no forma de saber cuál es peor, pero lo propio hay que decir de Leonel Fernández y su llamada Fuerza del Pueblo.

Sin embargo, se advierte que a pesar del descredito de todos los partidos políticos, todavía no ha surgido en el escenario nacional ninguna propuesta que garantice una mejora del deterioro de la credibilidad de la llamada democracia representativa.

En lo que respecta al año que prácticamente hace su entrada, hay que decir, que si en los primeros seis meses del 2026 en el país no surge una propuesta innovadora, entraríamos en una curva de un retroceso peligroso para la democracia, porque se trata de un enfermo que podría resultar difícil, sino imposible, su sanación.

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Editorial

La solemnidad de una justicia con pies de barro.

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La promoción de la vía de hecho por la ineficacia de la justicia nacional, son muy pocos los quieren verla, unos por su baja formación y su pensamiento no profundo y otros porque son parte del mal.

Pero lo cierto es que el fenómeno constituye un problema de una magnitud insospechada y de una peligrosidad que amenaza las propias entrañas de la fallida democracia nacional.

El asunto no parece tener una solución fácil en razón de que tiene un componente profundamente político y cultural.

Los debilidad y la vocación de violar la ley suprema y las adjetivas de la noción puede echarlo todo a perder, sobre todo porque no se trata de un mal a nivel de una sola instancia publica, sino de todo el tejido social e institucional.

El nivel de la problemática del sistema de justicia nacional se podría convertir en una falta que también comprometa la responsabilidad civil y penal del Estado porque se trata de la violación de derechos humanos fundamentales protegidos por el derecho internacional,

Son múltiples y variadas las violaciones de los derechos fundamentales en que incurren los tribunales nacionales a través del no respeto de los plazos razonables y en consecuencia de la tutela judicial efectiva, el debido proceso y el derecho a la defensa.

Otros principios constitucionales violados por los actores del sistema de justicia son el de celeridad, economía procesal y el de analogía, así como el del juez natural y el de estatuir ante pruebas aportadas por las partes,

En realidad se trata de un asunto de una dimensión inmedible, cuya solución no parece tan simple y sencilla.

Ahora mismo puede decirse  con toda seguridad que la ineficacia y contaminación politiquera del sistema de justicia produce en la nación un efecto que lo daña todo, absolutamente todo.

Es un verdadero cáncer que impacta todo el cuerpo social de la Republica Dominicana

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Editorial

Un problema que no se ve a simple vista.

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La educación superior dominicana, que como bien se establece en el reportaje que aparece en la sección “De Portada” de este diario, implica un problema que debe motivar profundas reflexiones para que el país se avoque a pasar de la deficiencia a la calidad de la enseñanza universitaria.

Pero este es un asunto que sólo puede solucionarlo el Estado, el cual no está en capacidad de dar los pasos para que al cabo de algunos años el cuadro pueda dar un giro positivo.

La tendencia entre los dominicanos es sólo ver lo que está frente a ellos, sobre todo en materia de educación universitaria, pero no hay forma de llevar su mirada crítica a lo que requiere de un esfuerzo más profundo y exhaustivo.

El gran problema de la educación superior del país es que no sólo la situación depende de la negligencia y la deficiencia del Estado, sino que además que no se cuenta con una cultura para crear un cuerpo profesoral preparado para impartir docencia a nivel universitario, aunque, naturalmente, una cosa depende de la otra.

De manera, que los resultados no pueden ser peores, cuyos egresados, penosamente, terminan su carrera con una formación tan precaria que en la práctica son analfabetos funcionales.

Lo peligroso del fenómeno es que la sociedad está frente a médicos que puedan matar al paciente, ingeniero civil que construya una obra que puede caerle en la cabeza en cualquier momento a sus propietarios y un abogado que no puede asesorar idóneamente a su clientes y en consecuencia poner en peligro, por su poca formación, la tutela judicial efectivo, el debido proceso y el derecho a la defensa.

De manera, que el asunto no es como se puede ver a simple vista, sino que se trata de una deficiencia que aparte de hablar muy mal de toda la sociedad, amenaza la seguridad nacional, todo como resultado de un problema integral que impacta a todo el Estado.

Lo grave del problema es que no se ven soluciones fáciles en el camino, porque además la explicación de una educación superior fundamentada más en el negocio vulgar que en un plan nacional para lograr los índices de desarrollo del mundo competitivo de hoy, es parte de una cultura nacional y de un neoliberalismo salvaje que se lleva de paso todo lo bueno.

La realidad es que no es posible poner en orden las universidades nacionales, ya que en el país todo está contaminado con la politiquería, de arriba hacia abajo y lo contrario, de abajo hacia arriba.

Se impone entonces la siguiente pregunta: ¿Quién nos sacará del tremendo tollo de la educación superior nacional, aunque la respuesta más realista es que no hay una respuesta convincente y que satisfaga.

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