Por Narciso Isa Conde
La competencia pre-electoral concluirá en una semana. Nos dicen hasta el hartazgo que es una competencia democrática, transparente, entre líderes de corrientes presentes en los dos principales partidos del sistema electoral vigente, regido por árbitros confiables.
En verdad no hay tal competencia electoral, ni democracia, ni transparencia, ni partidos…ni tales corrientes ni tales líderes, ni árbitros confiables.
Estamos frente a pugnas entre asociaciones delictivas estatales-privadas en unos comicios convertidos en negocio, plagados de prácticas corruptas; frente a partidos transformados en corporaciones y compañías cxa que sirven de guaridas a clanes que pelean por garantías de impunidad y nuevas oportunidades para robar.
Los árbitros son parciales.
El voto automático y el sistema electrónico son vulnerables al fraude a favor de quienes lo controlan y manipulan desde instancias especializadas de los servicios de la inteligencia del Estado y por tecnócratas contratados con esos fines.
Los simulacros son simulacros para exhibir una transparencia inexistente.
Los fondos multimillonarios de campaña proceden… o de fortunas mal habidas acumuladas por pasados gobernantes, o de la corrupción actual que se exhibe con descaro, o de grandes empresarios que invierten en el negocio electoral, o de capitales y negocios turbios…y paro de mencionar.
Las pugnas exhiben logísticas sucias, fraudes coyunturales montados sobre el fraude estructural endémico, encuestas falsas compradas, complicidades pasadas y presentes entre lo estatal y lo privado corrompido, injerencias y favoritismos imperiales, y combinaciones de estos factores que involucran a magnates de la economía, la política, los cuerpos castrenses y la diplomacia gringa a lo Trump y Pompeo (frente a la que todos se arrastran).
En la oposición derechosa también hay una herencia de corrupción impune junto a pre-candidatos, que si bien no han gobernado (¿sangre nueva no oficial?), se parecen demasiado a los del partido morado cuando comenzó a degradarse: giro conservador, conversión al neoliberalismo, protectores de corruptos preferidos, subordinados a EEUU, proclives a aliarse con cualquiera y receptores de inversiones de la oligarquía capitalista en el fabuloso negocio de la política.
Cuando las pugnas se enmarcan en un escenario tan degradado, en el que poderes logísticos podridos y la luz verde de Washington deciden, es difícil vaticinar quienes se impondrán en este prologo pervertido próximo a un desenlace, el cual probablemente determinará nuevos choques internos y hasta posibles reagrupamientos y nuevos pactos de impunidad.
Claro si está que el denominador común será más de lo mismo con cualquiera de esos actores de un negocio al que llamarle turbio es un calificativo benigno.