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Nutrición

Ni por la fibra de la manzana ni por la vitamina del kiwi: por qué no es necesario comer la fruta con piel

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Pocas cosas admiten tanto consenso como que la fruta forma parte de la estructura sobre la que se construye una dieta saludable. Sin embargo, cuando se trata de abordar la discusión sobre si es mejor comerla con piel, que así tiene más nutrientes, o si pelarla es lo más adecuado porque la higiene es lo primero, el camino se bifurca. A un lado quedan quienes profesan el mandamiento de «la fruta, mejor con piel», al otro, los que son incapaces de tragarla sin haber hecho una labor de pulido digna de un tallador de diamantes de Amberes. Estos «bandos» están separados, principalmente, por una idea: la de que la piel de la fruta es un tesoro de todo tipo de preciados nutrientes. Sin embargo, la ciencia no refrenda esta teoría, y, aliada con el sentido común, la rechaza de plano cuando los consejos acaban siendo que hay que comer el kiwi entero y el hueso molido del aguacate.

Las falsas bondades de una piel peluda (y comestible)

Una de las ideas más llamativas que uno puede encontrar actualmente en los foros digitales gravita en torno al supuesto aporte de altos niveles de fibra de la peluda piel de los kiwis. Comerla es un desafío para el paladar al que el presidente del comité científico de la Asociación para la Promoción de Frutas, Verduras y Hortalizas 5 al día y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, Manuel Moñino, niega cualquier veracidad. Es la parte comestible la que alberga la fibra y el resto de nutrientes, dice, aunque admite que la piel del kiwi sí es comestible -por muy sorprendente que parezca-. Moñino destaca que las personas que disfruten con esta manera de degustar los kiwis no deben tener más precaución que lavarlos bien antes de darles el primer bocado.

Para quienes el reto de comer el kiwi con piel se les quede pequeño, puede que se interesen por tendencias más pintorescas, como la recomendada por los abanderados del hashtag #healthy que aconsejan triturar el hueso de los aguacates (que ya tienen suficientes nutrientes en su carne) para utilizarlo como condimento al que atribuyen propiedades de «superalimento». Si es la primera vez que lees sobre esta idea y te parece atractiva, mejor no te molestes en intentarlo.

El presidente del comité científico de la asociación 5 al día recuerda que «nuestra historia gastronómica y cultural ha puesto cada fruta en su sitio y contexto, y que no hay razón nutricional para hacer esos sacrificios. La piel de las frutas a veces puede aumentar el contenido en fibra y polifenoles, pero esas sustancias también están en la matriz. No es necesario comerse ni tallos de plantas ni la piel de la fruta para aumentar el consumo de nutrientes». Para quienes sí opten por hacerlo, Moñino tiene una advertencia: «Algunos huesos y pepitas de frutas pueden tener derivados del cianuro. Por ejemplo las pepitas de las manzanas o las semillas de los huesos de albaricoques y melocotones pueden suponer problemas de salud graves si se ingieren habitualmente y en cantidad».

La mejor manera de comer una manzana: como te venga en gana

Que la piel de las manzanas es la parte más importante de esta fruta es una idea grabada a fuego en la ignorancia popular; no parece ser un factor determinante, como afirma un estudio del departamento de Consumo y Nutrición de Sacramento, en California (EE UU), que concluye que está por ver que los beneficios para la salud sean distintos según se consuma la fruta con o sin piel. Moñino aporta los matices: «Según los tablas de composición de alimentos validadas por el Centro de Educación Superior de Nutrición y Dietética (CESNID) el contenido total de fibra de 100 gramos de manzana con piel es de 2,1 gramos, frente a 1,6 gramos sin la piel. Y no hay cambios significativos en el resto de nutrientes. Es decir, la piel solo aporta una pequeña cantidad de fibra, si hablamos de nutrientes. Lo importante es ingerirlas, la cuestión de la piel puede ajustarse a las preferencias de cada cual». Y el supuesto aporte nutricional de la cubierta no es el único mito que rodea a esta fruta. En internet abundan los vídeos que alertan sobre la toxicidad de las ceras que recubren las manzanas, a las que vinculan con un material plástico. Es una noticia falsa de gran alcance en redes sociales y WhatsApp, tramposa de principio a fin, tal y como explica el dietista-nutricionista. «Las ceras o sustancias de recubrimiento son totalmente seguras y están autorizadas por las autoridades competentes en seguridad alimentaria europeas. Son para alargar la vida útil y suelen ser frecuentes en manzanas, pepinos o cítricos, cuando se destinan a exportación».

Con peras y melocotones también existe una fuerte creencia popular asociada a los valores nutricionales de su capa superficial. En internet es frecuente encontrar artículos pseudocientíficos donde se asegura que la piel de las peras alberga un 35% de la fibra, o que el 75% de la vitamina C de los melocotones y los albaricoques se almacena en la cubierta de estos alimentos. El presidente del comité científico para la promoción de frutas y verduras 5 al día niega que estas cifras sean ciertas y remite a los datos validados por el CESNID. Según los análisis de este organismo, ni en peras ni en melocotones hay cambios significativos entre la membrana externa y el contenido. Moñino explica que «la piel de los melocotones contiene carotenos con propiedades de provitamina A, pero ni aun así se aporta una cantidad significativa de esta vitamina, por lo tanto no hay grandes diferencias».

La piel de la fruta no es un remedio curativo

En torno a la piel de las frutas hay más mitología que en Las Metamorfosis, de Ovidio, y las abundantes teorías relativas a su efectividad para tratar dolencias constituyen un volumen aparte por derecho propio. Una de ellas está asociada a la idea de que la piel de la berenjena cuenta con propiedades que benefician el colesterol (del que se cuentan muchas medias verdades), hasta el punto de que forma parte de las fórmulas de los medicamentos indicados para controlar el funcionamiento de estas moléculas orgánicas. Otra leyenda urbana es que las infusiones de cáscara de la granada son útiles para tratar trastornos gastrointestinales. Moñino señala que «no hay ninguna declaración de reducción de riesgo autorizada por la Agencia Española de Salud Alimentaria y Nutrición sobre la piel de las berenjenas y el colesterol, tampoco sobre la cáscara de la granada. Lo importante es consumirlas como siempre se ha hecho en nuestro entorno cultural y alimentario, con o sin piel. Lo que realmente influye en nuestra salud es el patrón de alimentación y estilo de vida… la clave no es la piel de las frutas u hortalizas, sino incluirlas habitualmente en nuestra alimentación junto con una amplia variedad de alimentos saludables como el aceite de oliva, frutos secos, patatas, legumbres, pescados…»

Las supuestas propiedades «anticáncer» de la piel de los cítricos merecen una mención especial, y no por acertadas, ya que «ningún alimento o sustancia tiene propiedades anticáncer. Esto es un bulo como otros muchos en torno a la alimentación. El patrón alimentario y el estilo de vida están en la raíz de la reducción o aumento del riesgo, y no un alimento o las sustancias contenidas en él, por muy saludable que sea».

LO QUE SÍ HAY QUE HACER ANTES DE COMER LA FRUTA

«Lo de lo mejor está en la piel es un mensaje sin evidencia científica que puede frenar el consumo a quien no le agrade ingerir las piezas de esa forma. La piel de las frutas puede aportar una pequeña cantidad de fibra y fitoquímicos, pero no debemos obsesionarnos con eso. La clave está en integrar, al menos, 5 raciones entre frutas y hortalizas al día, siendo 3 de ellas del grupo de las frutas, con o sin piel. Lo único que deberíamos tener en cuenta es que fuesen de temporada y de proximidad, y enteras, antes que trituradas o licuadas», afirma el dietista-nutricionista Manuel Moñino.

Eso sí, para quienes guste tomar la fruta y verdura con piel, conviene no relajarse con el tema del lavado, que es esencial para evitar infecciones alimentarias. Y no basta con ponerlas unos segundos debajo del grifo. «La fruta con piel debe lavarse y desinfectarse adecuadamente para reducir la carga microbiana que pudieran contener. Para ello se deben poner en remojo durante al menos entre tres y cinco minutos en agua con una cucharadita de lejía de uso alimentario (lo indica en la etiqueta) disuelta en 4 o 5 litros de agua del grifo, y aclarar después con abundante agua corriente. Existen otros productos alternativos en el mercado para desinfectar alimentos, cuyo requiere seguir las instrucciones». Las frutas peladas se ahorran el proceso de desinfección, pero no el de lavado, y deben pasar por el caño de agua, «especialmente si son adquiridas directamente del productor o en mercados locales», aclara Moñino, ya que pueden tener parásitos.

elpais.com

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Nutrición

La dieta perfecta para un envejecimiento saludable

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EFE

 Madrid.– En España cada vez se destinan más recursos a investigar cuál es la dieta saludable ideal para que una persona viva los años de envejecimiento con la mejor calidad posible.

Según los últimos datos de la agencia estadística Eurostat, España es el país de la Unión Europea (UE) que registra una mayor esperanza de vida, con 84 años de edad, una cifra que se encuentra 2,5 puntos por encima de la media europea.

Es uno de los países más longevos del mundo y, de entre varias hipótesis de las causas, el estilo de vida juega un papel importante.

De hecho, la dieta se ha postulado como uno de los mecanismos más importantes.

Gracias a los múltiples avances en ciencia y tecnología, nuestra esperanza de vida aumenta cada año. Por ello, la población mayor cada vez es más numerosa.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya predijo que, entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años casi se duplicará del 12 % al 22 %.

Diana Díaz-Rizzolo, investigadora y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, experta en nutrición y longevidad, investiga en este ámbito y explica las características que debe tener una dieta perfecta para el envejecimiento

1. Evitar una alimentación restrictiva

La experta advierte de que es necesario poner atención en que las dietas sean completas, pues numerosos estudios han puesto de manifiesto que los déficits nutricionales pueden ser comunes en personas de edad avanzada.

En caso de exceso de peso, Díaz-Rizzolo, experta del máster universitario de alimentación saludable y sostenible de la UOC, explica que hace falta enfocarse en la calidad de la dieta.

“Es común que haya personas con exceso de peso porque siguen con una dieta parecida a la época de adultos jóvenes. El gasto energético ha disminuido bien porque hacemos menos actividad física o dejamos el ejercicio por diversos motivos y porque nuestro gasto calórico basal se ve disminuido por la propia edad”, apunta la especialista.

El gasto energético ha disminuido con la edad, bien porque hacemos menos actividad física y porque nuestro gasto calórico basal se ve disminuido por la propia edad. EFE/ Nacho Gallego

2. Enfocarse en calidad (y no en cantidad) de la dieta

La experta indica que la calidad de la dieta debe ser el objetivo.

Más variedad de alimentos de mejores fuentes nos proporcionarán los nutrientes que necesitamos, nos saciarán más y nos aportarán más energía que alimentos menos saludables.

“Por ejemplo, un plato grande de verduras asadas (más de 300 g de zanahoria, pimiento, calabacín y berenjena) acompañado de un buen trozo de tortilla de patatas parece mucha cantidad, pero un bocadillo tipo sandwich mixto o bikini, el cual puede parecer a simple vista una cena ligera, puede aportarnos más calorías, menos saciedad por su bajo contenido en fibra y mucho menor aporte de nutrientes”, señala la investigadora.

3. Rehuir de los alimentos ultraprocesados, envejecen

Los alimentos ultraprocesados envejecen. EFE/ Alberto Valdés.

Los alimentos ultraprocesados no solo afectan directamente a nuestra salud y nos acercan a desarrollar patologías crónicas evitables, sino que además envejecen.

“Nos vuelven más frágiles y aumentan nuestro riesgo de fallecer (incluso cuando no nos aportan más calorías). Pero es que, además, promueven el envejecimiento de nuestras células. Vamos, un cóctel para vivir menos y peor”, alerta Díaz-Rizzolo.

4. Consumir proteína

A pesar de que estudios previos parecían indicar que las cantidades de proteína que consumían los adultos mayores era suficiente, se ha visto que no es así.

Las necesidades de proteína ingerida se ven afectadas durante el envejecimiento y difícilmente se incorporan las cantidades necesarias en la dieta.

Pero, anecdóticamente, se ha observado que, a más proteína animal consumida, más fragilidad en el adulto mayor.

Por este motivo, la experta recomienda priorizar la proteína vegetal a la animal.

“Lo recomendable es consumir alimentos proteicos de origen vegetal. De hecho, la sustitución de solo un 3 % de la proteína animal por vegetal supone un descenso en el riesgo de mortalidad del 10 %”, explica la profesora.

5. Moderar los cereales y tubérculos

Las poblaciones más longevas siguen patrones de dieta moderadamente ligera en alimento ricos en carbohidratos, como el arroz, la pasta y la patata.

No obstante, consumir esas grasas de origen vegetal puede suponer una prevención de desarrollar patologías durante la vejez y protegen frente al envejecimiento celular.

La investigadora de la UOC aconseja moderar los cereales y tubérculos y aumentar los frutos secos, el aceite de oliva y los aguacates.

“Por eso, una alimentación sin restricciones y con una amplia variedad de alimentos de origen vegetal puede ser nuestro mejor aliado para vivir más y mejor”, concluye Díaz-Rizzolo.

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Nutrición

Los tres frutos secos que debes incluir en tu dieta diaria para sentirte con energía

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Los frutos secos, considerados por muchos nutricionistas como elementos fundamentales en una dieta saludable, no solo destacan por su sabor exquisito y su versatilidad culinaria, sino también por sus beneficios nutricionales. Pablo Ojeda, conocido nutricionista, ha revelado sus tres frutos secos favoritos por su excepcional valor para la salud: las almendras, las nueces y, compartiendo el tercer puesto, los pistachos y los anacardos.

Tienen un alto valor nutricional

Almendras, nueces, pistachos y anacardos, los frutos secos más destacados

Almendras, las favoritas de Ojeda, destacan por su capacidad para mantener un buen control glucémico, siendo ideales incluso para personas con diabetes debido a su bajo índice glucémico. Rica en vitamina E, grasas saludables y minerales como el calcio, las almendras ofrecen casi 20 gramos de proteínas por cada 100 gramos, superando a la leche en la provisión diaria de calcio.

Las nueces, clasificadas como contribuyentes a mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (ESA), son esenciales para una dieta equilibrada. Consumir 30 gramos diarios de nueces puede tener beneficios significativos para la salud cardiovascular.

Pistachos y anacardos, en el tercer lugar según Ojeda, ofrecen diferentes ventajas. Los pistachos, ricos en fibra y con un fuerte efecto saciante, son ideales para controlar el hambre entre comidas y mejorar la salud ocular. Los anacardos, además de ser versátiles en la cocina, aportan triptófano, esencial para la producción de melatonina y serotonina, hormonas vinculadas al bienestar y la felicidad.

Contribuye a una mejor salud cardiovascular

La cantidad diaria recomendada es de 30 gramos

El consumo moderado de frutos secos se destaca como crucial, ya que, a pesar de sus beneficios nutricionales, poseen un alto contenido calórico. La cantidad diaria recomendada es de 30 gramos, aproximadamente un puñado, para evitar problemas digestivos.

Incorporar frutos secos en la dieta no solo contribuye a una mejor salud cardiovascular, sino que también ayuda a mantener un peso equilibrado, controlando la ingesta de alimentos y reduciendo el picoteo entre horas. Además, estos alimentos, ricos en hierro y otros minerales, potencian la función cerebral y protegen el corazón.

Más allá de sus beneficios para la salud, los frutos secos añaden una dimensión única a la gastronomía, aportando texturas y sabores distintivos. Su versatilidad permite su uso en una variedad de platos, desde recetas dulces hasta opciones saladas.

https://www.lavanguardia.com/

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Nutrición

Los beneficios para la salud de comer tomate (crudo y cocido)

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En ensaladas, en salsas, asados o en sopas…

El tomate suele ser una suerte de comodín en la cocina que va con casi cualquier cosa y levanta el sabor de cualquier plato.

Fácil de conseguir, y relativamente económico, nos resuelve más de una comida.

Pero, además, el tomate nos aporta una serie de beneficios para la salud, tanto si lo ingerimos crudo como cocido.

Aunque lo consumimos como una hortaliza, desde el punto de vista de la botánica el tomate es una fruta.

  • Existen cerca de unas 10.000 variedades de tomates que difieren en su tamaño, forma y color, pero el que predomina es el rojo.

Cuestión de color

Y es justamente este color lo que lo convierte en un alimento muy interesante a nivel nutricional, según explica Gemma Chiva-Blanch, profesora de Nutrición de la Universidad Abierta de Cataluña, en un artículo publicado recientemente en The Conversation.

“El cromatismo de los vegetales viene dado por unas sustancias, los polifenoles y los carotenoides, que cubren el espectro desde el amarillo (del limón) al morado (de la berenjena, por ejemplo).

“El tomate es rojo porque contiene gran cantidad de estos compuestos, aunque hay distintas variedades con diferentes colores que tienen mezclas distintas de polifenoles y carotenoides”, señala Chiva-Blanch.

Estos compuestos bioactivos tienen un efecto antioxidante y antiinflamatorio.

Enfermedades cardiovasculares

Para hacernos una idea, una porción de 80 gramos de tomate contiene cerca del 5% del potasio que un adulto necesita al día.

Consumir alimentos ricos en potasio está asociado a un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares y puede estar asociado también a un menor índice de enfermedad coronaria.

Los tomates contienen además un compuesto llamado licopeno que, además de tener un efecto antiinflamatorio y antioxidante, tiene el potencial de reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según varios estudios.

Incluso sin preparación alguna, solo condimentados con un poco de sal y aceite de oliva, los tomates pueden ser muy sabrosos.

Chiva-Blanch señala que el licopeno es “uno de los pocos compuestos en los alimentos que se absorbe mejor si nuestro protagonista (el tomate) está triturado”, como en el caso de la sopa fría española conocida como gazpacho u otra versión llamada salmorejo, típica del sur de España, o cocido.

Y si bien es cierto que, al igual que otras frutas y verduras, el tomate pierde vitaminas y minerales cuando se somete a altas temperaturas, diversos estudios apuntan a que el licopeno, por el contrario, intensifica su potencial antioxidante con el calor.

También es recomendable consumir el tomate cocido con aceite de oliva, que contribuye a que se asimilen mejor sus compuestos.

Según la revista Good Food de la BBC, gran parte del contenido de carotenoides está en la piel del tomate, por lo cual, en lo posible, es recomendable no pelarlo para obtener un máximo beneficio.

Más beneficios

Otros beneficios de los fitoquímicos que contiene el tomate es que mantienen la salud de los ojos y pueden tener un efecto protector contra la degeneración macular vinculada a la edad y otras enfermedades de la vista.

Chiva-Blanch señala también que las personas con diabetes, con más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, que consumen más tomates “tienen una menor carga esclerótica y por lo tanto un menor riesgo cardiovascular”.

A modo de guía, 80 gramos de tomate representan una de las cinco porciones de frutas y verduras al día que recomienda la Organización Mundial de la Salud como parte de una dieta saludable.

80 gramos de tomate equivalen aproximadamente a un tomate tradicional o 7 siete tomates cherry.

https://www.bbc.com/

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