Opinión
Nuevas vanguardias: organizaciones revolucionarias en el siglo XXI
Published
2 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Pero ante todo requiere persistencia en las revoluciones integrales plenas de amor por el ser humanos y su maravilloso entorno natural.
Hablamos de vanguardias capaces de reivindicar y renovar el concepto de las soberanías específicas de nuestras naciones en una soberanía más grande, de carácter multinacional y multiétnica, vanguardia de las nuevas independencias nacionales y la nueva independencia continental.
Se trata precisamente de una vanguardia que sea capaz de defender la pertinencia estratégica de un nuevo socialismo, lo cual exige de un proceso de recreación del proyecto revolucionario respecto a los modelos estatistas-burocráticos que colapsaron en el siglo XXI.
Sólo así puede superarse dialécticamente la derrota estratégica sufrida por los socialismos del siglo XX y dotar a esta nueva época de un nuevo mito revolucionario.
Las vanguardias de las democracias participativas, de la nueva independencia y el socialismo del siglo XXI, deben ser vanguardias del pueblo trabajador y de los pobres, vanguardias indígenas, vanguardias feministas, vanguardias ecologistas-ambientalistas, vanguardias anti-racista y anti-xenófoba, y fuente de juventud combativa.
Las capacidades innovadoras de los pueblos son inagotables. ¿Quién iba a pensar que una organización de militares-intelectuales venezolanos, de militares revolucionarios, junto a un conjunto de dirigentes históricos de las izquierdas, se iba a convertir en un importante factor de reconstitución inicial de la vanguardia política revolucionaria de Venezuela?, todavía pendiente de un proceso de avance, reflexión y reajustes en mayor escala y profundidad, siempre presente los riegos de estancamiento y regresión si no se consolida esa fuerza conductora.
Cada vez está más claro que para avanzar en las transformaciones anticapitalistas en medio de la presente crisis integral del capitalismo, para crear socialismo desde la resistencia, la movilización y la indignación, se necesita avanzar en la conformación de las vanguardias socialistas necesarias para estos nuevos tiempos.
· El cambio y las izquierdas necesarias.
El cambio necesario –como sugerían los Sin Tierra de Brasil- nos exige «formación-conciencia», «organicidad-estructuras» y «movilización-lucha». Esa es la médula de las enseñanzas de Lenin deformadas por el estalinismo y otras corrientes dogmáticas.
Esto implica un pensamiento colectivo basado en líneas bien definidas y un accionar en correspondencia con el mismo: «Pensar y actuar, pensar y hacer», unidad dialéctica.
Exige claridad respecto a la realidad donde se actúa y precisión de objetivos.
Exige al tiempo de una reformulación de las vanguardias, una especie de rearme y re-formulación de la insurgencia necesaria para abrirle cauce a la derrota de un capitalismo decadente y destructivo, y recrear y rearmar la utopía socialista como sueño realizable.
· Qué tipo de insurgencia ante un poder tan destructivo.
No hay espacio ni razón para renunciar a la rebeldía global, a la insurgencia global, a la contra-violencia violenta, aunque sea necesariamente precedida y/o acompañada –y así es y será- de formidables movilizaciones “pacíficas”, las cuales frente a la agudización de la violencia dominante tienen sus puntos de agotamiento.
En la masividad de una insurgencia multifacética -no solo en las simples y heroicas guerra de guerrillas de los tiempos del Che, y no solo portando algunas armas de infantería- estará una de las claves de la conquista de una paz estable y duradera, desplazando poderes constituidos y creando poderes alternativos.
Otra de esas claves consiste en superar la propuesta de un poder que sencillamente se toma o se conquista, abriéndoles cauce al poder que se construye desde abajo por los y las de abajo. Que se consolida como poder paralelo en todo el territorio en disputa. Que se torna poder constituyente con capacidad de demoler el poder dominante representado por Estados al servicio del capital y de sus componentes empresariales, con capacidad para crear lo nuevo.
Así creación, desarrollo toma y destrucción del viejo poder irían de la mano, desatando múltiples energías positivas.
La vía seria necesariamente la combinación de todos los métodos, tanto lo impropiamente llamados pacíficos como los necesariamente violentos, en una escala que implique –según las características de cada instancia, vanguardias y pueblos, y con variados niveles de ejercicio de todas las modalidades de acción en cada componente.
Esto exige de una autentica revolución tecno-científica (incluida la vertiente de inteligencia y la guerra digital y mediática) en el seno de las fuerzas transformadoras, y de un apego irrenunciable al carácter multitudinario de las resistencias y las ofensivas populares hasta el punto que logren fraccionar y traspasar al campo popular-revolucionario importantes unidades y medios de alta calidad, capaces de ayudar a lograr un cambio plenamente favorable a los pueblos en cuanto a correlación de fuerza respecto a las elites dominantes.
Pero ante todo requiere persistencia en las revoluciones integrales plenas de amor por el ser humanos y su maravilloso entorno natural.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.