Hay un principio universal del derecho que considera inocente a cualquier imputado hasta que las pruebas presentadas en un juicio público, oral y contradictorio diga lo contrario, lo cual todavía no ha ocurrido con los imputados en el caso del soborno de ODEBRECHT.
Sin embargo, el hecho de que el Ministerio Público haya dispuesto la detención de una serie de personajes se asume que en las próximas horas se buscará imponerles medidas de coerción, las cuales tienen que estar fundamentadas en la aportación de pruebas irrefutables.
Ahora, el sólo hecho de que estos funcionarios e importantes dirigentes políticos hayan sido detenidos de manera aparatoso demuestra que hay tantas pruebas contundentes en su contra que el Ministerio Público no puede soslayarlas, cuya realidad define a estos individuos como personas que se las han pasado jugando el país con un discurso anti-corrupción, pero con los bolsillos llenos de dinero de esa forma incorrecta de proceder.
Por ejemplo, Temístocles Montás, Ministro de Industria y Comercio, que durante la contienda interna del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se convirtió en el principal cuestionador del ex-presidente Leonel Fernández, quien tampoco está libre de culpa, pero que sólo un hombre sin moral puede atacar a otro que ha cometido el mismo pecado.
Hay una famosa expresión que dice: “Cuando usted vive en una casa con el techo de cristal no le tire piedras a su vecino”
Sólo una persona con un gran descaro puede incurrir en semejante comportamiento, sobre todo porque Temístocles Montás es una persona de una gran influencia en el Gobierno y en el partido oficial, ya que es miembro del Comité Político, cuya condición requiere para su apresamiento la existencia de pruebas que no merecen el más mínimo cuestionamiento.
Lo propio habría que decir de Julio César Valentín, senador y miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, cuyo apresamiento debió contar con la aprobación del presidente Danilo Medina, pero éste es un personaje de un plumaje muy extraño, porque su rostro genera muchas dudas, dado que se la pasa promoviendo una conducta ética y transparente, pero cuando estuvo en la Cámara de Diputados su comportamiento dejó mucho que decir.
Otro apresado que también siempre fue generador de dudas, es Andrés Bautista, presidente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), quien durante la pasada campaña electoral se comportó de una forma muy cuestionable, a pesar de que quiere vender una imagen de hombre serio.
Tanto él como otros dirigentes del PRM han tenido un cierto activismo a través de la Marcha Verde, cuya participación en las actividades de este movimiento ciudadano no daña para nada este mecanismo de lucha en contra de la corrupción, porque el mismo no es fiscal ni puede impedirle a nadie la asistencia a sus eventos.
Pero cualquiera se pasaría la semana hablando de las dudas que genera, incluso, el PRM como organización que dice haber nacido para cambiar la forma de hacer política en la República Dominicana.
En lo que respecta al PRM hay que decir que está lleno de distorsiones, irresponsabilidades e inconductas como el PLD, el PRSC, cuya mayoría de dirigentes en vez de presidir estas organizaciones debían guardar prisión en las cárceles del país.
Lo que pasa es que la cultura de la doble moral ha permitido que en la República muchos ladrones vendan la imagen de hombres serios, quienes generalmente reciben el apoyo de comunicadores bocinas que siempre apelan al clichet de que cualquiera de esos sinvergüenzas son hombres o mujeres serias.
Penosamente los que así hablan no tienen ningún mecanismo para avalar sus aventureras afirmaciones, las cuales no son más que parte de lo que pasa en la República Dominicana, donde los políticos que abrasan y protegen a un amigo se convierten en un Dios para ellos.
El caso Odebrecht todavía va dejar mucho de que hablar, porque habrán muchas cosas que incluso la propia Procuraduría General de la República buscará esconder para favorecer a las figuras más importantes del Gobierno.
Es bueno que todos tengan claro que los involucrados en este caso se van a conocer, ya sea por las informaciones proporcionadas a la Procuraduría General de la República o porque las autoridades estadounidenses o de Brasil lo hagan público.
De manera que las autoridades dominicanas no tienen otra opción que procesar a gente como Temístocles Montás y Julio César Valentín, quienes cuentan con la base suficiente en el PLD para salir impunes, pero que hacerlo sería jugar al desprestigio total del Gobierno de Danilo Medina.
Sólo el carácter multinacional del escándalo se constituye en la principal presión para que en este caso no pase lo de siempre, la poca transparencia y la impunidad, porque sería jugarse el todo por el todo.