La tecnología y el consumismo han mermado el uso de algunos servicios que ofrece estos trabajos
SANTO DOMINGO. En República Dominicana los ciudadanos desarrollan miles de ocupaciones para lograr su sustento, algunas tan desfasadas que están siendo desplazadas por la tecnología y el consumismo. Un ejemplo de ello, es la función del cartero.
Para los años 90 todavía la correspondencia dominaba más del 90% del trabajo en el Instituto Postal Dominicano (Inposdom), ahora solo representa el 40%, lo que ha obligado a que los carteros añadan la entrega de paquetes a su función. La llegada de la tecnología ha sido la causa.
Esa escasa demanda del servicio también se viene sintiendo en el área de la costura. Quienes desarrollan el oficio aseguran que ya es difícil encontrar una modista en los barrios. Indican que la venta de ropa de paca, es el motivo. Con menos dinero te puedes vestir.
Diario Libre hizo un conteo de los oficios que se encuentran en peligro de desaparecer en el país y algunas de las personas que aún lo desempeñan.
Demetrio Vásquez
Cartero, 23 años en el oficio
Sustituto: Correo electrónico
¡Mamá te llegó la carta! ¡Mamá llegó el cartero, el cartero! Así reciben a Demetrio Vásquez, cartero del Instituto Postal Dominicano (Inposdom).
“Comencé aquí a trabajar como ayudante de un cartero, luego me fijaron para trabajar en el área del Mirador Norte, estoy hablando del 1994 y hasta la fecha estoy en ese sector. Ahí todos me conocen. Hay cartas que salen que no tienen número pero ya identifico de quién es. Con este trabajo mantengo mi familia”.
Demetrio quien como cartero devenga un salario de RD$11,000, distribuye unas 50 correspondencias, en su jornada de trabajo de tres horas al día.
“Son cartas que vienen de los campos del territorio nacional y de diferentes países, especialmente Estados Unidos y España”, detalló.
Reconoce que el servicio del cartero ha cambiado mucho con el paso de los años. Recuerda que antes se desplazaban caminando para distribuir la correspondencia, ahora lo hacen en motor.
“Antes llevábamos más cartas pero la tecnología las ha reducido, sin embargo siguen llegando”, aseguró.
Lucía Marmolejos
Modista, 38 años en el oficio
Sustituto: Ropa de paca y tecnología
Lucía y su esposo son modistas. Ella comenzó en el año 79, a la edad de 16 años a realizar este oficio que, asegura, para quienes llegaban del campo a la ciudad era como un sueño.
“También era común dedicarse a bordado y tejido, pero ya esas son cosas que asimismo están desapareciendo, quizá porque la tecnología ha avanzado y las máquinas hacen los bordados”, precisa la mujer de 54 años.
Además de hacer su oficio, Lucía lo enseña a las estudiantes de programa Progresando ubicado en Manoguayabo.
“Digo que la población de ahora tiene menos interés de prepararse, antes en cada barrio tú sabias dónde había una modista, pero ya que se dediquen a coser a la medida en los barrios, encuentras muy poco. Pienso que es una pena que el oficio esté desapareciendo porque a veces te topas con personas que te dicen que no encuentran quién le cosa”, resalta.
Subraya que la venta de ropa de paca ha disminuido la solicitud del servicio, pero señala que a pesar de ello, es un oficio necesario porque “la ropa que tu compras nunca te queda a la medida”.
“Y es un oficio rentable. En un día te puedes ganar hasta RD$5 mil”.
Jeancarlos Peñaló
Relojero, tres años en el oficio
Sustituto: Consumismo
Jeancarlos aprendió de su padre el oficio que realiza desde hace tres años.
“Me motivé a ser relojero porque no me gusta ser empleado. La crisis está fuerte, los empleos están complicados y los jefes son muy exigentes. Pero estoy pensando en un plan para dejar este oficio en un futuro inmediato”, comenta.
No explica por qué quiere dejar este trabajo que desarrolla de 10 de la mañana a 5 de la tarde. Solo reitera que busca pasar más tiempo libre.
“El trabajo te roba gran parte de tu vida, eso no tiene sentido. Los tiempos de antes no son los mismos que ahora, la gente no trabajaba tanto y pasaba más tiempo con su familia, ahora no, el trabajo esclaviza, se vive en una rutina. El mundo el hombre lo ha complicado demasiado”, comenta y finaliza con una sonrisa.
El joven de 23 años aprendió el oficio en 15 días.
“Los clientes me traen relojes con problemas de circuito, rodaje trancado, humedad, caída, piezas rotas y pilas. Tengo relojes que reparo en 15 minutos y otros en dos meses. Me va bien porque no tengo deudas, no tengo problemas, suplo mis necesidades”, destaca.
Luego de cursar el cuarto de bachillerato hizo un técnico en Electricidad.
Andrés Sánchez
Zapatero, 38 años en el oficio
Sustituto: Consumismo
Para Andrés la zapatería es una tradición familiar.
“Comencé en la zapatería por tradición. Mi abuelo y mi papá fueron zapateros y ese fue el oficio que me gustó. Comencé a los nueve años la zapatería, trabajaba como aprendiz haciendo mandados y me pagaban un peso semanal. Desde ahí me dediqué a la reparación de zapatos. Aprendí en varias máquinas”, relata.
Ahora también arregla bultos, carteras, y asegura no hay una cosa que no repare.
“Trabajo de 8 a seis de la tarde. La reparación ha bajado como en todos los negocios pero siempre uno se mantiene y da para pagar la casa, no se necesita otro trabajo”, subraya el hombre mientras cose un zapato que recién le entregó un cliente.
Llegó hasta segundo de bachillerato.
Pablo Hidaldo
Ascensorista, cinco años en el oficio
Sustituto: Uso propio del ascensor
Pablo ha perdido el miedo a quedar encerrado en un ascensor. Trabaja unas diez horas al día en uno de estos.
“Mi oficio es subir a las personas hacia su área de trabajo. Si el ascensor presenta alguna dificultad los auxilios. Lo que más me gusta es que conozco a muchas personas, por lo general cariñosas”, resalta el joven de 33 años.
Pablo, de poco hablar, dice que el salario que devenga de este oficio lo toma para el sustento de sus dos hijos.
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