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Otra vez encuestadoras venden al pueblo dominicano un falso posicionamiento de algunos candidatos.

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La compañía Mark Penn publicó hace algunos días otra encuesta en la que coloca al alcalde del Distrito Nacional por encima de todo el mundo en popularidad, ya que aparece con un 57 por ciento de favorabilidad un 27 de desfavorabiridad, mientras que en esa misma medición Luís Abinader registra un 57 y un 38 en el mismo renglón.

Danilo Medina aparece con un 50 por ciento de favorabilidad y un 48 de desfavorabilidad, seguido del candidato presidencial del PLD con 47 y 42  y Leonel Fernández con 45 y 53; Guillermo Moreno con 30 y 46 e Hipólito Mejía con 35 y 62.

Esta compañía encuestadora acertó en su medición durante la contienda electoral de las primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), lo cual le permite con mas fuerza  manipular las respuestas de la gente o sencillamente llevar al consultado a responder en función de los intereses que representa Mark Penn.

Son muchos los que se hacen de la vista gorda frente a la manipulación que se produce con mediciones como éstas, pero la realidad es que esta empresa de medición científica sabe muy jugar muy bien con la verdad y la mentira.

Esto así, porque nadie puede negar del rigor científico que siguen las encuestas para determinar el posicionamiento de los diferentes candidatos que participan en una contienda electoral, pero la manipulación se puede dar hasta con la formulación de una pregunta para tener la respuesta buscada en función de los intereses que se representan.

Debe decirse que nadie niega que el alcalde del Distrito Nacional ha hecho una buena gestión, pero que quieren ponerlo a correr antes de caminar, máxime cuando se sabe de más que no cuenta con mucho carisma y que su triunfo fue el resultado de las redes sociales.

No es lo mismo ser candidato a una alcaldía que a la presidencia de la República, pero el interés del grupo económico y del mediático que están detrás de la promoción y de vender una percepción que está lejos de la verdad, es por motivos neoliberales. 

La encuesta de Mark Pen que se publicó el pasado 24 de octubre de este año de 2019 fue desmentida en indirectamente  en un análisis del periodista Juan Bolívar Díaz, quien publica sus trabajos periodísticos en prácticamente todos los diarios digitales del país, incluido SIN, donde tuvo un programa el hoy alcalde del Distrito Nacional.

En la encuesta citada por el periodista Díaz, la cual fue pagada por un grupo de empresarios y que fue  realizada durante los 24 y 26 de octubre, es decir el mismo día de la publicada por Mark Penn, arrojó como resultados que Luís Abinader tiene de popularidad un 38.5; Gonzalo Castillo 25.6; Leonel Fernández 17.3; Ranfis Trujillo 2.5 y David Collado 0.8 y Guillermo Moreno 0.6., mientras que 13.7 dijo que no sabe y un 1 por ciento dice que por ninguno.

Como se puede ver en este trabajo de medición científica para determinar la popularidad de los diferentes candidatos,  David Collado aparece ni con un uno por ciento, el cual desmiente totalmente los numero arrojados durante la encuesta de Mark Penn.

Esta publicación es una manipulación que busca decir lo que le interesa a un grupo económico de la República Dominicana y para cuyo fin se supone que invierte grandes sumas de dinero tanto en la compañía encuestadora como en el grupo mediático que juega un papel importante en estas manipulaciones.

Esta encuesta fue hecha casi inmediatamente después de otra que se había hecho para medir  los precandidatos en las primarias, sobre todo en las peledeistas, en las que también se metió de carambola la supuesta popularidad de Collado.

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Las alianzas electorales con el que ostenta el poder es una forma de confabularse con lo mal hecho y con la corrupción administrativa.

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Por Elba García

La alianza político-electoral en la práctica es una especie de complicidad con el que maneja los recursos públicos de forma inadecuada y desviada de una proclamada conducta ética que en el fondo es todo lo contrario a lo que se pregona.

El actual proceso electoral, que incluye las municipales del pasado 18 de febrero y las presidenciales y congresuales del próximo mes de mayo, es una expresión del alto nivel de distorsión que sufre la democracia dominicana, ya que la mayoría de los partidos políticos pequeños que han apoyado al PRM avalan y promueven su conducta de actuar al margen de las leyes del régimen electoral.

Está comprobado que todos estos partidos son más de lo mismo, cuya única razón para adherirse al que está en el poder es preservar su reconocimiento ante la Junta Central Electoral (JCE) y de esa manera continuar con el recibimiento de fondos económicos a través de un apoyo que no es propio.

El asunto ha tomado ribetes tan preocupantes que aun aquellos pequeños partidos que mantenían un supuesto apego a principios éticos y que proclaman que trabajan por un mejor país, hoy están sumados al partido oficial, pese a que la conducta del PRM no dista tanto de la que han asumido el PLD y el líder de la Fuerza del Pueblo (FP) de Leonel Fernández.

El asunto luce mucho para contaminante cuando partidos como Alianza País mantiene una alianza con Luis Abinader sin dejar la menor brecha de distanciamiento, cuyo presidente de esa organización y candidato a la senaduría del distrito nacional, Guillermo moreno, está integrado como el que más a la campana a la reelección, lo cual implica admitir como válida la conducta de los oficialistas en lo que respecta a la compra de votos y de cualquier otra trampa propia de la politiquería nacional.

Es una vinculación política que no deja espacio para plantear alguna diferencia con el comportamiento antiético del PRM y de sus funcionarios, lo que deja claro que aunque este partido de Moreno tiene diferencias de forma, no de fondo, con los partidos que conforman la oposición, lo define como más de lo mismo y prácticamente lo deja sin moral para en otra contienda electoral reasumir el discurso moralista que enarboló en el pasado.

Todo este cuadro plantea que el panorama dominicano camina hacia una profundización de la legitimación de las inconductas de los actores de la vida política nacional, cuyas consecuencias alejan las posibilidades de mejorar la democracia nacional.

Sin embargo, en el campo electoral no se puede negar que han surgido otras propuestas que aparentan sustentar un discurso de cambio en el Estado dominicano, como por ejemplo el doctor Roque Espaillat (El Cobrador),  pero las herramientas que usa para buscar alcanzar la meta de presentar una propuesta creíble también se ha desvanecido, porque ha canalizado sus aspiraciones a través de un partido que representa la misma corrupción o tal vez peor de la que se les atribuye a los que en las últimas décadas han controlado el estado.

Concretamente, hay que referirse a lo que parece lo más parecido a un “mesías”, cuyo discurso busca aproximarse a Nayid Bukele de el salvador, lo cual le da un matís poco original y sin tomar en cuenta las diferencias entre las sociedades dominicanas y la del país centroamericano.

Lo cierto es que si bien causa preocupación los altos niveles de coincidencias entre los “moralistas” de hace algún tiempo y que ahora están abrazados a la reelección sin importar cómo impacta esa conducta a su futuro político, lo mismo ocurre con personajes aparecidos como “salvadores” de la noche a la mañana que buscan convertirse en candidatos a cualquier precio, proyectando una diferencia que en el fondo no existe y que no pasa de la expresión aquella de «quítate tú pa-ponerme yo».

Este periódico siempre ha sostenido que para que en la República Dominicana pueda producirse un cambio verdadera debe ser a partir de una propuesta político-electoral que primero busque restablecer valores y entonces dar los pasos a través de un proyecto de nación a 40 años que se apoye en una dirección colegiada y cuyos líderes siempre sean sometidos al escrutinio del ciudadano para que haya una especie de cedazo.

Ello así porque en la República Dominicana por razones de su herencia histórico cultural a través de la política partidista se reproducen permanentemente una serie de antivalores que promueven un cacicazgo que hace que las organizaciones que se dedican a estos fines  sean en realidad sociedades comerciales al servicio de particulares y no de los valores cívicos y democráticos.

Los partidos políticos son empresas comerciales individuales que regularmente o prácticamente siempre tienen un dueño que incluso se apropia hasta de los fondos que proporciona la junta central electoral (JCE) sin rendirle cuenta a nadie, pero quien además negocia con el partido en el poder para exigir prebendas y beneficios muy personales.

Siendo así, si en el país no surgen propuestas político-electorales sobre la base de la construcción de un liderazgo colegiado, cuya única superioridad entre sus actores sea el talento a fin de respetar un principio constitucional como el de igualdad, a fin de que se  requiera que todo aquel que persigue ser aspirante a la presidencia de la República sea sometido a un proceso de legitimación que no deje la menor duda de su apego a principios verdaderamente democráticos.

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R.D. entre impostores, corruptos, doble moral y falsos demócratas.

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Se imponen a todos los niveles las aspiraciones individualistas y las propuestas políticas sobre la base de la herencia histórico-cultural dominicana sustentada en el caudillismo, el jefismo, el patriarcado, el machismo, el amiguismo y hasta y el hembrismo.

Desde el nacimiento de la República Dominicana los liderazgos antidemocráticos y personalistas han marcado la historia del país, lo cual representa que el anhelo de tener una democracia real y auténtica se distancie en el tiempo.

La revolución restauradora, aunque fue una de la más hermosa lucha por la independencia definitiva de la nación, también  fue uno de los acontecimientos que mostró hasta dónde el espíritu individualista de los actores de la vida política nacional ha impedido que una serie de logros se concreten, porque ponen los intereses particulares por encima de los colectivos.

En los actuales momentos cuando se inicia lo que parece ser el fin de la partidocracia aparecen unos supuestos mesías que no les interesa para nada que en el país se articule una propuesta auténticamente democrática y apoyada en un proceso de legitimación que conlleve el aglutinamiento de todos aquellos dominicanos que realmente anhelan un cambio en el Estado.

El último aparecido en el escenario nacional es el doctor Roque Espaillat, quien acaba de renunciar a la candidatura presidencial por el Partido Socialista Cristiano (PSC), el cual tuvo una votación en las elecciones municipales recién pasadas  de unos 3,600 votos, lo cual luce haber llevado a la propietaria de esa organización política, Soraya Aquino, a aliarse con, según lo que se ha dicho, aunque todavía no ha salido nada oficial al respecto, con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y con la Fuerza del Pueblo de Leonel Fernández.

La candidatura de Roque Espaillat y de otra señora llamada Yadira Marte parece ser un proyecto lanzado por dos personas que se inscribe en esa herencia histórico-cultural del pueblo dominicano y en otras fórmulas que han surgido a nivel internacional, como por ejemplo en Argentina con Javier Miley y en El Salvador con Nayid Bukele, que consisten en  deseos individuales y personalistas, independientemente de cualquier logro que hayan tenido.

Este proyecto político busca  extrapolar hacia el país unas propuestas políticas de naciones que no necesariamente tienen similitudes con la República Dominicana.

Sin embargo, hay un marcado interés en que el dominicano asuma el proyecto político salvadoreño como propio, lo cual deja una sensación muy amarga, porque es una forma de que los supuestos cambios enarbolados no serían genuinos y la motivación de que así sea obedece a un afán de casarse con la gloria a cualquier precio.

El afán de poder lleva a quienes sirven de soporte a las aspiraciones de Roque Espaillat a inventarse incluso unas supuestas encuestas en la que él aparece por encima de todos los demás candidatos presidenciales, incluido el favorito Luis Abinader, lo que indica que “El Cobrador”, como también se le conoce, recurre a las malas artes de los que él pretende combatir con las mismas mentiras y engaños al pueblo dominicano y con la manipulación o la invención de mediciones que no se han hecho.

Son cosas que nadie se las cree, pero esa mentira crea un impacto en la gente de que se está frente a otro mentiroso y estafador de la opinión pública, ello independientemente de que Luis Abinader, Leonel Fernández, Abel Martínez y Danilo Medina apelen también a esa manipulación.

Pero cualquier cosa que digan los partidos de la partidocracia nacional no merece ningún crédito, por lo que en este momento está erosionada la imagen de esas organizaciones tradicionales.

Pero parece que la conducta de Roque Espaillat toma un derrotero aún más preocupante, porque a raíz de lo ocurrido con el partido que lo llevaba de candidato, ha surgido la versión de que “El Cobrador” está en proceso de aliarse con Ramfis Domínguez Trujillo, nieto del dictador Rafael Leonídas Trujillo, cuya foto al respecto ha sido colocada en el internet,  lo que no sorprende porque hay quienes lo ubican  en los entornos del expresidente Joaquín Balaguer, pero más concretamente a que sus pretensiones están  apoyadas en los antivalores que forman parte de la herencia histórico-cultural del pueblo dominicano, lo cual tiene un alcance que pone en tela de juicio el elemento ético que esgrime  como su principal carta de presentación, ya que los cuestionamientos en contra de Domínguez Trujillo son  muchos y muy variados.

Otra aparente mentira que difunden algunos de los que están en los alrededores de Roque Espaillat es que Ulises Francisco Espaillat es su bisabuelo, lo que no parece ser así, ya que este prócer dominicano tiene vínculos familiares muy estrechos con sectores de la oligarquía dominicana, como Alejandro Grullón, dueño del Banco Popular Dominicano (BPD), entre otros.

Ese detalle plantea que entonces podría estarse frente a una persona que difunde informaciones que no se corresponden con la verdad para vender una imagen que lo bien posesione en el escenario político nacional, máxime sus vínculos familiares con Ulises Francisco Espaillat Quiñones, quien los tuvo con figuras como el expresidente Salvador Jorge Blanco, Víctor Espaillat Mera y con otros personajes de la oligarquía nacional.

El primer apellido de Roque se escribe exactamente como el de Ulises Francisco Espaillat, pero nótese que el segundo es Tavárez, el cual se diferencia de los Tavares que provienen de la familia oligarca de Santiago y que tienen un vínculo filial con el prócer en referencia, cuyo apellido se escribe con S, no con Z.

Las hembras de estos Taváres, que fueron los dueños de la famosa tienda el Gallo de Santiago y el Ron Tavares, se matrimoniaron con hombres de otras familias también vinculadas a la oligarquía como Domingo Bermúdez, quien fue el esposo de Julia Taváres, mientras que su hermana Rosa contrajo matrimonio con Don Marco Cabral Bermúdez, hijo de José María Cabral y Báez.

Igual ocurre con la familia León Jiménes, la cual cambió la S por la Z talvez para diferenciarse de los Jiménez, cuyo hermano más viejo de esta familia, Don Eduardo, ya fallecido,  también estuvo casado con Ana María Tavares  Grieser, otra de la referida familia, quienes no procrearon hijos.

Esta aclaración histórica tiene su razón de ser en razón de que no parecen claros y podría que se trate de un error cuando se dice por los medios de comunicación que Ulises Francisco Espaillat Quiñones es el bisabuelo de Roque Espaillat Tavárez.

Otra versión que no parece tener mucha credibilidad es la revelada por el propio Roque Espaillat, en el sentido de que alguien le ofreció un millón de dólares para que lo invirtiera en su campana electoral, ya que se sabe que los empresarios y los narcotraficantes ponen dinero en política cuando alguien tiene una real vocación de poder y posibilidades incuestionables de ganar unas elecciones, lo cual no parece ser el caso de este aspirante.

También ha habido una tergiversación por una persona que forma parte del proyecto de Roque Espaillat y Yadira Marte, en el sentido de que este aspirante y seguidor de Bukele de El Salvador ha rechazado los fondos que otorga la Junta Central Electoral (JCE), ya que ellos no tienen un partido reconocido por este órgano del Estado, porque la solicitaron y fue rechazada, es decir, que no cuentan con uno que tenga personalidad jurídica y en lo que respecta al Partido Socialista Cristiano (PSC), que lo llevaba como candidato presidencial, su legalidad data de hace algunos meses y los fondos se proporcionan luego de haber participado en una contienda electoral.

Estas aclaraciones obedecen a que no se puede querer corregir lo que está mal sobre la base de la manipulación y las mentiras, porque al ser así el país está frente a más de lo mismo, porque cuando se miente con una cosa igual ocurre con las otras.

Es procedente destacar que las criticas vertidas por Roque Espaillat y Yadira Marte tienen todo el asidero del mundo, pero lo preocupante del asunto es que digan cosas que ponen en tela de juicio su honestidad al utilizar la mentira como una herramienta para ganar capital político, lo cual crea una grave lesión a la pose ética que se quiera simular.

Ciertamente la República Dominicana debe proponerse crear una nueva camada de políticos que no mientan, que no muestren un afán desmedido por el poder, que tengan una profunda vocación democrática y que cualquier candidatura a un cargo público sea sometida para fines de su legitimación al escrutinio de los ciudadanos como una forma de que en el pais no se repita la historia del caudillismo, el jefismo, el patriarcado y la dictadura.

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Se inicia la lenta muerte de la partidocracia responsable de las grandes desgracias nacionales como la corrupción y la impunidad.

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El meta mensaje de las elecciones municipales si se le da una correcta lectura permite colegir que la partidocracia va camino hacia su total colapso en la República Dominicana, cuya abstención de los votantes llega en algunos lugares hasta a un 70 por ciento.

Los dominicanos fueron llamados ayer domingo para que se expresaran en las elecciones municipales, las cuales más que cualquier otra cosa han servido para enviar un mensaje contundente de que todos los partidos del país han entrado a un nivel de descrédito que indica que su existencia es relativamente corta.

De los resultados arrojados por las votaciones, se puede afirmar que todos los partidos que participaron en la contienda perdieron, que no es verdad que en términos reales haya ganadores desde la perspectiva de una buena democracia.

Tanto es así, que frente a la baja votación, calculada en un 46 por ciento, cuyo fenómeno también ha impactado al que aparece como triunfador en los comicios, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), cuyo alcalde elegido en el municipio de Santiago carece de legitimidad, ya que de un padrón de electores de 502 mil sólo acudieron a las urnas unas 160 mil personas, lo cual indica que el aparente vencedor  de esos comicios es también perdedor.

Pero este cuadro se extiende a prácticamente todo el país, donde los candidatos triunfadores han sido votados por una pírrica mayoría, lo que implica que la crisis del sistema de partidos en la República Dominicana abarca al oficial y a todos los de la oposición, incluidos los pequeños que les sirven de bisagra.

Lo ocurrido no fue previsto por ninguna compañía encuestadora en virtud de que todas son vendidas al mejor postor y también constituyen instrumentos de engaños al votante.

La abstención en las elecciones municipales calculada en un 53 por ciento a nivel general, presagia un cambio en el mapa político nacional, pese a que la vida de los partidos que han abusado de la administración del Estado podría extenderse en razón de que todavía en el país no ha surgido ningún proyecto político que pueda conectar con la gente y por el momento casi todas las propuestas son más de lo mismo.

Desde cualquier perspectiva que se analice el fenómeno ocurrido en las elecciones municipales no lleva a otra conclusión que no sea que la gente se hartó de la forma de hacer política en la República Dominicana, donde mientras la población sufre los rigores de la inseguridad ciudadana, el alto costo de la vida y la sustracción del patrimonio público, la indolencia de la clase política nacional sigue su curso como si nada ocurriera.

El hecho de que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) haya salido triunfador no quiere decir que también no haya sido seriamente cuestionado por la población y que  de alguna manera la gente no tenga una buena percepción de su gestión, la cual se caracteriza por la improvisación, la incapacidad y la deslealtad.

Participación Ciudadana estableció en su labor de observación de las elecciones municipales que el PRM fue el que tuvo el peor comportamiento, pero sin dejar de mencionar a los demás actores de la vida política nacional, quienes se dedicaron a la compra de votos y a la violación de las leyes del régimen electoral.

La cuestión ahora es que la gran perjudicada es la democracia nacional, la cual pierde permanentemente su credibilidad, porque la misma más que un instrumento de solución de los problemas nacionales, es manipulada en favor de intereses individuales y de grupos que no aportan nada para un verdadero cambio nacional.

El gran problema del sistema político nacional es que aquellos que son críticos de las inconductas de los funcionarios públicos no bien llegan al poder reproducen los mismos vicios y distorsiones, lo cual ha provocado que ya el votante no crea en nadie, absolutamente en nadie.

Sin embargo, personajes importantes de la partidocracia como Leonel Fernández, Danilo Medina, Miguel Vargas Maldonado y el propio Luis Abinader ya no esconden sus compromisos con individuos seriamente comprometidos con lo mal hecho y no se sonrojan con presentarlos como candidatos en las diferentes demarcaciones del territorio nacional.

De manera, que lo ocurrido este domingo en las elecciones municipales deja claro que se acerca el fin de los partidos que tienen sumergidos al país en el peor de los atrasos, en cuyo escenario las altas cortes también juegan su papel de complicidad, ya que no hay forma de que emiten sentencias que sirvan de escarmiento a los que se inclinan por las travesuras que caracteriza el partidarismo nacional.

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