El actual síndico de Santiago, Gilberto Serulle, además de carecer de alguna formación cultural y ético moral, ha perdido la vergüenza y en consecuencia profundiza sus acciones contra de los ciudadanos y ciudadanas del municipio de Santiago.
Este funcionario público ha llegado como ejecutivo municipal para depredar todo lo que sea perteneciente al Ayuntamiento, para cuyo fin opera con lo que muy bien podría llamarse como una asociación de malhechores.
Su primera tropelía tuvo que ver con la compra de unas yipetas de lujo para los regidores y otros funcionarios del ayuntamiento, pese a la oposición a tal propósito.
Pero Gilberto desde que llegó como síndico de Santiago nombró a su hermano Sigfredo en una importante posición en el cabildo, acción claramente de nepotismo y contraria a la ley.
Además todo el mundo sabe que Gilberto ha otorgado o firmado una serie de contratos grado a grado o cuando no con el apoyo de una sala capitular también compromisaria de las vagabunderías del alcalde, quien incluso es señalado como socio de las compañías que se dedican a la recogida de basura y aquellas que suplen de combustibles a la corporación edilicia.
Todo el que ha estado cerca de Gilberto Serulle sabe muy bien que llegó al ayuntamiento quebrado tras haber fracasado profesionalmente con el cierre de la clínica La Altagracia que operaba en la zona de Gurabito en Santiago.
Sin embargo, todo el mundo sabe de la fanfarronería de Gilberto Serulle, quien hace alardes de tener dinero cuando no tenía un centavo en que caerse muerto y parece que quiere aprovechar su condición de alcalde para satisfacer sus aspiraciones de convertirse en multimillonario sobre la base del robo del patrimonio público.
Probablemente el principal estímulo del ejecutivo municipal para dedicarse a la sustracción del patrimonio público es acumular una gran fortuna aprovechándose de que el dominicano ve como normal que los funcionarios se apropien de lo que no es suyo, sobre todo si él observa la impunidad en que se mueven Félix Bautista, Víctor de la Rúa y Leonel Fernández, entre otros, quienes a pesar de las pruebas existentes en su contra nadie se atreve a llevarlo al banquillo de los acusados.
Y es bueno que se sepa que en el Ayuntamiento de Santiago hay varios pequeños Félix Bautista, quienes acumulan fortunas frente a la mirada indiferente de muchos sectores del municipio.
Ahora el escándalo tiene que ver con la distribución de unos apartamentos construidos por el Ayuntamiento y la extracción de cuarenta mil pies cúbicos de materiales de construcción del río Yaque del Norte para ser depositados en Navarrete Industrial, compañía de un peledeísta de ese municipio, el cuál parece también ser socio de Serulle, quien para sus malos pasos cuenta con el apoyo de sus hermanos, ya que como recuas acuden a todas las actividades que organiza el cabildo.
Lo que pasa es que los Serulle primero son ellos de manera individual, es decir, Julián es juliancista, Rafelito es Rafelista, Gilberto es gilbertista y luego todos son serullistas, de manera que se apoyan uno al otro, no importa que bochornosa sea la causa.
Con Gilberto Serulle sólo queda un camino denunciarlo ante el ministerio público o presentar una querella formal en su contra, porque independientemente de los resultados por lo menos se logra una condena social, sino penal.
Gilberto Serulle tiene cierta prisa de llevarse a sus bolsillos los recursos del ayuntamiento, pese a que todavía le quedan cuatro años en el cargo.
Urgentemente hay que pedir una auditoria de la Cámara de Cuentas y posteriormente proceder legalmente en su contra a fin de inhabilitarlo para evitar que el ayuntamiento quede en total ruina.