Leo de la Rosa Merán
SAN JUAN, Puerto Rico.- Al escuchar las grabaciones de las conversaciones sexualmente explícitas que sostuvo con una menor de 17 años para tratar de coaccionarla a sostener relaciones sexuales, el predicador dominicano Leo de la Rosa Merán se mantuvo cabizbajo, y parecía tratar de esconderse debajo de la mesa de la sala del Tribunal Federal donde se le sentenciaría por su crimen.
De la Rosa Merán, de 45 años y predicador del Ministerio Sanidad Completa en Río Piedras, fue sentenciado este jueves a 10 años de prisión y 15 años de libertad supervisada, por intentar persuadir y coaccionar a una menor de 17 años a sostener actos sexuales. El juez federal José A. Fusté ordenó además que durante ese período tampoco podrá volver a predicar. El hoy convicto se había declarado culpable el 29 de agosto pasado.
En la lectura de sentencia, el fiscal federal Marschal D. Morgan presentó en sala las grabaciones de las conversaciones en las que con lujo de detalles se podía escuchar como el hoy convicto buscaba aprovecharse de su víctima. Las conversaciones ocurrieron entre noviembre del 2012 y mayo del 2013. La perjudicada dijo que grabó las conversaciones por miedo a que no le creyeran lo que sucedió.
Previo a escuchar la pena que se le impondría a De la Rosa, quien está casado y tiene hijos, y al conocer que el fiscal federal se disponía a presentar las grabaciones en sala, la abogada Melanie Carrillo informó a su cliente de lo que estaba por ocurrir y le pidió a los familiares y feligreses que fueron a apoyarle en sala que esperaran afuera.
Carrillo trató de minimizar los actos de su representado al indicar que la joven se graduó de escuela superior, que al momento de los hechos tenía 17 años y medio, por lo que era casi una adulta, a lo que el juez le preguntó: «¿Y?»
«Ella era una menor y él estaba en una posición privilegiada en un sentido de obtener lo que quería de ella. Era predicador, una persona con habilidad de convencer a las personas, de hablar. Bajo ese manto, hizo lo que hizo», manifestó Fusté, quien advirtió en ese momento que podía no honrar el acuerdo al que llegaron las partes para que cumpliera la pena mínima de 10 años y archivarle el cargo de producción de pornografía infantil que pesaba originalmente en su contra.
Fusté indicó, entonces, que «quiero oír las conversaciones» y el fiscal destacó que ese también era el deseo de la víctima, presente en sala, quien dijo se siente «aterrorizada por la comunidad y la congregación» de la iglesia a la que acudía y en la que conoció a De la Rosa Merán.
«Quiero escucharlas y quiero hacerlo en corte abierta», aclaró el juez, quien preguntó cuándo comenzaron las conversaciones entre ambos, y el mismo convicto contestó que iniciaron en noviembre del año pasado.
La primera conversación grabada es del 22 de abril pasado, en la que De la Rosa Merán le dice cosas como «Mami, te voy a … la lengua por ese … Tan rico que está» y le pregunta si prefiere un determinado acto sexual sobre otro, con lenguaje altamente explícito.
La segunda conversación fue el 8 de mayo, cuando emocionado, De la Rosa Merán le dice gritando: «¡Mami! ¡Mi prieta, mi cachetona! Diache, que bueno escucharte chula», y otras frases como «Puchunga de papi» y «Bebé». El hombre le dice a la entonces menor que se va de viaje a México y le pregunta detalles sobre su área genital. Luego agrega que pronto podrá tener relaciones sexuales «sin miedo a que tú eres menor, porque ya mismo tú cumples 18 años».
En la conversación telefónica el predicador agregó que se excitó por hablar con ella y le pide una foto de sus partes íntimas, a lo que ella contesta que no. Él insiste y le dice «potranca de papi, tú eres mi amor». En otra parte de la conversación, el expredicador ofrece prestarle un carro, pero le advierte que no le puede hacer daño a la carrocería y «no puedes andar con ningún hombre por ahí, mi puchunga» y le ofreció un BMW o un Mercedes, entre otros vehículos.
La tercera conversación telefónica ocurrió el 16 de mayo pasado, cuando él le pide verle «la barriguita» y le decía querer «oler tu respiración» y que estaba «desesperado por verte, yo hago lo que tú me digas que haga», y le pide una foto «aunque sea de tu boca, para verte». Sin embargo, le dice que al otro día tenía que predicar a las 10:00 p.m. y que creía que ya su esposa había confirmado su compromiso para predicar a una iglesia «Mission Board».
De la Rosa Merán le propone, entonces, encontrarse en el estacionamiento de un centro comercial. Ella le pregunta para qué, y él le responde «a hacer mardades (sic)». Ante su pedido, la entonces menor accede a enviarle una foto de su área genital, y tras una larga pausa, le dice: «Así quería ver una foto tuya…», entre otros comentarios de índole sexual. Le indica entonces que tiene al pastor de la iglesia en la otra línea, que la llama más tarde.
Mientras se escuchaban las grabaciones en sala, De la Rosa Merán se mantenía cabizbajo. Al momento de su alocución, agradeció al juez por la «forma humanitaria y gentil» que lo trató el día que se declaró culpable, cuando «tuve que llorar como un niño aquel día reconociendo la vergüenza».
«Estoy verdaderamente avergonzado y arrepentido. Tengo que reconocer que hablaba con esta joven y con su familia, había una amistad. La conozco desde los 15 años y a los 17 años todo cambió», dijo el convicto.
Por su parte, la joven indicó que cuando conoció a De la Rosa Merán predicando en su iglesia, le gustó como habló y se le acercó para hablarle de problemas familiares que tenía, y que él le pidió su número de teléfono. Tan pronto la llamó, dijo que el hombre le preguntó por sus partes íntimas.
«Me dijo que como yo no tengo padre, me dijo que un padre pregunta eso», y que le creyó». Relató que De la Rosa Merán luego conoció a otra de sus amigas «y también le hizo lo mismo».
Fusté lo sentenció a la pena recomendada de 10 años y a 15 años de libertad supervisada, bajo las condiciones de que deberá registrarse en el Registro de Ofensores Sexuales, no podrá tener contacto con menores de 18 años y «no podrá predicar públicamente o ser consejero», condición que sorprendió a De la Rosa Merán.
Fuente: PRIMERA HORA