CIUDAD DEL VATICANO.Benedicto XVI dijo hoy que el terrorismo es una las formas más brutales de violencia, pues siembra odio y muerte, y denunció que se ha transformado «en una red oscura de complicidades políticas», que utiliza sofisticados medios técnicos y se vale de ingentes cantidades de recursos financieros.
El papa hizo estas manifestaciones en el discurso que dirigió a los participantes en la 81 asamblea general de la Interpol, a la que pertenecen 190 países, entre ellos el Vaticano, que se ha celebrado en Roma, a los que recibió hoy.
El Pontífice señaló que actualmente se observa un aumento de la violencia causada por fenómenos trasnacionales que frenan el progreso de la humanidad y que aunque algunas formas de violencia parecen disminuir, como las guerras, se incrementa la violencia criminal.
Este fenómeno -precisó- es hoy tan peligroso que constituye un grave factor desestabilizador «y a veces somete a una dura prueba la supremacía del Estado».
El Obispo de Roma manifestó que las formas más graves de las actividades criminales son la delincuencia organizada y el terrorismo, «una de las formas más brutales de violencia, pues siembra odio, muerte y venganza».
«Este fenómeno, de estrategia subversiva, típica sólo de organizaciones extremistas, dirigida a la destrucción de las cosas y al asesinato de personas se ha transformado en una red oscura de complicidades políticas, que utilizando sofisticados medios técnicos, se vale de ingentes cantidades de recursos financieros y elabora estrategias a gran escala», denunció.
Sobre la delincuencia organizada, dijo que golpea a ciegas, fuera de toda regla y realiza sus negocios por medio de actividades ilícitas e inmorales, como la trata de personas «una forma moderna e esclavitud», tráfico de droga, armas, mercancías falsificadas, llegando incluso al trafico de fármacos «que matan en vez de curar, utilizados en gran parte por los pobres».
«Este comercio ilícito es aún más execrable cuando afecta a los órganos humanos de víctimas inocentes: éstas padecen los dramas y ultrajes que creíamos habían acabado para siempre tras las tragedias del siglo XX, pero que lamentablemente aparecen de nuevo a través de la violencia generada por la actividad delictiva de personas y organizaciones sin escrúpulos», subrayó.
Esos delitos -agregó- destruyen las barreras morales establecidas progresivamente por la civilización y vuelven a proponer una forma de barbarie que niega al hombre y su dignidad.
Benedicto XVI reiteró que la violencia «es siempre inaceptable» porque hiere profundamente la dignidad humana.
Señaló que es un deber reprimir el crimen en el ámbito de las reglas morales y jurídicas, pero advirtió que las acciones contra la delincuencia han de ser realizadas siempre «en el respeto a los derechos humanos y a los principios de un Estado de derecho».
La lucha contra la violencia -señaló- debe apuntar a detener el delito y a defender la sociedad, pero también al arrepentimiento y a la corrección del delincuente, «que es siempre un ser humano, sujeto de derechos inalienables, y como tal no debe ser excluido de la sociedad, sino regenerado», aseguró.
Benedicto XVI manifestó que la colaboración internacional contra la delincuencia no puede agotarse solamente en operaciones policiales y que «es esencial» que incluso la acción represiva vaya acompañada de «un valiente y lúcido análisis de las motivaciones subyacentes a estas acciones delictivas inaceptables».
El papa Ratzinger agregó que hay que prestar atención a los factores de exclusión social y de indigencia que persisten en la población y que constituyen un medio de violencia y odio.
El Obispo de Roma se mostró convencido de que la respuesta a la violencia y a la delincuencia no puede ser delegada simplemente a las fuerzas del orden, sino que reclama la participación de todas las instancias que pueden incidir sobre este fenómeno.
«Derrotar la violencia es una tarea que debe implicar a la sociedad en su conjunto. Cada uno tiene su parte de responsabilidad para un futuro de justicia y de paz», afirmó.