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Opinión

Parches y remiendos para una justicia secuestrada

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Por Isaías Ramos
Cuando las élites políticas perciben el hartazgo de la población se refugian en lo que ellos llaman “reformas”, que no son más que parches y remiendos que maquillan, como “fórmulas mágicas” que van a resolver lo que por décadas nos afecta, como si este cáncer se cura con maquillaje en vez de extirpar el mal que nos abruma de raíz; solo pretenden crear sensaciones falsas con el fin de tranquilizar a la población.
Con una justicia secuestrada por una élite política corrupta y carente de valores, jamás tendrá la voluntad de auto condenarse, pues, de ser una justicia independiente, la mayoría de sus miembros hoy estarían en la cárcel y menos estarían enrostrándole a la población sus enormes fortunas.
En el 2017, en el ranking del Foro Económico Mundial, nuestro país quedó entre los últimos lugares del mundo en materia de independencia judicial, situando al país en el 130 de 137 países evaluados.
El hecho de que el presidente pretenda justificar su fracaso y frustración en lo que él tanto prometió en su campaña electoral, como era recuperar los bienes robados y someter a los que habían robado y saqueado a la nación durante décadas, a sabiendas de que el poder judicial estaba secuestrado por esos corruptos y que el pueblo le había comprado su discurso de que actuarían ante el “hambre y sed de justicia”, que se percibía en el pueblo, esa repuesta contundente, así como se le ofreció, lamentablemente terminó “lavándose las manos como Pilato”.
Ahora que aspira a una reelección, de nuevo, pretende ponerle un bobo al pueblo con la creación de un supuesto Ministerio de Justicia.
Sabemos que este pueblo ha sido víctima de engaños y manipulaciones vez tras vez.
Sin una justicia independiente del poder político corrupto, la imparcialidad es una falsa ilusión, una quimera, donde la integridad es cuestionada, la corrección y la apariencia no tienen importancia, pues, al fin no importa que “la mujer del César sea seria, tampoco que lo aparente”.
Por esa razón, conocemos de jueces, miembros activos de partidos políticos.
Ellos también son indiferentes ante la falta de equidad e igualdad y la competencia y diligencia que reina previo a su desempeño es la amistad con algún agente del poder político que los dote de todas esas virtudes.
Por tal motivo, se convierten en títeres de esos corruptos y crean ese manto de impunidad que sostiene a los que roban y saquean a la nación fuera del alcance de la ley, afectan los derechos humanos, civiles, económicos, sociales y culturales y por consiguiente, niegan el bienestar y desarrollo de la nación.
Es vergonzoso como esta semana se tenga que celebrar “un pacto” de la J.C.E. con los partidos políticos que día a día violan la ley y no hay consecuencia.
Pareciera que esta partidocracia se siente estar por encima de la ley y la constitución.
Estamos como en los tiempos de la colonia: “se acata, pero no se cumple”. En lugar de la J.C.E. “cumplir y hacer cumplir la ley” “se acata y se cumple” más bien.
Es una muestra más de que el poder político secuestró los poderes llamados a supervisar y regular sus actividades.
Sería deshonesto en decir que este manto de impunidad se logró de la noche a la mañana. Este pacto entre la élite política y económica lleva décadas convirtiendo esta corrupción sistémica que nos ha ido envolviendo hasta estar al punto de un sin retorno, ya que, esta clase política jamás ha manifestado voluntad política para enfrentar la corrupción porque es su naturaleza, es su oxígeno que la mantiene viva y les garantiza un pueblo entre la miseria y la ignorancia para que ni piense ni razone.
Ese mismo populismo le vende a los incautos la idea de que “esto no tiene remedio” o “esto no va a cambiar” para así nosotros mismos autocondenarnos a su voluntad.
En el Frente Cívico y Social no negamos a que se requieran algunas reformas estructurales para que garanticen la separación total y absoluta entre el poder judicial y el poder político, debido a que, no se cuenta con una clase política con valores y principios, lo que sería imperativo darle la vuelta a tortillas.
Para esto, lo más que se requiere es de una reforma constitucional, específicamente del Artículo 178, para sustituir los componentes que integran el Consejo Nacional de la Magistratura, por lo que sugerimos que estos representantes del poder político sean sustituidos por técnicos y académicos nacionales e internacionales, expertos en él área, además de que garanticen una imparcialidad en la escogencia de los miembros que componen la Suprema Corte de Justicia, Tribunal Constitucional, Tribunal Superior Electoral y sus suplentes, para que realicen la evaluaciones periódicas de los Jueces y que estos sean pasables de auditoría y supervisión de sus funciones y veredictos.
También entendemos que sería una garantía adicional si en esta reforma se incluye una implementación de los juicios por jurados.
Mientras el poder político corrupto continúe en sus manos con el privilegio de elegir a los jueces que componen las altas cortes de la Magistratura, continuará compuesta por títeres al servicio de sus amos, y los candidatos con méritos, experiencia, competencia y diligencia continuarán fuera.
Recordemos la desconsideración que recibió la actual procuradora general de la República.
Si el ministerio que propone el señor Presidente de la república conlleva una reforma que contemple esos cambios y que garanticen una escogencia independiente del poder político vamos a apoyarlo, de lo contrario, es otra tomadura de pelo al pueblo dominicano.
RD SI PUEDE!!!

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Opinión

La Misma Falsa en Todos los Escenarios.

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Por José Cabral

Por doquier se escucha la misma queja de que la sociedad dominicana ha desarrollado una cultura del engaño y el fraude.

Este problema tiene necesariamente que generar mucha preocupación y angustia, porque lo que ocurre nadie se atreve a negar que es una amenaza latente en contra de todos y cada uno de los dominicanos.

El país está atrapado por los cuatro puntos cardinales, cuyas consecuencias impactan a los de abajo, los del medio y los de arriba social y económicamente hablando.

Y esto hay que traerlo a colación porque si vamos a los tribunales en busca de justicia es el mismo escenario de la negación de derechos y justificación y estimulación de lo mal hecho.

No importa el circulo en que uno se mueva, el lenguaje es el mismo, la justificación de lo injustificable.

Es una cultura que no es fácil de erradicar, ya que los principales promotores del robo, el fraude e incluso de los asesinatos porque estimulan la vía de hecho, son los tribunales penales.

Son escenarios con un nivel de solemnidad que engañan al más inteligente y bonito, como el debate presidencial, cuyos participantes y aspirantes a dirigir el país, quienes  debían estar presos en vez de aparecer por televisión para justificar sus aspiraciones, son los mejores exponentes de la «decencia nacional».

Es “cogío# que estamos, no parece haber escapatorias porque esas conductas los primeros en legitimarlas y justificarlas son los propios ciudadanos, los votantes, los perjudicados con unas acciones que dañan toda la nación.

La verdad que no se ve clara la salida a esta situación que genera una gran incertidumbre, ya que es muy poco lo que sirve.

Haga una reflexión y escoja el escenario que le parezca y comprobará que cualquiera se llena de pesimismo si es que usted ama el aspecto humano de la vida, de lo contrario tal vez no se alarme.

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Opinión

Es hora de frenar el monstruo…

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Por Isaías Ramos

El 14 de enero de este año, nuestra nación fue víctima de una de las peores ignominias que puede sufrir nuestra frágil democracia: la ruptura de nuestra Carta Magna. Con la promulgación de la Ley 1-24, que pretende instaurar la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), se busca intimidar a la población y consolidar una tiranía que creíamos superada hace más de seis décadas.

Esta ley desafía abiertamente la Constitución que nos rige. Según el artículo 261, el sistema de inteligencia debe estar subordinado a instituciones independientes, como las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, asegurando así su supervisión y alineación con el interés nacional. No obstante, el artículo 8 de la Ley 1-24 coloca la DNI directamente bajo el presidente, otorgándole un poder ilimitado que es tanto peligroso como inestable.

La historia nos ofrece lecciones claras sobre los peligros de un poder sin restricciones. Tácito, el historiador romano, advirtió: «El poder nunca es estable cuando es ilimitado». Este poder concentrado en una sola figura no solo va en contra de nuestras leyes fundamentales, sino que es una receta para el abuso y la corrupción.

Esta ley se levanta como un monstruo de múltiples cabezas que, de no ser detenido, destruirá los cimientos de esta débil democracia, llevándose consigo nuestra libertad y nuestros derechos más preciados: nuestra dignidad.

La implementación de esta ley podría llevarnos por un camino oscuro, similar al sufrido por ciudadanos en países como Nicaragua, Venezuela y Cuba, donde los servicios de inteligencia se han utilizado como herramientas para reprimir la disidencia y mantener a los líderes autoritarios en el poder.

La historia reciente de la activista de derechos humanos Rocío San Miguel, detenida arbitrariamente, y de algunos dirigentes de la líder opositora María Corina Machado en un país bajo un régimen con leyes similares, nos sirve como un presagio sombrío de lo que podría suceder aquí. Sus experiencias de miedo, represión y violencia son un claro recordatorio de lo que está en juego.

Es imperativo que reconsideremos esta legislación y evaluemos sus impactos potenciales no solo en nuestra seguridad, sino en nuestra libertad.

El Frente Cívico y Social (FCS) comprende profundamente estas consecuencias y, por eso, instamos a la población a tomar una postura firme. Si esta ley no es derogada o modificada para alinearse con nuestros principios constitucionales antes de las elecciones del 19 de mayo, llamamos a la ciudadanía a abstenerse de votar o emitir un voto nulo. Esta acción de desobediencia civil no es solo un derecho, sino un deber cívico.

El sistema actual nos desmoraliza, nos lleva a vivir en un estado de desestabilización y crisis, causando miedo y terror que nos quitan el poder de razonar y pensar en lo verdaderamente importante.

De continuar indiferentes ante este enorme desafío, visualizamos un futuro donde el miedo y la represión se convertirán en la norma, y donde las libertades que tanto costaron conquistar serán solo un recuerdo lejano. Frente a este escenario, debemos recordar que aún tenemos la oportunidad de redirigir el rumbo de nuestra nación.

Defender nuestra libertad es ahora. No podemos permitir que las sombras de un pasado autoritario oscurezcan nuestro presente y nuestro futuro. Alcémonos con valor y compromiso, preparados para actuar y proteger lo que más valoramos. Solo así podremos superar las adversidades y fortalecer los pilares de nuestra democracia.

En el FCS estamos muy claros de que el futuro está en nuestras manos, y el momento de actuar es ahora. No esperemos más para defender nuestro sistema democrático y asegurar un mañana más prometedor y justo para todos. ¡Despierta, RD!

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Opinión

La condena de cadena perpetua  impuesta por la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

El artículo 77 del Estatuto de Roma faculta a la CPI para imponer la condena de cadena perpetua, pero solo en aquellos casos en que se justifique debido a la extrema gravedad  del crimen y las circunstancias individuales del condenado.

De otra manera, la pena máxima para los delitos del Estatuto de Roma es de 30 años  de prisión. Algunas constituciones prohíben la cadena perpetua  o el término de 30 años de prisión  por considerar que estas penas  no prevén una oportunidad  para la rehabilitación, o que no son proporcionales  con la naturaleza del crimen.

Sería difícil argumentar que los largos periodos de prisión son desproporcionados  respecto a la mayoría de los crímenes de la competencia de la CPI, particularmente cuando la cadena perpetua  debe ser justificada  por la ̈extrema gravedad  del crimen ̈. Tal condena solo se impondrá a aquellos que tengan el más alto nivel de responsabilidad  en la comisión de los mas graves  crímenes, tales como  el genocidio.

Adicionalmente, el Estatuto de Roma prevé la posibilidad de la rehabilitación. Según el artículo 110, la Corte deberá  revisar todas las condenas de prisión cuando el recluso  haya cumplido las dos terceras partes  de la pena o 25 años de prisión en caso de cadena perpetua para determinar si esta puede reducirse.

En el punto anterior la CPI  considera estos aspectos como si la persona hubiese asistido  a la Corte con la localización de cualquier bien objeto de una multa, decomiso u órdenes de reparación que pudiesen beneficiar a la víctima.

La CPI también podrá tomar en consideración  ¨otros factores indicados en las Reglas de Procedimientos y Prueba, que permitan determinar un cambio en las circunstancias suficientemente claro  e importante como para justificar la reducción de la pena¨

Por consiguiente una cadena perpetua  podría reducirse  a 25 años de prisión en algunos casos. Si la CPI decide no reducir la sentencia de la persona después de la primera revisión, volverá a examinar la cuestión con la periodicidad y con arreglo  a los criterios indicados en las Reglas de Procedimientos y Prueba.

Durante las negociaciones sobre las penas de la CPI, muchos Estados estuvieron a favor de la aplicación de la pena de muerte en los casos extremos. El numero de Estados con pena de muerte  es poco menor que el de aquellos que no tienen pena de muerte.

No existe la oportunidad  para rehabilitación alguna cuando se impone la pena de muerte. Por ende la cadena perpetua con la posibilidad de reducirla a 25 años, es un compromiso  razonable entre la pena de muerte y la prisión máxima de 30 años.

Los Estados deberán recordar que el artículo 80 del Estatuto de Roma expresamente establece que el Estatuto no afecta la aplicación por parte de los Estados de aquellas penas prescritas por su propio derecho interno , ni afecta la ley de aquellos Estados  que no impongan las penas prescritas en el Estatuto de Roma.

Los Estados Partes no deben imponer las mismas penas por los mismos delitos en su jurisdicción, ni deberán aplicar las condenas de prisión  a no ser que voluntariamente lo quieran hacer. En este caso, los Estados podrán también especificar las condiciones bajo las cuales  aceptarían a las personas condenadas, inclusive la condición de no aplicar la cadena perpetua.

Por consiguiente, los Estados Partes que cuenten con las disposiciones constitucionales que prohíban la imposición de la cadena perpetua  solo necesitaran permitir la excepción de entregar a la persona a la CPI, pese a que tal persona pueda ser condenada a cadena perpetua.

Los Estados Partes del Estatuto de Roma deberán entregar a la persona acusada a la CPI cuando ésta así lo solicite, aún si existe la posibilidad de que dicha persona sea condenada a cadena perpetua.

En el caso de muchos Estados, la potestad de la CPI para imponer la cadena perpetua no necesitará la aplicación de medidas legislativas particulares. Sin embargo, en algunos Estados la constitución explícitamente prohíbe la extradición de una persona a un Estado  donde se aplica esta pena , o que declara la cadena perpetua como un castigo cruel. Estos Estados cuentan con dos opciones:

  1. a)Establecer claramente, en la norma que implemente el Estatuto, la distinción entre la extradición de una persona a otro Estado y la  entrega de una persona a la Corte Penal Internacional.

Algunos Estados podrán realizar esta distinción en su legislación, lo cual les permitiría entregar personas a la CPI aunque existan una restricción  a la ¨extradicion¨de personas a tribunales que impongan la pena de cadena perpetua. Esto les permitiría mantenerla prohibición de extraditar una persona a un tribunal extranjero, sin interferir con la habilidad de cooperar plenamente con la CPI.

  1. b)La reforma a la Constitución podría ser mínima, dirigida solo a la introducción de una excepción al principio. Podría especificarse que la cadena perpetua impuesta por la CPI de conformidad con el Estatuto de Roma para algunos de los crímenes allí enumerados no viola la Constitución.

Debería también mencionarse  que el Estado puede entregar a la persona acusada a la CPI a pesar de que exista la posibilidad de la cadena perpetua. La enmienda constitucional  podría también mencionar que la CPI puede reducir la condena  después de 25 años, existiendo así la posibilidad de la rehabilitación.

Finalmente, la ventaja de una  reforma constitucional que elimina cualquier posibilidad de un conflicto normativo, garantiza que los tribunales nacionales dicten sus fallos de conformidad con sus obligaciones legales establecidas en el Estatuto de Roma.

Rommelsntosdiaz@gmail.com

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