Opinión

Paren la vaina

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Por Víctor Víctor

Siempre pensé que los capitalistas criollos poco conocen del capitalismo y su desarrollo histórico. Incluyo a empresarios propietarios de grandes industrias, cuyos hijos, en la primera oportunidad, salen a vender los negocios de sus padres al primero que aparezca, así destruyen piezas del inventario de objetos, usos y productos que nos identifican en el universo.

Los otros capitalistas, los pequeños, los nuevos, los que buscan ascenso social, los que pelean por ocupar un lugar entre los grandes, la mayoría de ellos desconoce las tensiones de ese sistema cuyo ejercicio crea y mantiene un ejército de pobres.

Ellos tampoco saben de las históricas crisis y peores remedios. Toda su ignorancia ronda su práctica para obtener la mayor cantidad de riqueza posible con poca mano de obra o al menor costo posible. Además, actúan como si no supieran que el latrocinio legalizado es consustancial al desarrollo del capitalismo, y hasta van a misa los domingos y comulgan, otros visitan el templo los sábados y hablan de valores perdidos.

Todos se auxilian de una llamada democracia que nos llena de asesinatos políticos, de terrorismo de estado, de encarcelamientos y exilio de opositores con posibilidades de ‘dañar la vaina’. También están los grandes centros del capitalism, que crean guerras como método de crecimiento.

En su desarrollo histórico, el capitalismo de estos tiempos ha convenido montar dictaduras financieras suaves. La parte política del ‘capitalismo último modelo’ ha integrado a su democracia ideas como la mal entendida competitividad, que sirve para justificar mano de obra barata y negociar ilimitados estímulos con los gobiernos bajo la excusa de mejorar la calidad de los productos y de “crear empleos”. Y publican las cuentas a través del cada día más desprestigiado Producto Interno Bruto, PIB, una foto de  la acumulación sectorial, y prueba de que su gobierno hace el trabajo.

“Cosa más linda la democracia, llena de gracia,

demagógica falacia,

vacíate la idea que te enseña la gente,

no importa el que compra si el que manda es el que vende”

(Canción: La Democracia, V.Victor).

A consecuencia de esa formidable condición que nos enseña la democracia, en versión capitalista, escucho a los sabios economistas de esquinas repetir las palabras de los ‘especialistas de CNN’ que hablan de crisis económica y no se imaginan la magnitud de ésta.

La matriz noticiosa de los centros capitalistas se repite para minimizar las consecuencias de los recortes en todos los países de Europa y en Norteamérica. Y mientras se incendia el escenario internacional, aquí se discute el salario mínimo en una mesa de suicidas.

Unos negados a aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores y otros que prefieren el lenguaje empresarial y niegan la toma de calles como acción sindical.

Nuestros capitalistas toman prestado inteligencia ajena  y convierten en ‘supermarket de oportunidades’ las identidades que aportaron sus marcas, sus historias.

Así cualquier maleante adquiere oro a precio de caña. Los hijos de los hijos se cansan de las marcas y venden la cerveza nacional a ritmo de zamba; Sosúa pierde el encanto del batey y suena un corrido mejicano en su sinagoga, Barceló se conforma con un estruendoso olé, Brugal con un circunspecto Hello y por ahí va.

El más reciente despojo de identidad nacional es la venta de nuestro simbólico canal 7, primer canal de capital privado, antes Rahintel, hoy Antena Latina.

Lo ofrecen a un mejicano cuya diversión parece ser comprar emisoras por toda América Latina.

¿Se habrán detenido a pensar los propietarios de Antena Latina y los funcionarios del Estado responsables de avalar esa operación el valor histórico de esa pieza?

Ese intangible forma parte de nuestra cultura. ¿Se habrá preguntado alguien cuánto vale ese pedazo de tierra en la otrora Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, hoy Cetro de los Héroes, donde funciona el 7? ¿Cuánto valen el edificio, las antenas, los transmisores, las repetidoras, cámaras, equipos? ¿Regalarán de ñapa el canal 21? Sería bueno saber ¿cuánto valdrá esa marca llamada canal 7, que es uno de los 6 canales VHF que tenemos, con cuya venta se entrega a un extranjero el valor de la historia que guardan sus paredes?

La Dirección de Patrimonio Cultural ha luchado con tesón para mantener frentes de construcciones, monumentos y sitios históricos como aseguramiento de la identidad nacional. ¿Por qué no interviene en este caso? ¿Todavía seguiremos abonados al fracasado Libre Mercado?

Sería una inmoralidad más del capitalismo criollo seguir vendiendo nuestras marcas, es un ejercicio de ignorancia que conduce a la sociedad por el camino equivocado de la disolución de nuestros intangibles. Si los pseudo capitalistas nuestros no se detienen en esa práctica oprobiosa, que sea el gobierno quien pare la vaina.

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