Por Víctor Víctor
La principal fuerza de la revolución reside en su grandeza moral, en su grandeza por perseguir su finalidad, que es el bien del pueblo en su totalidad… (P. Kropotkin)
Los cristianos celebran hoy el día en que nació Jesucristo. Pero este mundo cristocéntrico es la negación a la esencia de quien dividió la historia de occidente para contar años antes y después de su aparición.
Sin dudas que Cristo predicó y vivió el amor de tal manera que sus seguidores le proclamaron hijo de Dios. Entonces el cristianos debe ser ejemplo de amor y entrega, ser gente de paz, gente que ‘ama a su prójimo como a si mismo’ y no entremos en detalles más difíciles de contar que recitarlos.
¿Es esta sociedad lugar de amor cristiano? Claro que no. Encienda la televisión o la radio y vaya escuchando los noticias sobre la historia de intervenciones de los países más fuertes contra los más débiles (Irak, Afganistán, Somalia, El Congo y un largo etcétera, incluido República Dominicana: 1916 y 1965).
En los países de occidente, donde se habla en cristiano, prima el espíritu de la guerra, sembradora de odio, abonado por hombres dominados por la ambición desmedida (la angurria), acostumbrados a mentir y a simular cariño a sus congéneres.
¿Serán cristianos quienes envían a sus empleados armados: un grupo de piratas con discurso democratista, llamado LA OTAN, que super armados se pasean por el mundo imponiendo el terror contra pequeños estados llenos de agua y petróleo?
Más aún, escuchemos a periodistas independientes decir como un gobierno da la espalda y calla a jovencitos necesitados en saber que el dolo en el ejercicio público se castiga con justicia. ¿Y serán cristianos quienes fueron confiados en administrar los bienes de todos y se beneficiaron de esa confianza?
¿Quién dijo que es la inteligencia y los discursos la medida del amor al prójimo? Y será mucho menos cristiano el gobernante que al bajar de la tribuna celebra con los fariseos la indiferencia ante el dolor de sus hermanos más desprotegidos y se enorgullece de contar con el ‘cariño’ de los más exquisitos y variados tipos de delincuentes.
Las iglesias, organizaciones creadas por hombres y mujeres en todo el mundo, podrán perdonar a sus seguidores piratas, mentirosos, abusadores, indiferentes y ladrones, pero Cristo no, de seguro que les echaría fuera de su rededor, como también, por ejemplo, Bosch azotaría con su lengua poderosa a quienes le traicionaron patrocinando el dolo, la mentira y la indignidad del mal gobernar.
Piedra y piedra contra los falsos cristianos y pseudo bochistas.