Por Víctor Víctor
Pirata, ladrón de mar; corsario, también ladrón, pero con permiso del rey o la reina. Quien desee profundizar acerca de esta chulería histórica busque en la colección de la Sociedad de Bibliófilos el excelente libro de Juan Tomás Tavares Kelner, “Piratas de América”.
El tiempo, con su habitual fuerza transformó y adecuó esta creación de los imperios. En el caso de los piratas y corsarios el escenario ya no es el mar, ahora son países, por ejemplo: República Dominicana, Puerto Rico, Haití, Afganistán, Irak, Libia, etc. Los neo piratas o neo corsarios atacan con aviones, cañonean con 105mm e invaden con infantería propia o alquilada.
Otra forma es atacar y ocupar los territorios deseados con un enjambre de tipos sin parches ni garfios, sino con trajes negros y corbatas de seda. Todo ese carnavalito dificulta ver la esencia de esa oprobiosa práctica de ayer y de hoy, robar.
Las acciones de los nuevos piratas son a espaldas del oficialismo. Los llaman delincuentes, narcotraficantes, blanqueadores o contrabandistas. (Que Dios me perdone, pero creo que los gobiernos se quillan y les lanzan sus ‘wachimanes oficiales’ para llevarlos a la justicia porque evaden impuestos sin acuerdos).
Los nuevos corsarios no causan problemas. Llegan al territorio por conquistar amparados por sus estados y avalados por organismos internacionales y nacionales (OMC, Cámaras de Comercio, etc) creados para dar ‘base legal’ a las ocupaciones y al saqueo de cualquier territorio deseado.
Entonces los invasores quiebran industrias exitosas de pequeños países, se adueñan de yacimientos de petróleo y gas natural, monopolizan las fuentes de agua, toman costas con playas, envenenan sembradíos y ríos explotando minas. Eso y más, sellado por la licencia y complicidad de los gobiernos que nos venden su entreguismo como progreso y desarrollo.
Los dominicanos hemos sufrido dos intervenciones de piratería política. En 1916 los norteamericanos nos invadieron y montaron la estructura gubernamental que soportaría el estado dependiente en el cual vivimos. En 1965 volvieron a ocuparnos para ‘evitar la llegada del comunismo al pode’.
Más que piratas, en los últimos tiempos hemos recibido los ataques de grandes neo-corsarios. Por ejemplo, entregamos el oro a los canadienses (?) de la Barrick Gold. Con la bendición de presidentes y gracias a legisladores complacientes de las políticas del neoliberalismo vendimos nuestra mejor cerveza a unos brasileños, liquidamos un par de fábricas del buen ron dominicano, también negociamos fábricas de embutidos, hicimos dueños de medios de comunicación a extranjeros y en la lista hay tantos aspirantes que en poco tiempo no existirá la industria nacional.
“-Es modernismo-” gritará un analista mañanero. El problema es que en los bolsillos del progreso los neo corsarios se llevan el dinero y en poco tiempo el ron no será caribeño sino escocés o español; la Presidente vendrá con sabor a ‘cachasa’; y con tanto cianuro para sacar oro, la Barrick envenenará nuestras aguas. Mientras, el FMI, BID, BM, miran risueños tanto desarrollo.