Este resquebrajamiento de sus estructuras internas, provocado por el choque de trenes que representan el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández, se produce a 100 días para las elecciones municipales y a 200 días para las presidenciales y congresionales.
Se advierte que una recomposición de las fuerzas peledeístas en ese lapso representaría una empresa muy difícil, debido a que en las primarias del 6 de este mes las votaciones entre el grupo danilista representado por Gonzalo Castillo, obtuvo 911,324 votos, y el grupo leonelista que encarnó el propio Fernández, registró 884,639 votos, representaron un virtual empate técnico.
Esa situación provocó la renuncia de Fernández, además el presidente del PLD, quien de inmediato fue proclamado como candidato presidencial por los partidos Fuerza del Pueblo, Reformista Social Cristiano (PRSC) y otras organizaciones políticas que abandonaron el Bloque Progresista y su alianza con el partido morado.
El proceso devisionista por el atraviesa el PLD recrea las destructivas crisis que afectaron a las otrora maquinarias electorales del PRSC y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), reducidos hoy al límite de los mayoritarios.
Cuando el PRSC enfrentó su determinante desbarajuste en las elecciones de 1996 cumplía 22 años en el poder y el presidente Joaquín Balaguer estaba inhabilitado constitucionalmente para reelegirse y en su partido se impuso Jacinto Peynado, que no era de su afecto.
La mayoría de la dirigencia leal al balaguerismo abandonó a su suerte al candidato y el propio líder ni siquiera se presentó a sufragar, por lo que el PRSC cayó de un primer lugar a una lejana tercera posición y jamás ha regresado al poder.
Un caso parecido le sucedió al PRD, cuando estando en el poder en 1986 su líder José Francisco Peña Gómez y el exvicepresiente de la República y presidente del Senado, Jacobo Majuta, se enfrentaron en una cruenta lucha interna que dividió al partido, perdió el poder y lo relegó a un tercer lugar en las elecciones de 1990.
Como consecuencia de este fraccionamiento ni Peña Gómez ni Majluta lograron la presidencia y el PRD volvió al poder a duras penas en el 2000, con Hipólito Mejía, pero dos años después los intentos reeleccionistas del mantario provocaron otra división.
Su presidente Hatuey de Camps fue destituido y abandonó la organización para fundar el Partido Revolucionario Social Demócarata (PRSD). Desde entonces el PRD vivió de tumbo en tumbo alejándose del poder. Se dividió otra vez después de la derrota electoral de 2012, dando lugar al Partido Revolucionario Moderno (PRM).
El PLD, fundado por el profesor Juan Bosch en 1973, luego de dividir al PRD por las ambiciones personales y electoreras de sus dirigentes, ha gobernado el país durante casi dos décadas (1996-2000, 2004-2008, 2008-2012. 2012-2016 y 2016-2020), por lo que con esta profunda crisis comienzaría a avizorarse el principio del fin de su reinado.
De esos cinco períodos presidenciales, el expresidente Fernández triunfó en tres, y el presidente Medina, quien había sido derrotado en las elecciones del 2000, ha gobernado en los últimos dos períodos.
Desde el 2004 el partido morado y de la estrella amarilla ha conservado un control casi absoluto de las instituciones del Estado, dirigiendo los poderes Legislativo, Ejecutivo, la designación de los miembros del Poder Judicial y el dominio mayoritario en el poder municipal.
Algunos de sus encumbrados dirigentes han reiterado que si pierden el poder “irían todos presos”, debido a los grandes escándlos de corrupción administrativa que se han denunciado sin ninguna consecuencia.
En las primarias abiertas el PLD polarizó sus precandidatos presidenciales con Castillo, impuslado por el presidente Medina, y Fernández, quien denunció fraude y renunció del partido.
Las elecciones municipales serán el 16 de febrero y las presidenciales y congresionales el 17 de mayo. Se iría a una segunda vuelta si ningún candidato obtiene el 50% más un voto.