Por Rosario Espinal
En un artículo de su autoría titulado “Evolución del PLD”, publicado en el Listín Diario el pasado lunes 1 de julio, el ex presidente Leonel Fernández señaló y refutó que algunos sectores en el país (no identificó cuáles) han planteado a través de los años que “el PLD se desvió de su objetivo inicial de liberación nacional” al participar en los procesos electorales.
Su argumento es que otras fuerzas progresistas de América Latina así lo hicieron a partir de las transiciones democráticas, y fue una buena decisión de su partido hacerlo.
Creo que pocos en el país, fuera de pequeños grupos muy aislados de izquierda radical, hacen tal planteamiento. Lo criticable del PLD si se hace un análisis desde el llamado progresivismo latinoamericano, no es que participe en elecciones, eso lo han hecho prácticamente todas las fuerzas políticas en América Latina después del colapso de las dictaduras, sino su entreguismo a las fuerzas más conservadoras de la República Dominicana que encarnó el balaguerismo.
Después de las elecciones de 1990, denunciada por muchos peledeístas como un fraude contra Juan Bosch, Balaguer inició un proceso de acomodamiento con los congresistas peledeístas. Su gobierno enfrentaba una crisis política, social y económica, y además, buscaba continuar en el poder en medio de la inflación y las movilizaciones sociales que se habían intensificado a fines de la década de 1980.
Para estabilizar su precario gobierno, Balaguer consintió la integración de congresistas peledeístas a posiciones de poder. Norge Botello presidió la Cámara de Diputados en 1990-1993, Danilo Medina en 1994-1995, y José Ramón Fadul en 1995-1996. Leonel Fernández no era legislador y en esa época se dedicaba a las labores intelectuales del partido.
Pero la gran unión del PLD con el balaguerismo ocurrió con el Frente Patriótico de 1996, cuando Fernández había ascendido a candidato presidencial, después de haber acompañado a Juan Bosch como candidato vice-presidencial en 1994.
En 1996, el PRD obtuvo más votos que el PRSC y que el PLD en la primera ronda de la elección presidencial, la primera que se realizaba bajo el sistema de ballotage, pero no suficientes para alcanzar la mayoría necesaria del 50+1. Ahí se afianzó la alianza Balaguer-PLD contra la candidatura presidencial de José F. Peña Gómez, que llevó a Fernández a la presidencia.
El PLD perdió su misión progresista, no por haber participado en elecciones, sino por la alianza macabra que hizo para llegar al poder, y que luego reafirmó a partir de 2004.
Balaguer no fue Trujillo, pero fue el hilo conductor con el trujillismo; Balaguer promovió el desarrollo de una burguesía y pequeña burguesía, pero también utilizó el clientelismo y la corrupción como mecanismos claves para alcanzar y mantener poder; Balaguer no se enriqueció materialmente, pero permitió que otros lo hicieran a cambio de que le profesaran apoyo; Balaguer promovió cambios para que luego nada cambiara y todos sus sucesores se dedicaran a imitarlo y vanagloriarlo.
El abandono de la misión para la que Juan Bosch creó el PLD no es que haya participado en elecciones, sino que después de haber ganado elecciones y gobernado por más de 12 años, no cambiara la forma de hacer política en República Dominicana, manteniendo el clientelismo y la corrupción como columnas de acumulación y apoyo político, y un país altamente desigual y lleno de pobreza a pesar del progreso que circunda el polígono central de Santo Domingo.
Superar esos males era la misión de liberación nacional del PLD cuando Bosch anunció su salida del PRD en 1973 por considerarlo un partido incapaz de impulsar grandes cambios.
Artículo publicado en el periódico HOY