Por Rosario Espinal
En las últimas semanas se produjo un interesante intercambio de ideas y críticas sobre la pobreza en República Dominicana entre el economista Miguel Ceara-Hatton y técnicos del Banco Central. Los documentos se encuentran en la web.
En una presentación titulada “La desigualdad en RD: un patrón de largo plazo” fechada 24 de julio 2013, Ceara-Hatton muestra diversos gráficos estadísticos para plantear lo siguiente (el resumen es mío): primero, el robusto crecimiento de la economía dominicana no se ha acompañado de un crecimiento similar del empleo ni de una reducción en la cantidad de pobres. Segundo, la economía dominicana crea empleos de bajos salarios. Tercero, la política, vía el clientelismo, es el mecanismo de “inclusión social”.
Técnicos del Banco Central (sin nombres identificados) respondieron a Ceara-Hatton con un documento titulado “Algunas consideraciones sobre la situación de la pobreza en el país”, donde plantean los siguientes puntos (el resumen es mío): primero, la medición de variables económicas y sociales no debe hacerse con cifras absolutas. Por ejemplo, la economía puede crecer y crear empleos, pero el número de pobres mantenerse similar porque crece la población. Segundo, para analizar la relación entre variables económicas y sociales hay que tener en cuenta el contexto, en este caso, la crisis económica dominicana de 2003-2004 y la internacional que comenzó a fines de 2007. Tercero, mayores tasas de crecimiento están asociadas a reducción de la pobreza como ha sucedido en República Dominicana. Cuarto, en el gasto focalizado de alivio a la pobreza, República Dominicana se encuentra bien ubicada en la región. Quinto, los salarios dominicanos son bajos.
Aquí mis consideraciones.
Primero, los técnicos del Banco Central tienen razón que debe utilizarse cifras relativas en la comparación temporal. El problema, sin embargo, y ahí tiene razón Ceara-Hatton, es que a pesar del crecimiento económico post-crisis económica 2003-2004, los niveles de pobreza se han mantenido altos, y mayores que en países latinoamericanos que también sufrieron crisis (tema desarrollado en una contra-respuesta de Ceara). De hecho, el Gráfico No.1 del documento del Banco Central muestra que mientras en el año previo a la crisis económica dominicana (el 2002) el porcentaje de pobreza era 32.8 y de pobreza extrema 8.8, en el año 2011, el porcentaje de pobreza era 40.8 y de pobreza extrema 10.4. Es decir, porcentualmente hablando, había más pobreza en 2011 que en 2002 a pesar del crecimiento económico. Pero además, según muestra Ceara-Hatton, los dominicanos más ricos siguen llevándose la mayor tajada del ingreso, y en una proporción mayor que en la mayoría de los países latinoamericanos. Por esto, aunque en general es cierto que el crecimiento económico trae reducción de la pobreza, en República Dominicana los frutos del crecimiento son limitados.
Segundo, los programas focalizados representan ciertamente un alivio a la pobreza, pero el ingreso que recibe un hogar en el Programa Solidaridad es alrededor de mil pesos mensuales, según midió el Barómetro de las Américas 2012. Con esa cantidad se podrá salir de la pobreza extrema, pero no de la pobreza. Además, como revelan los datos de esa misma encuesta, tener una afinidad partidaria, sea con el PLD u otro, es un predictor importante para ser beneficiario de esos programas. Esto quiere decir que la inclusión social vía la focalización tiene un importante componente clientelar.
Tercero, tanto el documento de Ceara-Hatton como el de los técnicos del Banco Central revelan, y ahí coinciden ambos, que los salarios bajos constituyen un obstáculo para sacar de la pobreza a muchos dominicanos. En esto el gobierno dominicano es muy responsable, porque subir el salario mínimo requiere una decida intervención gubernamental en consulta con los empresarios.
Artículo publicado originalmente en el periódico HOY