Por Narciso Isa Conde
La modalidad ultra-neoliberal de las elites capitalistas mundiales se traduce en privatizar el Estado y sus funciones, mediante la toma directa de los principales cargos ejecutivos y entidades públicas.
Esto lo logran convirtiendo al vapor grandes capitalistas en políticos y en altos funcionarios gubernamentales, para así privatizar más ágilmente lo que queda a nivel de empresas estatales, servicios públicos y naturaleza; para imponer que la mentalidad empresarial capitalista rija el quehacer de todas las instituciones del Estado e impregnar del interés privado las iniciativas gubernamentales; subordinando la partidocracia y su deficiente intermediación, generalmente empleada para transformar las elites partidistas corruptas en capitalistas al vapor y usar lo robado para financiar sus campañas y darse la buena vida.
Aquí el llamado cambio colocó a grandes capitalistas al frente de la presidencia, la vice, importantes ministerios, gabinetes ministeriales, direcciones, superintendencias, administraciones de empresas y bancos, consejos especializados, y proyectos e iniciativas estatales; lo que les posibilita usar Fideicomisos, Alianzas Público-Privadas-APPS, ley de capitalización, entidades de Ventas de Activos y órganos de gestión de lo público, para privatizarlo todo.
Privatizar lo público y lo social no es solo vender empresas y acciones. Es conceder también propiedades estatales al sector privado para que las gestione. Capitalizarlas para que empresarios capitalistas las administren y entregar naturaleza, o cualquier patrimonio público, para asociarse a inversionistas privados, cediéndole la Administración.
Privatizar, o crear condiciones para materializarla, es lo que hizo Balaguer nombrando empresarios privados en Consejos Directivos de empresas estatales, que traspasaban recursos y oportunidades para formar corporaciones privadas paralelas.
Es lo que hizo Leonel con CDE, CORDE, CEA y CORPORACIÓN HOTELERA durante la “capitalización”, lo que las corporaciones turísticas han hecho con las costas dominicanas y lo que este Gobierno y carteles de la construcción están haciendo con autovías, puertos, presas y aeropuertos; estando en turno Autovía del Ambar (APP), proyecto Pedernales-Bahía de las Águilas (Fideicomiso) y muchas otras APPS relacionadas con fuentes de agua. Es convertir salud y educación en negocios.
Privatizar es lo que se pretende hacer en Punta Catalina con un fideicomiso que incluye un Equipo Técnico copado por el sector privado y dirigido por un capitalista del área eléctrica (Celso Marranzini) con amplios poderes administrativos, licencia para atraer capitales privados y Macarrulla al frente del Gabinete Eléctrico.
Es, además, la entrega del Puerto de Barahona y las minas del Bahoruco Oriental a Belfond y Acero Estrella, con el plus de depredar. Nada peor, pues, que privatizar el aparato estatal para gestionarlo por magnates capitalistas decididos a apropiarse de lo que queda de nuestro patrimonio social.