El pueblo padece un sufrimiento eterno como consecuencia de las deficiencias que vende muy bien la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales, cuya principal queja es que son engañados por miles de dominicanos que se roban el servicio.
Es como un disco rayado, porque es una queja que se escucha permanentemente en los medios de comunicación social, pero en realidad nadie sabe con exactitud quién es más ladrón si las edes o los receptores del servicio.
En el sistema eléctrico nacional todo el mundo sabe que hay un andamiaje que está estructurado para beneficiar a los mafiosos que controlan el negocio de energía eléctrica, lo cual es propio de todos los servicios que ofrece el Estado.
En el caso de Edenorte, Edesur y Edeeste, las tres distribuidoras de energía eléctrica de propiedad Estatal, mantienen un acoso, hostigamiento y abuso en contra de los usuarios que muchas veces se expresan a través de unos aumentos de tarifas medalaganarios y unos cortes del servicio guiados por un plan concebido para perjudicar al pueblo dominicano.
Acaso existe algún engaño más vulgar y abusivo que el cobro de una tarifa de energía eléctrica que no hay manera de que se descuenten las horas de luz que no recibe el cliente?, porque se supone que si hay apagones de diez u once horas diarias debía rebajarse la disminución compulsiva del consumo.
Pero tal vez habrá otro fraude más vulgar que los benditos programas de servicios de energía eléctrica durante las 24 horas, los cuales no bien se anuncian en cualquier pueblo del país y de inmediato se intensifican los apagones o se disminuyen los prendiones.
Lo que pasa en el sistema eléctrica nacional es propio de prácticamente todos los contratos que firma el Estado con empresas nacionales y extranjeras y ni qué hablar de las compañías generadoras de energía eléctrica, las cuales le venden el servicio al sector público a un precio gansteril, ya que en esas transacciones hay involucrados funcionarios del Gobierno.
Para que el lector tenga una idea del problema, sólo habría que analizar la micro corrupción en las edes, las cuales tienen contratas con pequeñas compañías que se dedican a la paralización del servicio a sólo horas de reflejarse la factura del cliente, pero que la prisa de estos comerciantes para interrumpirlo se debe a que cobran trescientos pesos por cada corte.
Es un problema que va de mayor a menor y lo contrario de menor a mayor, lo cual permite que comerciantes de pocos y grandes capitales ganen mucho dinero a costa del sufrimiento de la gente, olvidándose el Estado que el servicio de energía eléctrica tiene un carácter social y que jamás debe estar regido por el lucro.
En cualquier país del mundo ya los principales actores del sistema eléctrico nacional hubieran tenido serios problemas, porque la gente ya hubiera hecho justicia con sus propias manos.
Es un asunto tan grave que los apagones mantienen al borde de la quiebra a miles de pequeños, medianos y grandes empresarios, cuya desaparición implica necesariamente la eliminación de cientos de empleos, creándole serios problemas de gobernabilidad al gobierno y provocando graves dificultades a la economía nacional, amén de que éste paraliza el desarrollo.
Las trampas en el sistema eléctrico nacional es un arma de doble filo que se podría constituir en una grave amenaza a la estructura mafiosa que controla todo el aparato estatal de la República Dominicana.
Si insistimos en la pregunta de quién engaña a quién, no habría que ser un mago para darse cuenta de que la gran víctima de la estructura mafiosa nacional no es nadie más que el pueblo dominicano.