Por Narciso Isa Conde
Danilo Medina es otra representación señera de la partidocracia inseparable del clientelismo, la corrupción de Estado y las conexiones con la gran burguesía local y transnacional; pilares de la dominación y recolonización neoliberal.
Es la segunda figura de una claque política caracterizada por su espíritu de cuerpo (independientemente de sus pugnas internas), integrado mayoritariamente por personas enriquecidas a través del robo al patrimonio nacional y a los contribuyentes.
Medina llegó al gobierno mediante un pacto corporativo con el leonelismo y una parte del cohollo capitalista criollo y transnacional, inflado por un espurio financiamiento electoral.
Su gobierno lleva consigo una gran parte del anterior adornado con una u otra figura de “prestigio moral”
Va de la mano del neoliberalismo, las privatizaciones leoninas, los TLCs, el saqueo y la destrucción a cargo de la mega-minería imperialista, el reparto vulgar del patrimonio natural, la narco-corrupción, el generalato podrido, la impunidad y la pele-burguesía burocrática.
Entonces, que no vengan con que Danilo “está bien intencionado” o que desea “cambiar lo que está mal” y “hacer muchas cosas buenas”. ¡Que callen esas “cantelitas” sin base real!
Es explicable sí que Danilo, montado sobre un Estado en quiebra, nos hable de la necesidad de un “pacto social” para una “reforma fiscal”, porque ciertamente está compelido a ponerle vaselina al trancazo antipopular.
Pero es injustificable que ante esta realidad, quienes se dicen representar movimientos sociales independientes, “sociedad civil” y ONGs “progresistas”, aceptaran ir a esa “concertación” para ser engañados, o para servirle de adornos al Danilazo Neoliberal.
Está clarito que este presidente se apoya en una dictadura institucionalizada que estructuró Leonel, pero que por fuertes razones corporativas y complicidades materiales, sirve a toda la cúpula partidocrática morada y a su poder impune.
Nueva vez los “progres”, “desarrollistas”, “ong-cistas” y sindicalistas funcionales al sistema -siempre proclives a diálogos y “pactos sociales” agripinistas y siempre distantes de la lucha de clases y la impugnación del capitalismo neoliberal- vieron llamar al FMI, a Danilo reunirse con sus legisladores, a Leonel respaldándolo y al Comité Político haciéndole coro a los dos… y siguieron con ganas de dialogar.
Escucharon al perínclito Temo decir que no era allí el lugar para consenso, sino el Congreso (pieza clave de la dictadura que consumará el palo… y siguieron con ganas de “consensuar” y “pactar” lo que el otro habrá de imponer a su manera dentro de su maloliente morada Cueva Congresual, bautizada con el nombre de Alí Babá.
Artículo original publicado en el periódico El Nacional