Los dominicanos venían de pasear a los venezolanos en su debut de 2013 y a Canadá en el 17, estrenos que le empujaron a una final y a una semi seguidas.

Los dolores de cabeza comenzaron con la poca paciencia de los bateadores dominicanos: en el primero dejaron a Juan Soto en segunda base pese a ubicarlo allí sin tener outs. Perdonó el combinado nacional a Martín Pérez que aprovechó la desesperación de Manny Machado, Teoscar Hernández y Rafael Devers.

En el segundo episodio se sufrió del mismo mal: bases llenas y un out y fueron incapaces de producir con una ansiedad que no es propia de bateadores de ese nivel.

Así llegó un jonronazo de Anthony Santander y luego un hit de los que valen muchísimo, estando el bateador en dos strikes que le valió dos carreras a los venezolanos. De ahí en adelante el equipo no supo levantar cabeza.

Y un movimiento dirigencial en el 6to. episodio terminó de darle cuerpo a un malestar entre fanáticos y equipo que ha estado incubándose por meses: Rodney Linares, convencido de que el equipo necesitaba una reacción, trajo a Robinson Canó de emergente por Gary Sánchez, el receptor titular.

Canó sigue siendo el capitán del equipo y el dirigente tiró de su veteranía y condición de líder natural del grupo. Le había funcionado esa idea en el primer encuentro de preparación, cuando Canó pegó jonrón. Pero esta vez no sucedió. Terminó dominado por Luis García, quien demostró estar a otro nivel desde la loma.

Esa decisión, que con los ánimos más calmados puede verse ahora como precipitada, amarró a los dominicanos a no poder sustituir a Francisco Mejía en las entradas finales por un bateador emergente cuando parecía que el equipo despertaba.

Y entonces vía libre a la discusión que por semanas se ha tenido: ¿Era mejor incluir un tercer receptor? ¿Apostar por mayor profundidad en la primera base en vez de tantos jugadores del medio del cuadro? ¿Lo del gerente jugador era necesario? Y se podría seguir con tantas preguntas que solo nacen en las derrotas.

Ahora el equipo debe centrarse en asegurar los compromisos del lunes a mediodía ante Nicaragua y el martes a las 7:00 de la noche frente a Israel, que son los rivales más débiles del grupo, para entonces enfrentarse a Puerto Rico el miércoles, un equipo que ha demostrado mejor que nadie que sabe jugar en este torneo.

Los criollos se beneficiarán del choque esta noche entre Venezuela y Puerto Rico, vistos como los rivales a vencer y teniendo en cuenta que al final de los trabajos uno de los tres grandes (RD, PR y Venezuela) terminará fuera del torneo.

Para los dominicanos será fundamental ganar sus tres compromisos restantes y así ponerse en posición de avanzar y quizá pensar en ganar su grupo.

No es una buena idea pasar de segundos para enfrentarse a la constelación de estrellas que aglutinó Estados Unidos.