Los candidatos a diferentes cargos electivos han dado un gran giro a la actividad política en la República Dominicana, porque han pasado de no plantear soluciones a los problemas nacionales a propuestas muy puntuales.
En realidad, se trata de un cambio sustancial en el escenario político-electoral del país, porque durante años o tal vez décadas sólo se escuchaba un discurso de diagnósticos, no de la receta.
Sin embargo, en este marco habría que preguntarse si esas propuestas son del todo creíbles, ya que el hecho de que las mismas provengan de aspirantes que son miembros de los partidos que son responsables de la gran tragedia nacional, que no es más que la improvisación y la demagogia, crea un manto de incertidumbre.
¿Merece algún tipo de credibilidad la propuesta que proviene de un candidato de un partido que durante su paso por el Estado sólo ha promovido corrupción generalizada e impunidad?.
Es lógico preguntarse si una persona que busca ser electo a un cargo público que venga de un partido cuestionable tiene la suficiente moral para proponer cambios y cumplir además lo prometido.
Ahí esta el gran problema del asunto, sobre todo si se asume que cuando una persona se convierte en candidato de un partido corrompido es representante de lo bueno y de lo malo de la organización que lo postula.
En los partidos comprometidos con lo mal hecho se estila regularmente que su candidato también responda a los intereses que representa, entre los que están la defensa de los dineros sustraídos del Estado.
Es un problema bastante complejo que lesiona la credibilidad de los candidatos sin importar que tan importantes e innovadoras sean sus propuestas.
Por esta razón resulta difícil en el marco de la duda la posibilidad de que las propuestas de los nuevos aspirantes puedan ser asumidas como creíbles por la población votante.
En tal virtud, hay que recibir con cierta reserva las propuestas que han surgido de boca de una serie de candidatos que responden a los mismos grupos que han controlado el Estado por varias décadas o que en algún momento pudieron hacer cambios que no hicieron.
De manera, que la gama de propuestas programáticas, algunas de las cuales muy interesantes, provienen de aspirantes que también tienen un cierto compromiso con el pasado, con la sustracción del patrimonio público.
Sólo el curso de la historia nos dirá si realmente el panorama político nacional ha dado un giro cualitativa en favor de los intereses de la nación.
Porque estamos hablando de los mismos actores del escenario político nacional, los que no han tenido escrúpulo en el manejo de las riquezas nacionales.
¿A caso no se podría estar hablando del mismo diablo con fisonomía diferente, con un perfil de bueno y bondadoso, pero que en el fondo representa lo mismo?
Ya veremos!