Opinión
Recordar a Eduardo Hughes Galeano
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11 años agoon
Por Hamlet Hermann
Comenzando la mañana del lunes 13 de abril de 2015 recibí una llamada de Cabito Gautreaux. “Tengo que darte una mala noticia: tu amigo Galeano murió hace un rato.” Entonces sentí la misma sensación que experimenté seis años atrás cuando mi hermano Dardo murió. Sentí algo así como un desconcertado desaliento mientras el ánimo me abandonaba. Corté la comunicación telefónica y reflexioné.
Sabía del pésimo estado de salud en que se encontraba Eduardo. Recordé entonces aquellos días de 2006 cuando me aparecí por sorpresa en Montevideo al recibir la noticia de que al hermano uruguayo lo habían intervenido quirúrgicamente en un pulmón. Preparado para lo peor consideraba que con una persona tan amante de la vida como Gius, no le iba resultar fácil a la parca llevárselo consigo. Contrario a lo que esperaba, al llegar a la casa de la calle Dalmiro Costa, lo encontré dirigiendo y protagonizando una parrillada en el patio, acompañado, nada más y nada menos, que de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.
El olor que emanaba de los churrascos opacaba los jazmines blancos que despiden su aroma al caer la tarde. Fracasado el primer intento de la parca, pasamos los más alegres días ayudando en la preparación del concierto que presentarían aquellos geniales artistas.
Ahora, en 2015, la parca no dio tiempo a mucho. Habíamos estado en contacto directo para facilitar la recepción del premio que le concediera la Feria internacional del Libro de República Dominicana el año pasado. Pero la enfermedad se interponía y no dio tiempo para que lo entregáramos personalmente.
En febrero recién pasado, Helena nos envió las fotos que había tomado durante la visita que le hiciera Evo Morales, Presidente de Bolivia. Le entregó a Eduardo un libro en el que los bolivianos reclaman su derecho a conectar con el Océano Pacífico. Esas imágenes, nos prepararon para lo que hoy sentimos. La transformación del físico del amigo era evidencia de un fin cercano.
Ahora que ya Eduardo, Gius, Dudú o Galeano no estará más con nosotros, tendremos que refugiarnos para siempre en los recuerdos que nos dejó.
Me quedo con el recuerdo de aquella libretica en la que acumulaba las expresiones y particularidades de cuanto tenía lugar a su alrededor. Diminuta, como de tres centímetros por cada lado la desenfundaba cual pistolero del Far West, para anotar lo que sospechaba podía negarle su traicionera memoria en el momento que la necesitara. Un día, envueltos en un intercambio fraternal, califiqué algo que dijo como de poca importancia. Para expresarlo, alegué que aquello no era más que un “gadejo”. Suspendió la discusión y preguntó presuroso al tiempo que desenfundaba su arma literaria qué era eso de “gadejo”. “Ganas de joder, Eduardo, Gadejo significa en buen dominicano ganas de estropearle el momento a los demás.” Y allí quedó grabada la expresión en la minúscula libretica
Recordaré las dedicatorias que dejó en cada uno de los libros que me enviaba tan pronto los publicaba. La frase siempre fue distinta y todas contaban con la combinación del creativo literario con el creativo dibujante. Un cariñoso texto y un trazo con tres circulitos que simbolizaba a la editora de sus obras: Ediciones El Chanchito.
Cómo olvidar que más de veinte años atrás me cambió el nombre. Para Eduardo, dejé de ser Hamlet Hermann al convertirme en Jota Jota. Razón no le faltaba. Una noche del siglo pasado, sentados en su aromático patio, hablamos de mis nombres anglo uno y sajón el otro. El origen familiar, allá por el desaparecido imperio austro húngaro. Hablamos del estoicismo necesario para llevar nombres que en la zona del Caribe nadie pronuncia como debía ser. Me han llamado de tantas maneras diferentes que respondo hasta cuando nada tiene que ver conmigo. Entonces, este uruguayo se acogió a la fonética utilizada por un vendedor ambulante de República Dominicana y me bautizaría en lo adelante como Jota Jota, en vez de Hache Hache. Por eso en sus correos electrónicos y en sus dedicatorias todas llevan el cariño fraternal a través de dos letras: J. J.
Cómo olvidar aquel hombre amante de la vida y sus bellezas que una noche decidió llevarnos a cenar donde “el chef de todos los chefs” uruguayos. El lugar donde los chefs de Montevideo iban a disfrutar de exquisitos platos y a discutir su contenido y cocción con los mejores conocedores de la cocina internacional. Nos sentaríamos a lo largo de una acera, al aire libre en una noche de verano montevideano donde él oficiaría como máximo pontífice de la amistad y de la vida.
Por todo esto tendremos que acostumbrarnos a vivir solo con su ejemplo de dignidad y como defensor de todo aquello en lo que creemos los que respetamos al ser humano.
Opinión
Trump ordena, Abinader se arrodilla y el Pentágono invade
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4 días agoon
diciembre 11, 2025Por Narciso Isa Conde
Santo Domingo.– Al aceptar la determinación de Trump y del Pentágono, de intervenir militarmente los aeropuertos de San Isidro y Las Américas, el espacio aéreo y aguas territoriales de nuestro país, para agredir militarmente a Venezuela y a otros países de la región, Luis Abinader ha cometido el delito de traición a la patria dominicana y la peligrosa afrenta de sumarse al plan de guerra e intervención de EE.UU. en esta región.
¿Qué implica la intervención militar en bases dominicanas?
La base militar de San Isidro es la más grande del país, concentra el mayor poder de fuego (aviación, cuerpo de paracaidistas, infantería y blindados) y pasa a ser intervenida por el Comando Sur del Pentágono.
No se había visto una cosa parecida luego de la intervención militar de abril de 1965: en los últimos 60 años la intervención militar de EE.UU. se mantuvo camuflada como «asesorías», «visitas», «ejercicios» y «operaciones» puntuales; pero ahora la intervención se asume directa, invasiva, indefinida y con tropas especializadas.
La Constitución vigente -a pesar de lo conservador, autoritario y neoliberal de su contenido- obliga a Abinader a rechazar cualquier agresión a nuestra soberanía y cualquier intervención en los asuntos internos de otros países.
¿Cuál es el contexto político y regional de esta acción?
En verdad, no se trató de un «acuerdo», sino de una orden de Trump y el Pentágono, fielmente cumplida por Abinader, en medio de un despliegue naval en el Caribe y áreas del Pacífico; apuntando contra Venezuela y Cuba, en primer lugar y sucesivamente.
Pero también contra los gobiernos de México y Colombia (Colombia ya invadida por 10 bases militares), sin descartar Nicaragua, ni a otros países que no se le dobleguen a un imperio furioso por su decadencia, empecinado en saquear petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad y fuentes de agua en Nuestra América.
El cartel mayor del Hemisferio Occidental es Wall Street y el mercado más grande es el Norte Revuelto y Brutal, mientras aquí abundan las narco-complicidades en altas instancias del Estado.
Este es un narco-estado y si no lo creen, examinen los largos años de impunidad de altos funcionarios civiles, militares y empresarios protectores de los capos Quirino, Figueroa Agosto, Toño Leña, Cesar El Abusador, Arturo del Tiempo, Nelson Solano, Miguel Gutiérrez, Miki López, Yamil Abreu y los capos del Cartel del Cibao, que primero financió al PLD y luego al PRM.
Examinen la narco-política del PRM y por qué las conexiones del narco con sus jefes políticos en funciones gubernamentales no se atacan ni se sancionan.
Opinión
Educación y carácter: deuda que RD no puede posponer
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4 días agoon
diciembre 11, 2025Por Isaías Ramos
Santiago nos golpeó con dos tragedias que el país no puede normalizar. Noelvin Jeremías Cabrera, de 14 años, murió tras un conflicto vinculado al entorno escolar luego de salir del Politécnico Simón Antonio Luciano Castillo; otro adolescente guarda prisión preventiva mientras se conoce el proceso.
Días después, Stephora Anne‑Mircie Joseph, de 11 años, falleció por ahogamiento durante una excursión escolar del Colegio Leonardo Da Vinci. Según informó el Ministerio Público, el caso se investiga como homicidio involuntario y se detuvo a cuatro personas, alegando presuntas fallas graves de supervisión y seguridad.
Estos episodios no son accidentes desconectados. Son síntomas de un deterioro profundo: en demasiados entornos escolares se ha debilitado la fuerza formativa, la autoridad moral y la coherencia institucional. Durante casi treinta años, la formación moral y cívica ha sido relegada y, al mismo tiempo, la disciplina ha sido malinterpretada como autoritarismo, dejando un vacío que hoy se expresa en conductas violentas, negligencia, irrespeto y una cultura escolar sin límites claros.
El Gobierno reaccionó anunciando una mesa interinstitucional “permanente” entre el Ministerio de Educación y la Procuraduría, enfocada en prevención, monitoreo y protocolos de actuación. Es un paso necesario. Pero debemos ser honestos: la República Dominicana está cansada de anuncios que no pasan de la rueda de prensa. La ciudadanía exige resultados medibles, responsables identificables y continuidad real. Lo que no se supervisa se pierde; lo que no se mide se diluye.
El problema de fondo excede cualquier mesa técnica. La Constitución es clara: el artículo 63, numeral 13, ordena como obligatoria en todas las escuelas —públicas y privadas— la formación social, cívica y ética, la enseñanza de la Constitución, los derechos fundamentales y la convivencia pacífica. La Ley 66‑97 insiste en principios como el respeto a la vida, la democracia, la solidaridad, la verdad y los valores que sostienen la dignidad humana. Sin embargo, entre la teoría legal y la práctica cotidiana hay un abismo que seguimos pagando con vidas jóvenes.
Hay, sin embargo, una señal alentadora: la Ordenanza 02‑2025 del Ministerio de Educación, que establece la implantación formal de la asignatura Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana en todos los niveles a partir del año escolar 2025‑2026. Es un avance importante, pero no será suficiente si no se acompaña de tres elementos indispensables: formación docente rigurosa, coherencia institucional y supervisión real. Una asignatura sin cultura institucional es como sembrar sin preparar la tierra.
En el Frente Cívico y Social entendemos que volver a educar el carácter implica recuperar la disciplina como virtud cívica, no como castigo. Disciplina significa dar estructura, sostener límites razonables y construir hábitos que fortalezcan la voluntad. Significa ser coherente —los adultos primero—, persistente —todos los días— y consistente —consecuencias claras, justas y previsibles—. La disciplina bien aplicada protege al alumno, dignifica la convivencia y devuelve a la escuela su papel como taller de ciudadanía.
Esta visión ha sido afirmada desde perspectivas distintas pero convergentes. Elena G. de White advirtió que la verdadera educación desarrolla la facultad de pensar y hacer, evitando que los jóvenes sean “simples reflectores del pensamiento de otros”. Y Camila Henríquez Ureña alertó contra reducir la educación a instrucción técnica, recordándonos que formar el ser es más decisivo que enseñar destrezas.
Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, esta verdad es más urgente: la información se obtiene en segundos; el carácter se forma con esfuerzo cotidiano y con entornos que sostengan lo correcto cuando haya presión.
En medio de tanta preocupación, pude ver una señal de esperanza. Recientemente compartí con el personal docente y administrativo del Colegio Adventista Salvador Álvarez de Jababa, Moca: la escuela donde estudié de niño, fundada en 1925 y portadora de cien años de legado educativo y cristiano. Allí, en una actividad anual organizada por la familia Álvarez‑Piantini‑Schliemann, reafirmamos un compromiso: trabajar juntos para que este colegio rural se convierta en un referente nacional de educación integral y disciplina con propósito. En tiempos de crisis, los ejemplos valen más que los discursos.
Si queremos honrar a Noelvin y a Stephora, debemos transformar el duelo en acción verificable. Necesitamos un protocolo nacional obligatorio para excursiones escolares y actividades de riesgo, con auditoría anual y sanciones claras cuando se incumpla. Necesitamos indicadores públicos de convivencia —con estricta protección de identidad— y, más importante aún, que se publiquen de forma trimestral por distrito educativo: incidentes reportados, tiempos de respuesta, medidas aplicadas y avances en prevención. Y necesitamos la ejecución seria, no decorativa, de la formación moral y cívica, con acompañamiento docente, supervisión independiente y continuidad sostenida.
Porque una sociedad que educa el carácter reduce la violencia. Y una que renuncia a esa tarea termina llorando a sus hijos.
Despierta, RD!
Por Rommel Santos Diaz
Otro de los derechos accesorios al derecho a la participación es el derecho a la notificación. Una vez que las víctimas sean reconocidas como tales frente a la Corte Penal Internacional, en una situación o en un caso, directamente o a través de sus representantes legales, las víctimas tienen derecho a ser notificadas e informadas de los avances del procedimiento, de las decisiones de la Sala correspondiente, de las fechas de las audiencias, de la interposición de recursos por las partes , entre otras diligencias.
Tanto la publicidad de los procedimientos como la notificación a las víctimas son claves para garantizar que esta pueda ejercer su derecho a la participación.
Esta importancia es reconocida por algunas disposiciones que hacen expresa la necesidad de que las víctimas tengan conocimiento del estado de los procedimientos; por ejemplo la norma 87 establece la obligación explícita del Fiscal de notificar a las víctimas de acuerdo a la regla 50(1) y la regla 92(2). Igualmente, derivado del artículo 15 del Estatuto de Roma, la Secretaría podrá asistir en esta notificación si así es requerida por la Fiscalía.
Igualmente, existe la obligación de notificar y dar adecuada publicidad de las actuaciones por medios generales de acuerdo a las reglas 92(8) y 96(1).
Esta función se encuentra regulada en el Reglamento de la Secretaría de la Corte Penal Internacional en donde se reconoce la importancia de que esta información sea accesible a las víctimas para facilitar el ejercicio de sus derechos.
Finalmente es importante mencionar que los jueces al ser los garantes del debido proceso y el ejercicio de las víctimas, tienen la facultad de rechazar una solicitud de participación si consideran que en ella no se ha acreditado la calidad de víctima frente a la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, las víctimas podrán presentar otra solicitud en una etapa ulterior de acuerdo a la regla 89(2).Finalmente las víctimas si así lo desean, podrán retirar su solicitud de participación en cualquier momento si así conviniere a sus intereses.
