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Periodismo Interpretativo

Reflexiones sobre la política, la sociedad y desafíos del siglo XXI

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Políticas públicas y periodismoEspacio para diálogo

61576627-820F-46F4-AE5D-F3A8A7AE828D.jpg__209__400__CROPz0x209y400En estos tiempos de crisis, cuando la tribulación y las dificultades nos obligan las más de las veces a hacer de la necesidad virtud, la realidad es tan esquiva que nos atrapa en un presente plagado de incertidumbres en el que zozobramos ante la duda de si tendremos o no un futuro o, al menos, una esperanza que dejar a nuestros hijos.

Como me siento tan dominicano como si hubiese sido bautizado en la basílica de Higüey ante la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia, madre protectora y espiritual de nuestro pueblo, no solo llevo con orgullo mi patria de adopción en un lugar privilegiado de mi corazón, donde se guardan los afectos y las pasiones, sino que también me contagio de ese espíritu caribeño que nos lleva a exagerar el tópico.

Insisto, pese a sentir como un dominicano, me resistí a la tentación de llevar mi ideario de programa de Gobierno en el bolsillo para entregárselo al Señor presidente de la Republica dias pasados durante el encuentro mantenido en Palacio con motivo de la presentación del CEPP.

 Sin embargo, sí que le hablamos de la necesidadde proyectar la regeneración de la vida pública y de la política como herramienta al servicios de la soberanía y la voluntad popular.

Porque si  alguien me preguntase en este momento qué colectivo ciudadanos es el más desacreditado, diría sin dudarlo que la clase política. Si me insistieran al respecto, añadiría inmediatamente que los periodistas. Ambos, dando la espalda a sus respectivas responsabilidades, han hecho dejación de sus funciones.

 Sin embargo estoy convencidos de que es posible la regeneración, la recuperación de la confianza y la credibilidad; que los políticos vuelvan a representar sin sentir asco o vergüenza la voluntad de los ciudadanos y que, asumiendo la condición de cuarto poder, los periodistas podamos exigir a los políticos el cumplimiento de su compromiso electoral con honestidad y honradez, utilizando el periodismo como garante de los principios éticos y valores políticos que sostienen la democracia, siempre vigilantes a las desviaciones del poder, al abuso de la autoridad, a las tentaciones de la corrupción y al ejercicio del gobierno de espaldas al pueblo.

El compromiso. Cuando me asaltan estos pensamientos y creo que ya nada tiene arreglo, me gusta considerar el ejemplo de políticos y periodistas con esperitu comprometidos y dignos que la historia en ocasiones nos ofrece con el ejercicio de la conciencia y de la democracia.

Este mismo espíritu es el que a diario nos debe de mover con el objetivo de conseguir crear un espacio para el diálogo y el debate con el fin de reflexionar sobre la política y la vida pública, la democracia y las instituciones del Estado, los poderes y sus límites,  analizar y profundizar en las corrientes de pensamiento y las ideas que fluyen en la sociedad actual, adelantarnos a las corrientes ideológicas y difundir el espíritu crítico en una opinión pública capaz de decidir sobre su futuro.

Se trata de que con el pensamiento critico y las ideas podamos establecer diagnósticos sobre los problemas del mundo globalizado, las necesidades de la sociedad, los programas de actuación que demandan los ciudadanos, la resolución de conflictos o la posibilidad de alcanzar acuerdos sobre políticas globales en las denominadas cuestiones de Estado que requieren un pacto entre todos los agentes políticos, económicos, sociales y culturales.

Estoy convencido, lo he podido comprobar con mis propios ojos, es cierto que no en muchas ocasiones, a lo largo de mi vida de que hoy más que nunca hay que comenzar creando los condiciones imprescindibles para que la ciudadanía pueda confiar de nuevo en los hombres y mujeres que desde la política tienen el deber irrenunciable de transformar la sociedad y procurar el bienestar.

Para alcanzar esa unidad de acción es preciso la voluntad política de resolver los problemas, incluso por encima de los intereses electorales, partidistas o personales.

Aquí no cabe el egoísmo. La sanidad, la educación, la vivienda, el trabajo digno, la cultura, la justicia, la educación, la igualda, el bienestar del pueblo  y tantos otros derechos fundamentales no pueden ser jamás   objeto de negocio ni depender del balance de una cuenta de resultados…. Ya que sino lo evitamos a este paso acabaremos por “mercantilizar” las potencias del alma y las cualidades de la condición humana.

Aquí radica precisamente el espíritu del compromiso de politicos de bien y periodistas éticos, en su contribución al desarrollo de las naciones y los pueblos y en su capacidad para, mediante el análisis y la reflexión, abordar los nuevos retos que suponen un auténtico desafío en el mundo del siglo XXI.

 Pocos avances. Mi experiencia y mi formación me dicen que hemos avanzado muy poco en la búsqueda de respuestas a los grandes temas de la humanidad.

 Desde la filosofía clásica, los interrogantes que han asediado al hombre siguen siendo los mismos, y también son iguales las respuestas o la ausencia de ellas. Por eso, me gusta señalar que, en cierta medida, no es que los griegos sean nuestros antepasados, es que los griegos seguimos siendo nosotros mismos. Todos esos temas de debate, como la filosofía, el derecho, la política, la economía, la igualdad o la sostenibilidad deben revisarse continuamente.

Pero quizás sea la corrupción la peor lacra de nuestra sociedad. Las medidas para acabar con esta lacra requieren la atención urgente de la sociedad en su conjunto. En el artículo anterior del pasado día…….. sostengo  en este aspecto y considero que debo repetir;   que nadie se puede llamar a engaño.

 Creer que es posible la impunidad total, el abuso sin límites, la conciencia pisoteada y la dignidad ultrajada sin que ello conlleve gravísimas consecuencias, sin que a la postre pase nada, en la falsa creencia que de nuestros actos no se derivan consecuencias éticas y morales, que las causas de un mal gobierno no hunden sus raíces en la desesperación, supone el peor autoengaño, no solo por la falsedad y la mentira sino porque tendemos a la deformidad ante el espejo de la realidad, justificando lo injustificable y admitiendo como cierto lo que no es sino un espejismo fruto de nuestro delirio.

 Es en este ámbito, donde se cruzan la realidad y el deseo, en el que debemos demostrar nuestra valía y nuestros principios, conscientes de que de nuestras acciones u omisiones no solo depende el futuro que queremos construir sino también el presente que a duras penas soportamos”.

La libertad y el bienestar de los ciudadanos, preservara los derechos fundamentales y servicios públicos.

En efecto, aquí nadie se merece el pasado , si es que es posible un mañana en este presente y en el proximo futuro .

 Y, sin embargo, desde ese pasado en el que un día soñamos con cambiar , con el que un día dijimos basta y nos atrevimos a hacer la “revolución” con palabras y acciones  cargadas de futuro, a pensar por nuestra cuenta, a creer en nosotros mismos y en la fuerza colectiva del pueblo, de donde emana la soberanía y el poder, esa carta de naturaleza –el contrato social– que legitima cualquier autoridad que represente la voluntad de trabajar por el bien común, un interés general que hoy no podemos dejar diluir en el intrincado laberinto del recuerdo.

Sea como fuere es preciso recomenzar siempre, reconocerse en el espejo de la realidad.

No podemos vivir del pasado, pero tampoco enterrarlo en el olvido . Hace falta que reanudemos la hora de ayer detenida en su nostalgia.

 Asumir con todas sus consecuencias que transformándonos crecemos y hacemos posible el cambio.

No es posible separar la vida de la historia. Es necesario levantar la voz ante los negros vaticinios de los falsos profetas del hastío y la desmemoria…,

¡ que hablen nuestros silencios ¡… ¡ que grite la conciencia colectiva del pueblo dominicano¡

 *El autor es escritor,  periodista y sociólogo

HOY

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Periodismo Interpretativo

Los altos niveles de la espiritualidad se constituyen en un dique de contención de la vocación delincuencial.

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Por Elba García

La sociedad dominicana es amenazada por una descomposición social y ético moral que pone en peligro su integridad  en todos los aspectos, principalmente porque el Estado no está en capacidad de preconizar y promover valores, sino anti-valores.

La posibilidad de contrarrestar en mayor medida el fenómeno de la descomposición social y moral descansa, principalmente, en el Estado porque cuenta con las herramientas para imponer un régimen de consecuencia y de hacer la inversión económica requerida para crear las oportunidades de empleos y disminuir la desigualdad, lo cual ataca una de las razones que más genera, por ejemplo, la delincuencia, como lo es la exclusión social.

Sin embargo, frente a la incapacidad del Estado para diseñar políticas públicas que priorice la inversión social, el papel protagónico para enfrentar el fenómeno recae en las organizaciones que trabajan y conectan con la gente, sobre todo en las comunidades más carenciadas del país, donde tiene nacimiento la vocación delincuencial.

El trabajo, por ejemplo, de las iglesias, tanto católica como protestante, juega un papel decisivo en muchos jóvenes para no caer en las garras de las bandas o de la vocación de una conducta al margen de la ley, porque proporcionan fortaleza espiritual que sin dudas se convierte en un dique de contención para impedir que entre a sus vidas  una inclinación delincuencial.

Está más que demostrado que aquellas comunidades donde hay una mayor  integración a las  labores de las iglesias, sobresale una conducta apegada al respeto de la ley y de mejor convivencia social, donde ésta juega un papel  importante en la formación que se adquiere a través de estas instancias.

La iglesia católica acaba de comprobar en un estudio que la Sierra es uno de los lugares donde menos delincuencia se produce, pero todo el mundo sabe que esos pueblos tienen un fuerte apegamiento a valores cristianos desde los tiempos coloniales, pese a que los niveles de pobreza y analfabetismo son muy altos, aunque no tan críticos como los de otras zonas del territorio nacional.

Sin embargo, otra razón para que tal vez la delincuencia no haya impactado tanto a los pueblos de la Sierra se debe a las remesas que reciben del exterior, principalmente de los Estados Unidos, lo cual se convierte en una válvula de escape para que no se desarrollo la vocación delincuencial.

Pero la revelación al respecto confirma que se hace más que necesario que el trabajo de las iglesias vaya más allá de los templos y toque el corazón de aquellos jóvenes excluidos y golpeados por el desempleo y el hambre y que en consecuencia no escojan el camino equivocado.

La mejor dosis que pueden recibir los jóvenes desorientados y con el solo camino de la delincuencia, el tráfico y consumo de drogas es la espiritual, la cual necesariamente tiene que estar  revestida de un componente profundamente humano.

Esta sería una respuesta que siempre será necesaria y vital para el mejoramiento social, pero hará falta la refundación del Estado que para el restablecimiento de valores también cuente con la fuerza institucional pública y de ese modo incorporar otros elementos importantes como los medios de comunicación y el sistema educativo nacional, a fin de que el esfuerzo sea tan integral como el mal que nos aqueja.

Se impone una gran jornada nacional, pueblos por pueblos, para trabajar por una transformación total de aquel que ve la vida sólo desde la perspectiva del dinero, pero que ojalá se puedan incorporarse recursos a través del Estado para además crear empleos y mejorar las condiciones de vida de la gente.

Sólo de esa manera podría producirse  una verdadera transformación social y convertir a la República Dominicana en una sociedad más habitable y humana, donde la delincuencia y la degeneración sea un fenómeno aislado y no general como pasa actualmente.

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Periodismo Interpretativo

Será la frontera la excepción en corrupción en la República Dominicana?

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Por Elba García

La emigración haitiana, con implicaciones socio-económicas como prácticamente todas en el mundo de hoy, continuará aunque el Gobierno haya anunciado una serie de medidas en la frontera para evitar la entrada ilegal desde el vecino país.

La llegada masiva de haitianos ha creado una verdadera alarma nacional, sobre todo porque en opinión de muchos esta inmigración implica un aumento de la delincuencia y la promoción de una serie de enfermedades que son consustanciales a la pobreza y que afectan a pueblos como el haitiano.

El presidente de la República anunció un aumento de los militares que vigilan la zona fronteriza e incluso la medida habla de la incorporación de drones para monitoreal al haitiano hambriento que tiene como norte establecerse en el país.

La migración haitiana tiene un componente que forma parte de una cultura como la corrupción, ya que la entrada de éstos está determinada porque hay de por medio el pago de un peaje a los responsables de vigilar la frontera.

El hecho de que haya un elemento prácticamente cultural en el pueblo dominicano que motiva esa inmigración haitiana, permite colegir que es un problema no tan fácil, aunque no imposible, de detener.

Lo primero que habría que analizar es si el presidente de la República Dominicana, licenciado Danilo Medina, tiene moral para exigirles a sus subalternos lo que él y su Gobierno no pueden dar.

La pregunta que se impone es si podrán los militares de la frontera parar el cobro del peaje a los haitianos ilegales si quien se lo pide anda en lo mismo en otras instancias de la administración pública?

Realmente tiene moral un presidente involucrado en el caso Odebrecht y en otros escándalos para pedir que la frontera y los encargados de vigilarla sean éticos y decentes?

Podría el Gobierno pedir un cambio en la actitud de los militares que cuidan la frontera, mientras el presidente nombra como cónsul a un traficante con haitianos ilegales?

Se trata de un mensaje dual, porque con palabras se expresa preocupación por el fenómeno, pero con los hechos se promueve.

Es una doble moral que su fin no será otro que el fracaso.

El otro elemento es que la inmigración, incluida la haitiana, está motivada en el hambre y la pobreza y no hay muro que la detenga, no importa que sea físico, institucional o de cualquier otra índole.

Mientras los funcionarios hacen fiesta con los recursos públicos, los militares de la frontera harán lo mismo para permitir la entrada no sólo de haitianos ilegales, sino de todo lo demás, como drogas y el contrabando de mercancías.

Que nadie se llame a engaños con las palabras huecas del presidente Danilo Medina, experto en la simulación y la mentira.

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Líderes de las izquierdas que usan como herramienta las armas de la derecha.

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Por Elba García

Son varios los líderes latinoamericanos que luego de llegar al poder se convirtieron en híbridos, porque a pesar de que se vendían como una cosa en realidad eran otra.

El mejor ejemplo es Ignacio Lula da Silva, quien cuenta con dos condenas judiciales y está al borde de terminar en la cárcel por corrupción como consecuencia de aliarse a la derecha y promover un neoliberalismo desde el poder que no encajaba con su proyecto político original.

Lula da Silva fue rechazado por el ala más radical de su Partido de los Trabajadores (PT), ya que ese sector no le perdonaba su coqueteo con grupos económicos que apoyan su crecimiento en la corrupción y en las malas artes para depredar patrimonios públicos.

 

Elías Antonio Saca

El proyecto político de Lula da Silva  a pesar de sus logros en el gobierno, porque sin dudas los hubo, se desnaturalizó a tal punto que hoy éste es un ejemplo a tomar en cuenta como protagonista de una corrupción que lo marcó para siempre y que le quita moral para criticar el flagelo que ha sumergido en la miseria a los pueblos latinoamericanos, como lo es la corrupción administrativa.

Sin embargo, las izquierdas latinoamericanas se resisten a ver los pecados de uno de los suyos y en cambio recurren a la acusación de que se trata de una persecución de la derecha.

 

 

Jorge Glas

Lula da Silva sólo depende para hacer su entrada a la cárcel de solicitar la no ejecución de la sentencia mediante una figura que consiste en una explicación de la misma y de interponer un recurso de amparo ante la Suprema, cuyos especialistas observan muy pocas posibilidades de éxitos del otrora obrero metalúrgico.

 

 

 

Francisco Flores

Ese triste cuadro no exclusivo de la izquierda brasileña, sino que igual descrédito se ha producido con la de El Salvador, donde el primer presidente de izquierda, Mauricio Funes, está en el exilio por acusaciones de la comisión de actos de corrupción mediante la apropiación de recursos públicos, igualándose a ex presidentes de la derecha como Francisco Flores y Elías Antonio Saca.

 

 

 

Lenin Moreno

Lo propio ha ocurrido en el izquierdista Alianza País de Ecuador de Rafael Correa y del actual presidente Lenín Moreno, ya que por lo menos este último  se ha aliado a la derecha para promover las ideas neoliberales que preconizan los grupos económicos.

 

 

 

 

Otros líderes que llegaron al poder a través de un partido de izquierda, como el de la Liberación Dominicana, que han sido promotores y defensores del neoliberalismo son Leonel Fernández y Danilo Medina, cuyos gobiernos están muy manchados por la corrupción y son abiertamente neoliberales, pasando en la práctica de la izquierda a la derecha, tanto así que su perfil es más conservador que el más radical de esta corriente.

El cuadro que presentan las izquierdas latinoamericanas es definitivamente desconcertante.

Tanto es así, que el propio gobierno chavista aunque promovía y practicaba el anti-neoliberalismo nunca ha tenido una crítica en contra de un híbrido y camaleón como Leonel Fernández, que sabía presentarse como un no alineado en una cumbre en Cuba y luego aterrizaba en Washington como un defensor del neoliberalismo y la derecha internacional.

Todo este panorama ha erosionado la credibilidad de las izquierdas latinoamericanas, cuyas consecuencias no han sido peores porque algunos pueblos están gravemente enfermos fruto de la promoción de una serie de anti-valores que han dejado como secuela el corrompimiento de la gente, que le da más valor a un peso que al aspecto humano de la vida, lo cual se traduce en un problema político porque hemos pasado de una política ideológica a una clientelar y asistencialista.

Las izquierdas ahora no tienen como justificarse, porque además la gran mayoría de los llamados partidos alternativos, que siempre son más de izquierda que derecha, están seriamente comprometidos con la micro-corrupción promovida por la derecha, por lo menos en lo que tiene que ver con la República Dominicana

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