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R.D. atrapada entre anti-haitianismo, aumento de la migración desde su vecino y la pérdida de la cultura de trabajo de su gente.
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Por Elba García
Nadie puede negar que la llegada de haitianos al territorio dominicano tiene su parte positiva, pero también su lado negativo, desde la perspectiva de lo que ello implica para un país lleno de pobreza y con unos servicios públicos caracterizados por la falta de presupuestos y en consecuencia de una gran deficiencia. Pero además porque las migraciones arrastran lo bueno y lo malo del lugar donde proceden.
El anti-haitianismo no se expresa en el país con violencia ni con crímenes de odio como ocurre en otros lugares del mundo, como por ejemplo la antigua Yugoslavia, pero la realidad es que entre los dominicanos se ha desarrollado una tendencia a sentir algún rechazo hacia los vecinos por una diversidad de razones.
Lo primero que se debe decir que es normal que cuando la inmigración aumenta significativamente los nativos se sientan amenazados, lo cual no sólo ocurre entre los dos países que ocupan la isla, sino también en todos los lugares del mundo donde el fenómeno ocupa lugares importantes en el orden laboral, económico y social.
Sin embargo, en el caso de los haitianos hay una razón que siempre podrá generar dudas de que ellos persigan llegar más allá de buscar ganarse la vida y mantener a sus familias desde las tierras dominicanas en razón de lo que indica la historia en lo que respecta a la dominación por ellos a la parte española de la isla por un periodo de 22 años.
Todo ello se constituye en una razón para que en el país se desarrollo el anti-haitianismo que ha sido alimentado además por una corriente de pensamiento ultraconservadora que sostiene que los vecinos son una amenaza para la existencia de la nación.
La realidad es que el fenómeno de la migración no lo detiene nada, absolutamente nada, porque en la medida en que el haitiano no pueda vivir en su territorio por los niveles de violencia y la falta de un Estado que mínimamente controle el país o ya sea por la falta de empleo o de comida, la gente procurará irse al exterior para mejorar sus condiciones de vida o cuando menos tener garantía de que comerá el siguiente día.
Otro factor que estimula la migración haitiana es el hecho de que muchos empresarios privados e instituciones del Estado dominicano no tienen ningún reparo en colocar a trabajar en sus empresas a los haitianos, sin importar su status legal, muchas veces porque se aprovechan y pagan salarios más bajos, pero además porque resulta un poco difícil encontrar manos de obra criolla.
La falta de gente dominicana para desarrollar una serie de trabajos estriba en el hecho de que por una diversidad de razones en el país se ha perdido la cultura del trabajo y esa circunstancia ha beneficiado a la inmigración haitiana, la cual, aunque ha sufrido en los últimos años un cambio importante, está más dispuesta a trabajar en lo que sea y vivir dondequiera, lo cual disminuye las exigencias de pago de servicios públicos y renta de casas donde se albergan.