Por Narciso Isa Conde
Nunca se debió proponer ni aceptar que la ASAMBLEA GENERAL DE LA OEA sesionara aquí. Esa es otra agresión a nuestro a país, puesto que ese organismo fue usado en 1965 como parapeto de la invasión yanqui, además de su empleo para numerosas fechorías continentales, auspiciada bajo la influencia de EEUU; las cuales, esa misma potencia imperial, sigue impulsando con nuevo disfraces: como lo de esgrimir su “carta democrática”, más bien intervencionista, contra la Venezuela bolivariana.
Ese organismo debió disolverse, más cuando existe la CELAC al margen de EEUU, que como imperio –repito- continúa encarnando intervencionismo, agresión militar, masacres y guerrerismo.
Es una vergüenza lo que hace Almagro desde la OEA contra la Venezuela. El discurso del Secretario de Estado de EEUU evidenció que actúa por encargo del plan estadounidense y las derechas venezolanas para asaltar ese país hermano, saquear su petróleo, anular su soberanía e imponer un neofascismo mafioso.
La propuesta gubernamental para que la OEA pida perdón -independientemente de que nace de la indignación de nuestro pueblo- es otro show mediático de un Danilo Medina que traicionó hace tiempo a Bosch, la Constitución del 63, la gesta del 14 de junio del 59, los ideales de abril-65, la democracia y la soberanía de nuestro país; aliándose al balaguerismo, aceptando la Intervención del FMI, BM, CÍA, FBI, MAAG y el saqueo de las transnacionales; imponiendo un régimen corrupto y antidemocrático, una dictadura “institucional” fraudulenta.
Es un show, una comedia trágica, fríamente calculada para tirarle una cortina de humo a la crisis post-electoral y al fraude evidenciado. Como también lo es el nuevo “plan” de seguridad ciudadana destinado potenciar la represión política-social.
En verdad los Estados delincuentes están descalificados para erradicar otras modalidades de delincuencia, pero si usan esa falsa moral para reprimir y violar libertades y derechos.
Contrario a la versión oficial, la peor delincuencia no es la que se anida en barrios empobrecidos (raterismo, micro-tráfico, bandas…); la que alimentan escandalosas desigualdades sociales y el patrón consumista auspiciados por el capitalismo y los gobiernos a su servicio.
La más nefasta y dominante es la que está entronizada en un Estado gansterizado, en una facción empresarial mafiosa, Palacio Nacional, DNI, DNCD, altas jerarquías policiales y militares, Congreso, sistema judicial, Comité Político del PLD y cúpulas de los partidos del sistema, CONEP, CÁMARA AMERICANA DE COMERCIO y CÁMARA MINERA: el poder impune y represivo de una clase mafiosa y un Estado delincuente.