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Opinión

Tres fulgurazos sobre reelección

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Por ANDRÉS L. MATEO

UNO

La Embajada norteamericana quiso ponerse a tono con lo que constituye una constante en la historia dominicana: La vocación de eternidad, la reelección perpetua; y dejó caer un artículo sobre la relación entre consolidación institucional y reelección. De seguro que el danilismo tomó nota; y los poderes fácticos, tan sumisos al poder político en nuestro país, sabrán cuál es el punto de vista de “LA EMBAJADA”. Igualmente la OEA lanzó la opinión de la “Comisiòn de Venecia” sobre la reelección, dándole un golpe demoledor a esa idea melcochosa que liga la reelección a un derecho fundamental del ser humano. La OEA es clara sobre lo que motivó el estudio: “La mala y reiterada práctica regional de modificar la constitución durante un mandato para buscar la reelección o la posible perpetuación en el poder en sistemas presidenciales”. La reelección no es, pues un derecho humano, y antes al contrario entraña una usurpación. Las instancias institucionales tienen derecho a ponerle límites a la ambición de poder. Ninguno de los dos documentos están específicamente referidos a la situación política dominicana, pero juntos entrañan una bomba atómica moral de un poder incomparable, que revienta en las entrañas mismas de los aprestos reeleccionistas de Danilo Medina. Son ideas que vienen de afuera, provienen de fuentes de poder, y llegan y robustecen las posiciones institucionalistas opuestas al continuismo.

DOS

Nosotros hemos vivido hasta la saciedad el desgarramiento del pequeño burgués que se traga el suspiro de su condición de insustituible. Ni el artículo de la EMBAJADA, ni el informe de la “Comisión de Venecia” nos pueden enseñar nada. Pedro Santana se reeligió tres veces. Buenaventura Báez cinco. Ulises Heureaux (Lilís) cinco veces. Rafael Leónidas Trujillo, cinco veces. Joaquín Balaguer seis veces. Leonel Fernández tres veces. Y Danilo Medina dos veces. Entre todos, suman ciento doce años de vida republicana, un poco más de la mitad de toda nuestra existencia como país. Nuestra “democracia” ha sido históricamente una caricatura, tan llena de violencia institucional, que todos los excesos del autoritarismo nos parecen naturales. Los gobernantes no se han ceñido al espíritu de la constitución, y a pesar de que en muchos casos ésas constituciones son obras de ellos mismos, el afán continuista los lleva a violarlas. En 39 oportunidades el espíritu de la constitución se ha ido al carajo,  y 36 de ellas han sido para permitir la reelección. Cuando Balaguer decía que la constitución era un pedazo de papel, dialogaba con la historia objetiva. Santana hizo seis constituciones, y las modificó todas. Báez se enseñoreó sobre cinco, y cuando le dio su gana las violó.  Hipólito Mejía no hizo constitución, pero modificó una para intentar reelegirse. Trujillo no tenía que modificar códigos para imponerse, su voluntad bastaba. Leonel Fernández casi viola una constitución virgencita todavía, la del 2010, intentando reelegirse. Y Danilo juró y lloró, se hincó sobre un guayo bajo el sol clamando una oportunidad, una sola decía, que le permitiera demostrar que había “hombres serios” que respetaban la palabra empeñada. Y luego se tragó su vergüenza, y encanalleció toda la sociedad para permanecer en el poder. Pervirtió toda la frágil institucionalidad lograda, y nos ha legado el gobierno más corrupto de toda la historia republicana.

TRES

Es por eso que el artículo de la EMBAJADA, y el informe de la “Comisión de Venecia” de la OEA resultan oportunos porque si hay un país en el cual todos los factores negativos que acarrea la ambición desmedida de sus gobernantes están presentes, ese es la República Dominicana. Hay que superar esa etapa, hay que desterrar esos seres providenciales que se nos quieren hacer creer que ellos son la salvación del país. La amargura de nuestro acontecer es la comprobación angustiosa de que entre nosotros lo normal es la quiebra de la razón.

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Opinión

RD al Límite

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Por Isaías Ramos

Hay épocas en la vida de un pueblo en las que tolerar el abuso y la indiferencia se convierte en una forma silenciosa de autodestrucción. Tolerar el abuso es normalizarlo.

En esos momentos, la historia se vuelve espejo y advertencia: cada generación decide si honra su pasado o lo traiciona. La República Dominicana, nación nacida del sacrificio y la visión de quienes pusieron la patria por encima de sus vidas, enfrenta hoy una crisis moral que amenaza los cimientos de su identidad.

Durante las últimas décadas, una élite política y económica ha cultivado una insensibilidad inquietante ante el hambre, la miseria y el sufrimiento del pueblo, mientras sus lujos y excesos contrastan con la lucha diaria de millones de dominicanos que sobreviven entre salarios precarios, servicios públicos debilitados y promesas que no se cumplen.

Esa élite, escoltada por oportunistas de turno, parece dispuesta a conducir al país al deterioro antes que renunciar a su avaricia o asumir la responsabilidad de sus actos. Su respuesta ante el llamado a rectificar es la burla; su reacción ante la crítica, el desprecio. Duarte lo dijo con precisión: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices; y sed unidos.”

Cada aniversario de la Constitución se ha convertido en un doloroso espectáculo. Funcionarios que deberían ser guardianes de la legalidad celebran la Carta Magna mientras la ignoran, como si la ley fuera un adorno y no la columna vertebral de la República.

Sánchez murió fusilado defendiendo la legalidad; Duarte murió pobre defendiendo la dignidad; Mella murió joven defendiendo la libertad. Y, sin embargo, hay quienes se pasean como dueños de un país que no les pertenece, creyéndose inmunes al juicio ciudadano y a las consecuencias de la historia.

Lo que vivimos no es sólo una crisis económica o política. Es una crisis de sentido, una degradación profunda del alma colectiva. La corrupción normalizada, la impunidad y el desprecio por la verdad han erosionado la fibra ética de la nación.

Luperón lo expresó con contundencia: “No hay patria donde no hay civismo.” El ejemplo de los que mandan educa; y cuando educa en la arrogancia impune, siembra desorden.

Pero este país nació de una visión moral. Nació para ser una república libre, una sociedad justa, una patria donde la dignidad humana sea sagrada. Los padres de la patria no buscaron privilegios: buscaron redención nacional.

Este no es un llamado a la confrontación ni al odio ni a la división. Es un llamado a despertar. Convoca a todos —también a quienes sirven con honestidad— porque la patria necesita suma, no excusas.

Hoy, más que nunca, debemos recuperar la conciencia moral que movió a los fundadores, recordar que ningún poder es eterno y que ninguna injusticia prevalece cuando un pueblo abre los ojos. Defender la Constitución no con discursos vacíos, sino con acciones.

Acción cívica, aquí y ahora: Infórmate. Exige. Participa. Cada gesto cuenta; cada voz recta fortalece la República.

Duarte habló sin rodeos: “Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor.” Y hoy añadimos: vivir sin conciencia es dejar la patria en manos de quienes desangran la dignidad de la República. La República Dominicana no está perdida. La patria está herida, pero no vencida; espera que sus hijos tengan el valor de salvarla con la fuerza de la ley y la altura del ejemplo.

Un país vale lo que vale la dignidad de su pueblo. Este pueblo —trabajador, creyente, noble y resistente— merece un futuro que honre su historia. La patria no está perdida si cada uno da un paso hoy.  En el Frente Cívico y Social trabajamos día a día para elevar la conciencia moral y patriótica de nuestra nación, convencidos de que la restauración de la dignidad nacional es una tarea colectiva y urgente.Si la dignidad despierta, despierta la República.

Despierta, RD

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Opinión

Colegio periodístico, ¡Salvémoslo!

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Por Oscar López Reyes

El Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) ha estado galopando bajo un ruido ensordecedor, como aquel que se escucha cuando los vagones cruzan sobre los rieles de acero de un sistema ferroviario. Un nuevo presidente (2025-2027), el profesor Luis Pérez Novas, ha aceptado la apuesta de tirarse encima un pesado equipaje en un viaje que, para arribar a buen puerto, urge la eficiencia, la fiabilidad y la rentabilidad.

El CDP yace en la camilla del moribundo. Echarse a un lado en esta circunstancia, para que la locomotora de combustibles fósiles lo aplaste y triture, agravará todos los sistemas de señalización, un obstáculo rodante para vadear puentes y túneles. Al asumir el cargo, a los presidentes se les conceden 100 días para ver qué pasará por las estaciones. El buen juicio recomienda que coadyuvemos en el diseño de un enfoque holístico, para que haya una prueba de mutación o, por lo menos, una mejora tangible.

Tenemos que ayudar a superar los lastres pretéritos, que nos han estado socavando. Para finiquitarlos, se precisa conocerlos, y transitar sobre ellos en la autocrítica sin sectarismo grupal. Estos son ellos:

Primero: Apuro ético-moral

1.- Ausencia de educación ético-profesional y de sanción acogiéndose al Código de Ética.

2.- Pérdida de autoridad del CDP.

3.- Disminución del activismo gremial y la movilización socio-comunitaria y profesional.

Segundo: Incapacidad gerencial

1.- No ha sido lograda ninguna conquista de trascendencia en el CDP en últimas décadas.

2.- Mostrada incompetencia para cobrar el 0.5 de la publicidad insertada por los medios de comunicación.

3.- Incapacidad para dar seguimiento a viejos proyectos y poner en marcha otros, con base en la planificación estratégica.

Tercero: Ausencia de liderazgo motivador

1.- Postura conservadora e individualista de periodistas con vasta experiencia profesional y gerencial, porque rehúyen al sacrificio y a las injurias y desconsideraciones de colegas en la competición electoral.

2.- Permanencia de la misma cúpula en la dirección del CDP, que se exhibe anquilosada y desgastada.

3.- El tradicional liderazgo idealista y revolucionario ha sido diezmado por el cruce del tiempo y por su desaparición física, junto con la reducción del dinamismo socio-gremial. No ha emergido una robusta generación de jóvenes con un liderazgo carismático y transformacional, en virtud de que la inmensa mayoría de los egresados universitarios en comunicación social piensa primero en la faceta monetaria, orillada en el activismo de las redes sociales y el lenguaje de la viralidad. Este fenómeno refleja una desconexión del CDP con los nuevos valores de la comunicación.

Cuarto: Crisis de imagen y credibilidad

1.- Bajísima asistencia a actividades institucionales y a las votaciones electorales. En las elecciones celebradas el viernes 29 de agosto de 2025, apenas sufragó el 27% de la membresía del CDP.

2.- Imperceptible nivel de pago de las cuotas mensuales de los miembros del CDP.

3.- Un alto porcentaje de egresados de las escuelas de comunicación social no ingresa a la organización, señalando que no le aporta ningún beneficio, e integrantes de la vieja guardia solo recuerdan al CDP cuando sufren persecución, agresión o apresamiento, o para solicitar auxilio por enfermedad y pensión.

Cinco: Casa Nacional del Periodista

1.- Deterioro físico muy pronunciado de la Casa Nacional de Periodistas. Se cae a pedazos.

2.- El local ha sido hipotecado parcial e ilegalmente.

3.- Los miembros del CDP no se animan a celebrar cumpleaños, bodas ni otras actividades en sus instalaciones, porque no tiene una buena imagen de marca.

Respuestas con las valijas sobre los trenes de las vías férreas:

1.- Imperiosidad de renovación en el cambio intergeneracional, comenzando con la modificación de la Ley 10-91, que creó al Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).

2.- Forjar y proyectar a una nueva generación gremial, con la renuncia aspiracional de la vieja cúpula.

3.- Lograr el ingreso al CDP del mayor número de egresados de las escuelas universitarias de comunicación social.

4.- Establecer una alianza con el sector empresarial mediático en todas las áreas.

5.- Dar apertura a una Escuela de Formación Gremial.

Juzgue usted…

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Autor: Expresidente Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP), del Tribunal Disciplinario (dos veces) y del Comité Ejecutivo del CDP.

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Opinión

Reforma de las Naciones Unidas: perspectivas  (1 de 2)

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Por Rommel Santos Díaz

Uno de los procesos más difíciles, y a la vez necesarios , es impulsar un profundo sistema de reforma de las Naciones Unidas. Hasta ahora es muy poco lo que se ha podido hacer debido a que las disposiciones de la Carta establecen que cualquier proceso de reforma debe contar con la aprobación de las 2-3 parte partes de los miembros de las Naciones Unidas, asi como el voto afirmativo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

La primera crítica que se hace se refiere al estado actual del Consejo de Seguridad, y especialmente al derecho de voto permanente y veto  que tienen Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido. En varias ocasiones  la Naciones Unidas ha dejado de actuar con rapidez debido a que algunos de estos países no está dispuesto a apoyar una medida determinada.

A pesar de que las propuestas de cambio son muchas, una que debe ser descartada es la posibilidad de que se suprima el derecho de veto  puesto que ello requeriría de los cinco miembros  permanentes del Consejo de Seguridad accedieron a ceder su privilegio.

La única posibilidad de modificar la actual estructura de dicho órgano es ampliar el número de miembros permanentes y no permanentes. Sobre esto,  existen  dos propuestas principales (i) que Alemania  y Japón se conviertan en miembros permanentes del Consejo de Seguridad, o (ii) que se cree un puesto permanente para cada una de las tres regiones que no están representadas , a saber, América Latina y el Caribe, África y Asia. De esta forma las regiones podrían ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto.

Dentro de los otros cambios que se están debatiendo, destaca el de dar un mayor poder al Presidente de la Asamblea General , para que tenga un mayor nivel de incidencia en la agenda de las Naciones Unidas, así como una mayor capacidad para proponer acciones que el Consejo deberá tomar en cuenta.

Gran parte de estas propuestas se encuentran en la Resolución 58-126 sobre Revitalización del trabajo  de la Asamblea General, incluyendo la cooperación y coordinación entre la Asamblea General y el Consejo de Seguridad , así como el papel del Presidente de la Asamblea General.

Otro cambio, se refiere a la creación de una fuerza militar permanente de Cascos Azules, con la capacidad de tomar acciones de manera inmediata. Para agilizar su proceso, se viene discutiendo la posibilidad de que, bajo ciertas circunstancias, la Asamblea General pueda autorizar el accionar de estas fuerzas.

Cabe destacar que dentro de este debate, se ha venido trabajando en propuestas para una mayor participación de transnacionales y de organismos de la sociedad civil. Con relación a las transnacionales, y de acuerdo con la Declaración del Milenio, se pretende involucrar a las empresas para que participen activamente en la implementación de ciertos programas sociales de la ONU.

rommelsantosdiaz@gmail.com

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Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
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