AFP
La perspectiva de una acción militar liderado por Washington en Siria ocurre en medio de fuertes tensiones de Occidente con Rusia tras el caso del exespía ruso Sergei Skripal, envenenado en Reino Unido.
WASHINGTON. El presidente Donald Trump sigue analizando sus opciones militares en Siria tras un supuesto ataque químico que generó indignación internacional, en medio de advertencias de Moscú de que una represalia puede desencadenar un conflicto entre Estados Unidos y Rusia.
“No se ha tomado una decisión final”, dijo el jueves la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, al cabo de una reunión del mandatario con sus principales asesores de seguridad nacional para evaluar la respuesta a un presunto ataque con armas químicas atribuido al régimen de Bashar al Asad.
“Seguimos evaluando información de inteligencia y estamos en conversaciones con nuestros socios y aliados”, añadió, señalando contactos telefónicos con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la primera ministra británica, Theresa May.
Un vocero de Downing Street confirmó más tarde que Trump y May habían acordado “seguir colaborando estrechamente en la respuesta internacional” a Siria. Ambos coincidieron “sobre la necesidad de disuadir el uso futuro de armas químicas por parte del régimen de Asad”, dijo.
May se reunió de urgencia con su gabinete y resolvió la “necesidad de tomar medidas” con relación a Siria, donde según el gobierno británico 75 personas murieron el pasado fin de semana en un presunto ataque con gas tóxico en Duma, la mayor ciudad del antiguo bastión rebelde de Guta Oriental, en las afueras de Damasco.
Los vientos de guerra soplaban más fuerte luego de que Macron afirmara tener “pruebas” de la responsabilidad de Damasco y del uso de “al menos cloro” en el ataque. Francia responderá “oportunamente”, dijo.
Trump anunció el jueves decisiones “bastante pronto”, mientras en el Congreso estadounidense el jefe del Pentágono, Jim Mattis, consideró “sencillamente inexcusable” lo ocurrido en Siria.
En la mañana del jueves en Twitter, Trump, que la víspera prometió a Rusia que llegarían misiles “lindos, nuevos e ‘inteligentes’”, se había mostrado evasivo sobre cuándo podría ordenar un ataque militar, al afirmar que “¡podría ser muy pronto o nada pronto!”.
Su margen de acción sin embargo puede verse restringido con la llegada a Siria de expertos de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) que a invitación de Damasco comenzarían el sábado investigar lo ocurrido.
Rusia rechaza escalada
La perspectiva de una acción militar liderado por Washington en Siria ocurre en medio de fuertes tensiones de Occidente con Rusia tras el caso del exespía ruso Sergei Skripal, envenenado en Reino Unido.
Moscú, aliada del gobierno de Damasco, advirtió contra cualquier escalada que pueda desencadenar un conflicto entre Estados Unidos y Rusia, y pidió una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el viernes.
“La prioridad es evitar el peligro de una guerra”, dijo a periodistas el embajador ruso ante la ONU, Vassily Nebenzia.
Desde el ataque del sábado en Duma, ha habido un creciente movimiento militar en el Mediterráneo oriental.
Una fragata francesa, submarinos británicos de la Royal Navy cargados con misiles de crucero y el destructor estadounidense USS Donald Cook, cargado con misiles de ataque terrestre Tomahawk, fueron colocados dentro del rango de alcance de Siria.
Una ofensiva contra Siria probablemente será con misiles, como fue el caso el año pasado contra Damasco, también en respuesta a un presunto ataque con armas químicas. La Casa Blanca ha dicho que “todas las opciones están sobre la mesa”.
Rusia, a la que Trump criticó por sus lazos con Asad, a quien tildó de “animal” por este “ataque insensato”, tiene bases militares en Siria en Tartús y en Hmeymim.
Una línea telefónica especial para que los militares estadounidenses y rusos se comuniquen sobre las operaciones en Siria está activa y siendo utilizada por ambas partes, dijo Moscú el jueves.
¿Disuadir a Asad?
En Siria, Asad alertó que cualquier acción militar “solamente contribuirá a desestabilizar aún más la región”, mientras la bandera del régimen sirio ya ondeaba en Guta Oriental, según aseguró Rusia.
Después de una ofensiva lanzada por Damasco a mediados de febrero con respaldo de Moscú, los rebeldes del grupo Yaish al Islam entregaron sus armas pesadas y abandonaban Duma hacia el norte del país.
“Evidentemente, es el ataque químico lo que nos impulsó a aceptar” partir, declaró a la AFP Yaser Delwan, jefe del buró político del grupo, tras una de las acciones más mortíferas de la guerra de siete años, que supuso una importante victoria para el régimen sirio.
Expertos en seguridad nacional estadounidenses se preguntaban si una respuesta de occidente serviría para disuadir a Asad.
En abril de 2017, Trump ordenó ataques de Tomahawk en la base aérea de Shayrat en respuesta a un ataque con armas químicas en la localidad de Jan Sheijun, controlada por opositores al régimen.
La ofensiva no frenó a Asad: funcionarios estadounidenses bajo condición de anonimato dijeron que desde entonces han investigado hasta 10 presuntos ataques químicos en Siria.
por Alina DIESTE, con Alfons LUNA en Londres y Anna MALPAS en Moscú