Este domingo se celebra en la República Dominicana «El Día del Padre«, el cual se queda más que nada en el ámbito comercial, porque la crisis que padecen las familias en el país supera todas las referencias
La expresión “felicidades papá” no es más que una frase para cumplir con la formalidad, con la apariencia de un aparente amor hacia el padre que en el fondo no existe, aunque esta afirmación no es válida para todos los casos.
La crisis que viven las familias dominicanas es realmente dramática, pese a que los valores familiares, incluido el amor hacia el padre y hacia la madre, era algo con una fuerza que cualquiera podía percibirla a leguas.
Hoy en día los padres, no importa que buenos y responsables hayan sido, son golpeados emocional y físicamente por los hijos, lo cual parece estar asociado a varios factores, como son su poca formación espiritual y cultural y a los efectos de un neo-liberalismo que se lleva todo de paro, ya que en esta corriente sólo importa el mercado, no el ser humano.
Por esta razón muchos hijos no sienten ningún respeto por sus padres, sobre todo si éstos no cuentan con alguna riqueza, porque al final de la jornada el cuido hasta un punto del progenitor no tiene otro propósito que garantizar su herencia.
La repetición de esta valoración no es válida para todos los casos, porque, sin lugar a dudas, hay hijos ejemplares que cumplen con su responsabilidad de cuidar y amar a sus padres, máxime cuando éste pasa por momentos difíciles, ya sean económicos o de salud.
Lo propio habría que decir también que hay padres que no merecen ser llamados como tales, porque han tenido una conducta muy irresponsables con sus hijos, pero en estos tiempos es mucho más común la ingratitud de los vástagos que de los progenitores, ya que el fenómeno tiene que ver con la crisis de valores que se traga a la sociedad.
Se escucha mucho la afirmación, como una forma de justificar la conducta de los hijos, que el padre cosecha lo que siembra, cuya expresión no está totalmente en lo cierto, porque hay progenitores que siempre estuvieron al acecho del bien de sus vástagos y trabajaron como burros para que a ellos nunca les faltara nada y repartieron amor en todos los rincones de su hogar.
Lo que sí es válido es valorar hasta dónde la influencia de la calle impacta a los hijos mucho más que la educación que reciben en el seno de la familia y generalmente cuando es así, éstos terminan desestimando los consejos del padre.
Los factores que generan el fenómeno son múltiples, pero de lo que sí se puede estar plenamente seguro es que la crisis y el resquebrajamiento familiar ha creado una descomposición social en la que es común escuchar que un hijo mató a su padre o lo contrario, lo cual era motivo de escándalo hace algunas décadas, pero que ya se ve como algo normal.
Este domingo “Día del Padre” es un gran motivo para motivar a la gente a acudir en masas a los centros comerciales, pero al final de la celebración pesa mucho más la crisis de valores que involucra de manera importante detalles como el poco amor y respeto de los hijos hacia los padres.
Son épocas de grandes tristezas porque la gente no siente ningún respeto hacia el otro y los padres en muchos casos son tratados a patadas y con atropellos inmerecidos de los hijos, quienes como parte de la sociedad también son impactados por una conducta violenta y amante sólo de lo material, del dinero.
¿Será que sólo importa la herencia y si ésta no existe los padres pasan a ser un vagazo que debe ir al zafacón como la naranja que luego de exprimirse no sirve para nada más?.
Responda este cuestionamiento, amigo lector, sin ningún tipo de apasionamiento y con la suficiente experiencia que da la realidad.
Así son las cosas!!