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Editorial

Un Gobierno que sólo falta formalizar su caída.

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Los diferentes gobiernos que hemos tenido en la República Dominicana durante nuestra vida democrática se han creído que pueden hacer cualquier cosa sin que nadie la tome en cuenta.

Gran equivocación, porque en los actuales momentos la gente está desbordado en contra del Gobierno por su mal proceder, por los atropellos que cada día se cometen en contra de la gente.

El último gran atropello fue negarle el derecho constitucional a votar para escoger las nuevas autoridades municipales.

Pero este acontecimiento ha estado precedido de los casos Odebrecht, los Super Tucanos, así como una diversidad de actos de corrupción y crímenes de Estado, que se hacían desde el sector oficial grandes esfuerzos para que quedaran en la impunidad.

Manipular la justicia con la designación al frente de la misma de cuadros peledeístas y un sinnúmero de cuestiones que han hartado a la gente.

En estos momentos los jóvenes han cogido las calles para decir basta ya, no queremos más abusos y atropellos que lesionan incluso nuestra dignidad.

Es un fenómeno sin mucha influencia partidaria, porque se trata de algo parecido a lo que se conoció como la primavera árabe que se llevó entre sus garras a varios gobiernos que mantenían en una total exclusión a los jóvenes de esa parte del mundo.

En Túnez los jóvenes  no podían pensar ni en crear una familia, porque el nivel de desempleo era tan alarmante que era imposible  contraer matrimonio.

La chispa se encendió con el suicidio de un hombre  que se prendió en fuego, porque se le había impedido vender frutas en una de las calles de la ciudad.

Tal vez no podría hablarse del mismo fenómeno, pero lo que ocurre hoy en la República Dominicana tiene particularidades similares, ya que desde hace  mucho tiempo la queja era que los jóvenes no se empoderaban y que el país les importa muy poco.

Pues sus reacciones luego de la suspensión de las elecciones supuestamente por un sabotaje, ha creado un despertar que asombra a amplios sectores de la vida nacional.

La verdad es que el fenómeno es encantador, porque la gente siente que cosas nuevas podrían llegar al país.

En hora buena

 

 

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Editorial

La reforma fiscal los ha delatado a todos

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Que nadie crea que con la pretendida reforma fiscal sólo ha quedado desenmascarado Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno, sino toda la clase política nacional.

Porque los que ahora simulan que la rechazan han intentado lo mismo en ocasiones anteriores.

En torno a la propuesta fiscal hay que meter en el mismo saco a todos los actores de la política partidista nacional.

En realidad,  no hay diferencias entre unos y otros, porque peledeístas, perremeístas y los que conforman la Fuerza del Pueblo de Leonel Fernández no tienen ningún tipo de remordimiento cuando se trata de castigar al pueblo dominicano.

Que nadie se llame a engaños de que la flexibilización de los abusos contra la clase media y los más pobres va a cesar en el país.

El dispendio continuará a través de las llamadas «botellas», las cuales, para decir verdad, son difíciles de erradicar.

Pero lo que sí ha quedado demostrado es que si la gente reacciona puede detener los abusos en su contra.

Ahora falta ver cuál será el camino que escogerá el gobierno, pero ojalá que no sea la continuación del desbocado endeudamiento externo para cubrir el déficit y continuar con un gasto público de muy poca calidad

La carga impositiva, sobre todo la informal, sigue ahí vigente, principalmente con la intensificación de los apagones, lo que conlleva dotarse de inversores y plantas eléctricas.

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Editorial

Reforma fiscal o improvisación del Gobierno.

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El Poder Ejecutivo acaba de someter al Congreso Nacional la tan esperada reforma fiscal, la cual parece tener algunas bondades, pero que no queda claro qué se persigue con la misma, porque no alcanza ni para cubrir el déficit fiscal que tiene el país desde hace varias décadas que lo sumerge en un endeudamiento peligroso.

Es como buscarle una solución a media al problema, porque a pesar de que sólo se busca recaudar 122 mil millones de pesos con la misma, nadie sabe cuál es la respuesta ante un déficit fiscal que representa más del doble de esa suma.

El meta-mensaje de la reforma fiscal es que el Gobierno de Luis Abinader parece estar enamorado del endeudamiento externo, porque esa reforma tributaria no conduce a otro camino que a buscar más dinero prestado.

Pero eso no es todo, porque el Gobierno habla de una mayor inversión social con un déficit fiscal que duplica la suma que se busca recaudar.

Lo otro es que no se han eliminado todas las exenciones que atrofia la economía nacional, cuyos principales beneficiarios son sectores que sólo buscan alimentarse personal y empresarialmente de los recursos públicos.

Son preguntas que el presidente Luis Abinader debe responderles a los amplios sectores de la vida nacional que se niegan a someterse a mayores sacrificios con resultados insatisfactorios.

A las actuales autoridades nacionales y también a las pasadas se les enrostra que adolecen de lo que se podría definir como una cultura nacional, que no es otra  cosa que la carencia de planificación estratégica.

Todo es al azar, cuya debilidad ha exhibido el actual Gobierno hasta más no poder y la reforma fiscal, aunque tenga sus bondades o consideraciones hacia el ciudadano, adolece de debilidades que tienen que ser explicadas.

Es importante que esta reforma fiscal se rija por los principios tributarios de legalidad, equidad y transparencia, porque de lo contrario los resultados podrían ser muy dolorosos para la sociedad dominicana.

La suerte está echada y sólo se espera que por lo menos en este caso haya un manejo idóneo y sensato para que no ocurra lo que se produjo en otras ocasiones, que la reforma fiscal  ha significado un profundo dolor de cabeza para todos y cada uno de los dominicanos.

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Editorial

No es un juego, es una verdad peligrosa

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La incapacidad del Gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) deja huellas en la administración pública, lo cual ahora queda claro con el hecho de que un hijo de un cuadro de ese partido haya penetrado la seguridad nacional de una forma que debe preocupar a cualquiera.

Ello así, porque el señor Jochy Gómez, con una fama reconocida en estas andanzas, no sólo estafa al Estado a través de su contrato con el Intrant, sino que también firma otro con el Ministerio de Defensa, mediante el cual  obtenía información sensible y se la vendía a particulares y al propio presidente de la República.

Esta realidad indica que los dominicanos en términos de seguridad nacional estamos prácticamente en pañales, sin ninguna garantía de nada, porque es probable que ahí esté la explicación de que muchos narcotraficantes nunca pueden ser apresados a la hora de que sus residencias o negocios son allanados.

Evidentemente que grupos como éste del crimen organizado sólo buscan dinero, les vendían información a personas del bajo mundo para que abandonaran la zona donde iban a ser perseguidos y apresados.

Pero, además, si este grupo maneja la información sensible del Ministerio de Defensa, entonces que se podía esperar de otras instancias inferiores que responden a sus mandatos.

De manera, que esta irregularidad indica hasta dónde institucionalmente el país está mal.

Porque la verdad es que cualquier “carajo a la vela”, para usar una expresión popular, que tenga el control de las informaciones que generan los organismos que manejan la seguridad nacional, habla de lo mal que está el país.

En este caso no sólo deben investigarse los que han sido imputados hasta el momento, sino que el asunto debe llegar hasta las altas instancias del Gobierno.

E incluso el propio presidente de la República debe ser llamado para que dé una explicación de semejante irregularidad.

En cualquier país que se respete, el presidente tiene que dar una explicación a la sociedad.

Pero no cualquier explicación.

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