Editorial
Un Saludable Despertar
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13 años agoon
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LA REDACCIÓN
Desde hace algunos años se observa en la sociedad dominicana una preocupante profundización de una crisis que va desde lo económico, social, político hasta lo ético-moral.
Esa realidad llevó a muchos a pensar que el nivel de enfermedad de la sociedad dominicana iba camino a su total alienación, donde nada importa, sólo la consecución de logros individuales y no los cambios colectivos que benefician a todos.
Sin embargo, la llamada reforma fiscal parece que se ha constituido en el motor para generar un despertar, sobre todo en los jóvenes, que nos hace pensar que todavía queda país, que la patria es definitivamente salvable.
La indignación de la gente por los abusos que se cometen desde la clase política con el patrimonio público ha sido la causa del rechazo general a personajes siniestros como Leonel Fernández, quien no debería terminar en otro lugar que no sea la cárcel, naturalmente porque nuestro ordenamiento jurídico no tiene otra condena que no sea ésa, pese a que el más sensato de los dominicanos anhela para este caso la pena de muerte.
La mal llamada reforma fiscal es un instrumento del Gobierno del PLD para continuar con su política de golpeo a los que menos tienen, a aquellos que hasta han perdido la fuerza para protestar, para decir basta ya de tantos abusos.
El PLD, de acuerdo a lo que se ve, pasa por el peor momento de su historia, luego de defender todas las bellaquerías de su líder, un Leonel Fernández de palabras rebuscadas y exóticas, pero de una procedencia muy humilde de la cual ha regenegado, convirtiéndose en uno de los protagonistas de la vida política nacional más hipócrita y estafador de las aspiraciones de dignidad del pueblo dominicano.
Hoy las protestas se extienden por todo el territorio nacional como reguero de pólvora y en consecuencia comienzan a renovarse el optimismo y la esperanza nacional, cuyos resultados no pueden ser otros que el rechazo de todo aquello que ha servido para prácticamente inhabilitar al Estado para cumplir con sus responsabilidades sociales.
Es importante el momento para discernir entre el empresario que busca sinceramente crear empleos para que haya un verdadero desarrollo nacional y el que sólo persigue arroparse con la sábana del Estado para crecer sobre la base del contrabando, el lavado de activos y otros recursos delincuenciales que no tienen otra secuela que el hundimiento del país.
De igual modo no se debe permitir que el actual deterioro del país sea aprovechado a su favor por partidos políticos como el Revolucionario Dominicano, cuyo comportamiento no dista mucho del de la Liberación Dominicana y el Reformista Social Cristiano, lo que resulta totalmente comprobable a través de sus congresistas y síndicos, los cuales son también beneficiarios del Barrilito y el Cofrecito en el Congreso Nacional, mientras los alcaldes promueven tanta corrupción como el gobierno central.
Lo mismo habría que decir que el actual movimiento de protesta no debe ser un mecanismo para promover y endiosar a políticos que preconizan una democracia que ellos no practican en el interior de sus organizaciones, identificándolos como pichones de caudillos que tanta agua de beber les han dado a la República Dominicana.
La coyuntura es ideal para pasarle balance a todo, a lo bueno y a lo malo, para poder reencausar la Nacion.
El descrédito y el consecuente desplazamiento del poder de los corruptos debe servir para propiciar nuevos espacios de progresos y crecimientos democráticos en la sociedad dominicana.
Así como Nueva York es un ejemplo de progresos y de que todo con esfuerzo se puede, este 4 de noviembre ha enviado el mensaje de empoderamiento democrático con el triunfo de un joven musulmán con apenas siete años de haber obtenido la ciudadanía de los Estados Unidos, condición indispensable para ser candidato a la posición política más importante de la ciudad.
Lo más impresionante de este triunfo es el contexto en que se produce y sobre todo por tratarse de un joven nacido en Uganda de ascendencia india, con muy poco tiempo de haber adquirido la ciudadanía estadounidense, pero además amenazado por el presidente Donald Trump de deportarlo si ganaba la contienda electoral.
El triunfo de Zohan Mandami es el vencimiento de la legalidad en contra de la ilegalidad, de la tolerancia contra la intolerancia y de la vulnerabilidad de aquellos que prefieren inclinarse por la dictadura en vez de la democracia.
Es un mensaje muy grande el que ha dado la ciudad de Nueva York cuando en los Estados Unidos se producen unos retrocesos institucionales y democráticos que son motivos de preocupación para el mundo entero.
La situación es tan delicada que el presidente Trump aparentemente ha logrado doblegar a una de las democracias más sólidas del mundo, cuyos logros constitucionales son un ejemplo y emulados por países del planeta entero.
En realidad, se trata de una situación que nadie podía creer que fuera posible, ya que el alto nivel de institucionalidad de los Estados Unidos no permitía que cupiera en cualquier mente humana que los derechos constitucionales y los derechos humanos quedaran al capricho de un mandatario.
El triunfo de Mandami en Nueva York reafirma esa vocación de ciudad de inmigrantes y además de que ciertamente se trata no sólo de la capital del mundo en términos comerciales, económicos y financieros, sino también políticos.
Una nueva visión se impone en la ciudad de Nueva York en tiempos de retrocesos y de preocupantes violaciones a los derechos constitucionales en la mayor potencia del mundo, donde su presidente impone su voluntad como en los tiempos de las más férreas dictaduras.
La República Dominicana por tener millones de sus hijos en la ciudad de Nueva York es beneficiaria de los nuevos aires democráticos que abrazan a la llamada capital del mundo, cuna de una gran riqueza cultural que enorgullece a todo al que vive en ella y tiene el privilegio de visitarla.
La elección de Mandami no pude ser mejor, porque en momentos de tantas fricciones y tensiones sociales y raciales y religiosas, sobre todo en el medio oriente, llega la buena nueva de la tolerancia y de que todos bajo la ley y la democracia pueden convivir en paz.
Editorial
La cultura del fraude y de la manipulación es un mal augurio.
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1 semana agoon
octubre 31, 2025
La República Dominicana hoy es un país que tiene sus propias particularidades, que, naturalmente, genera una realizad nacional que se fundamenta en un espejismo sobre la base de la mentira.
El arma que sirve de soporte a una cultura de vender una percepción que no tiene nada que ver con la verdad, es precisamente un trasfondo para justificar acciones que en nada ayudan a ese anhelado crecimiento y desarrollo nacionales de que tanto se habla.
Por donde quiera que la gente se mueve aparece el engaño y el fraude, ya que si se toma como ejemplo cualquier actividad nacional fácilmente se llega a la conclusión de que se trata de un mecanismo de estafa o de fraude en contra del que tiene necesariamente que trabajar duro para llevar el pan de cada día a la mesa de su familia.
El drama se observa desde los servicios públicos, como la energía eléctrica y el agua potable, cuya manipulación de facturas representa una verdadera desgracia nacional, con el agravante de que los supuestos críticos de ahora son los justificadores después de la misma conducta.
Pero el asunto, si bien tiene un impacto muy preocupante a nivel de todas las instituciones del Estado, sin excepciones, lo propio, pero con peores distorsiones, ocurre en la actividad empresarial privada, dado que si se trata de comprar gas de cocinar o gasolina para su vehículo nunca recibe lo que paga, porque siempre hay un mecanismo sutil de engaño.
Es un mal generalizado, que abarca todos los sectores de la vida nacional, en virtud de que si quiere hacer la valoración a nivel de los productos manufacturados o su venta en los supermercados los precios no sólo se aumentan por factores, que podrían tal vez parecer justificados, sino que la verdadera causa es por una vocación agiotista y de especulación que están en las mismas entrañas del que quiere hacer negocio sobre la base de la estafa al consumidor.
Es decir, que se trata de un problema general, que sólo puede tener solución a través del Estado, de políticas públicas, lo cual tampoco es posible en razón de que quienes lo manejan tienen la misma filosofía de vida y no les interesa que esas cosas cambian.
Pero tal vez lo más grave consiste en que la gente ni siquiera percibe esas distorsiones y ve como normal esas maniobras que se producen en los sectores públicos y privados del país.
Este periódico está convencido de las razones expuestas son las que generan esa vocación mafiosa que se observa en amplios segmentos de la sociedad dominicana, donde sólo importa las ganancias que se obtienen, aunque sea a través de márgenes de beneficiosas abusivos o sencillamente de fraudes y manipulaciones.
Es una cultura, que su erradicación va costar muchos sacrificios de los que buscan una sociedad diferente, donde los estándares de vida sean ajustados a una honestidad que podría ser la principal arma para lograr el tanto crecimiento y desarrollo nacionales anhelados, que representa una piedra en el zapato del que persigue un pais diferente.
El Estado, definitivamente, puede imponer valores o antivalores, pero si este propósito y vocación no es parte de la formación y agenda del funcionario público o empresario, pues será muy difícil que pueda operarse ese cambio en la conducta social.
Se impone una campaña nacional, promovida desde el Estado, para imponer y restablecer valores que se aparten del amor monetario impregnado entre los dominicanos por el neoliberalismo salvaje.
Editorial
La cultura de la falta de planificación impacta al río Yaque de Norte.
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3 semanas agoon
octubre 21, 2025
El problema más grave de la República Dominicana tiene que ver con su falta de planificación estratégica para solucionar los principales problemas nacionales.
Esa debilidad de la dominicanidad se ve a simple vista cuando el Estado hace altas inversiones en obras públicas que luego abandona y nunca jamás les da mantenimiento.
Pero peor aun sin se examinan las acciones del Gobierno para solucionar problemas como el déficit de energía eléctrica y otros tantos que todavía aparecen en los periódicos como si se trataron de problemas que han surgido en los últimos días, pero que llevan décadas sin solucionarse, todo como resultado del mismo fenómeno.
En el marco de esa cultura, lo cual también implica un asunto de irresponsabilidad en que se desenvuelve la República Dominicana, generando grandes sufrimientos a la población, ocurre la amenaza de desaparición de los recursos acuíferos y naturales en sentido general.
Se trata de una verdadera tragedia nacional, porque los que buscan gobernar el país todas las aparentes buenas intenciones se quedan sólo en palabras, ya que inexplicablemente no bien se instalan en el poder cambian su discurso y olvidan su promesas de campaña.
Debe advertirse que si en el país no se toma en serio la contaminación y prácticamente muerte de los ríos superficiales y subterráneos, lagos y arroyos la sociedad podría derramar lágrimas de sangre, porque verse sin agua dulce para satisfacer las necesidades fundamentales es un drama difícil de observar.
Este es un tema de una importancia vital que debe sensibilizar a todos los sectores que conforman la vida nacional y al mismo tiempo la gente convertirse en un foco de presión para que no ocurra lo peor.
No hay nada que se pueda hacer ante autoridades que no oyen ni ven y que en consecuencia sumergen el país en la peor de las desgracias.
Todos estamos compelidos a exigir del Gobierno que reduzca la corrupción y la inversión pública innecesaria, que alcanza a miles de millones de pesos, para que se focalice en otras vitales para la vida nacional como la recuperación del rio Yaque del Norte.
