En la década de los 90 desapareció la política ideológica en la República Dominicana para entrar en lo que se conoce como la política clientelar.
Este fenómeno se produjo con la muerte física del profesor Juan Bosch, lo cual constituye una verdadera tragedia para la democracia dominicana.
La política, una ciencia hermosa, ha terminado en la politiquería, en la que el ciudadano no tiene control de sus propias decisiones, porque todo depende del dinero que se ofrece.
La política ideológica, que se llevó consigo la programática, es decir, como lo que importa es el cuánto hay para mí, entonces parecería que de nada sirve apoyarse en una forma diferente a como se hace política en la actualidad.
Sin embargo, a pesar de los embates del neoliberalismo hay que tomar muy en serio recuperar la política, sino la ideológica, por lo menos la programática para cambiar el destino hacia donde se dirige la nación.
Por esta razón tiene un gran valor el hecho de que los candidatos de la Alianza por la Democracia (APD), se apoyen en propuestas programáticas, lo cual la hace ver como una especie rara en el escenario político-electoral.
La APD lleva candidaturas conjuntamente con el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y un conjunto de organizaciones minoritarias a alcaldes, vicealcaldes, regidores y a diputados en diferentes demarcaciones del territorio nacional.
Pero la verdad es que ojalá que sus aliados se preocupen por presentar propuestas para en caso de salir electos darle solución a la gran problemática nacional, ya que en la política vernácula sólo se esgrimen enunciados generales, no cuestiones puntuales.
Además, en el proceso electoral de cara al 2020 no vasta con hablar de cosas que se harían, sino de cómo se harían.
Es decir, no es sólo dar el diagnostico, sino también la receta de cómo se solucionarían los grandes problemas nacionales.
Y por lo menos así lo hacen los candidatos de la APD, como por ejemplo los aspirantes a regidores por el municipio de Santiago, así como su candidato a diputado por la Circunscripción 2 de la provincia del mismo nombre.
Ello habla muy bien de la APD, cuyo máximo dirigente, Max Puig, ha sido un abanderado de la lucha por llevar la ética a la política, porque así fue formado durante su militancia en el Partido de la Liberación Dominicana (PLED) cuando esta organización pensaba en la gente y le dolía el país.
De manera, que resulta reconfortante el hecho de que la APD decida que sus candidatos presenten un programa de ejecución de salir triunfante en las elecciones del 2020.
Parece ser un buen augurio.