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Guerra frontal entre coronavirus, neoliberalismo y condición humana de la gente en órbita de la democracia.   

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La mayoría de la gente despertó de un error muy grande al considerar que la condición humana había sido eliminada, no sólo  en el territorio nacional, sino en todo el mundo, y que el dinero  había ganado la batalla, que está representado por los mercados y en ese mismo contexto   se entendía   que la juventud era una generación perdida como resultado del fenómeno y que muy difícilmente podía hacer algo por el futuro por su nivel de alienación y lo propio se estimaba de los que han escogido la Medicina como profesión, como negocio y como medio de vida.

Sin embargo, tres crisis nacionales que son fruto de la llamada globalización y el desarrollo de la economía mundial  se encargaron de desmentir esta teoría a propósito de la ocurrencia de la primera de ellas que tuvo que ver con  la suspensión de las elecciones del 16 de febrero de este año 2020 y la segunda la llegada del mortal   coronavirus y mucho antes que ya había hecho su acto de presencia el neoliberalismo salvaje.

Estas desgracias, por llamarlas de alguna manera, se encargaron de decirles a los dominicanos que no es verdad que la juventud o por lo menos un porcentaje de ella  estaba tan alienada como se pensaba porque su protagonismo con un  alto nivel  de solidaridad, reciprocidad y hermandad en medio de un clientelismo aplastante y de una corrupción que se lleva de paro cualquier inquietud sana fue el que envió el  mensaje de que nadie ni nada, nisiquiera el dinero,  le iba a arrebatar los logros que ha tenido el país en términos de empoderamiento ciudadano.

La respuesta de los jóvenes fue tan contundente que dejó estupefacto a los mas incrédulos, que proclamaban que con ellos no se podía contar para nada en lo que respecta a la lucha por la mejoría de la democracia dominicana.

Sus acciones fueron tan  hermosas sin que mediara lo pecuniario que no se podrá borrar jamás de la memoria de la República Dominicana, cuyos frutos se verán en el curso del tiempo, porque enviaron un mensaje  que muy difícilmente a ellos se les pueda tomar el pelo, aunque en este país el tremendismo de los políticos  deja a un lado cualquier amenaza en contra de su antiético comportamiento.

La otra crisis que ha puesto a prueba a un  profesional como el de la salud, que parecía ser una de los sectores más impactados por el  fenómeno del neoliberalismo, una de cuyas principales expresiónes en el orden de los negocios en este sector  ha sido el Sistema de Seguridad Social, el cual es ahoramismo propiedad de los grupos económicos, que sólo permiten un mínimo de eficientes servicios y de asistencia cuando fluye mucho dinero en su favor y  después la distorsión que  exhibía una   buena parte de los médicos, cuya   formación  dejaba muchas dudas y que en consecuencia se percibían muchas debilidades  que se entendía que ponerse en sus manos implicaba un gran peligro, pero su comportamiento con la llegada al país de la pandemia se encargó de desmentir lo que así lo afirmaban por lo menos sobre  algunos de ellos.

El   afán de hacer dinero de las clínicas privadas, las Administradoras de Riesgos de Salud, las Administradoras de Fondos de Pensiones y la deficiente  formación que reciben los médicos en las universidades, impactadas también por el fenómeno del neoliberalismo salvaje,  no sólo en lo que respecta a lo profesional, sino también en lo ético,  promovió o creó la idea de que los egresados de esta carrera  estaban tan metalizados que el juramento hipocrático era algo sin ningún valor en los galenos.

Pero esta creencia también ha sido derrotada por la realidad de lo que ha pasado con la llegada al país del coronavirus,  cuya crisis ha puesto a prueba una gran cantidad de profesionales de la salud, cuyo metamensaje consiste en una de dos cosas, primero que   la condición humana ha podido más que cualquier distorsión a través de la metalización y de la imposición de antivalores o sencillamente se ha demostrado que esta característica consustancial a la gente   puede mucho más que todo e incluso más que el neoliberalismo salvaje que  también ha buscado crear una separación de los intereses comunes de la gente.

Se trata de una situación que ha generado la pregunta de que a pesar de la agresividad de la pandemia, que incluso crea distancia entre la gente para evitar su alto nivel de contagio, como si fuera una aliada en lo fundamental del neoliberalismo, pero también una enemiga porque  prácticamente ha barrido del planeta los mercados, es decir, que ambas cosas parecen ser atacadas por la pandemia, cuyo principal propósito es  eliminar la solidaridad, ha despertado un amor a distancia en los seres humanos que explica la entrega y el sacrificio del personal de salud en todas partes del mundo.

El coronavirus, que tiene la doble misión de atacar a la raza humana y de obligar al cierre de los negocios y  que se imponga la especulación, el agiotismo, la corrupción generalizada  con los medicamentos,  con los alimentos de la dieta diaria y con la creación de escaseces artificiales, pero coincide con el neoliberalismo con convertir en un peligro la cercanía social,el abrazo entre la gente y el beso entre aquel que pasa por un momento de enfermedad, lo que  ha compelido a  los que combaten el Covid-19 a entregarse en cuerpo y arma, aunque  no haya dinero  para  evitar que más gente, aun aquellos que no tienen un centavo, pierdan la vida, sobre todo porque todo el mundo se ve en el mismo espejo de un infectado con el  que el patógeno  no tiene piedad y que  ha retado a los profesionales de la salud, dígase médicos, enfermeras y enfermeros,  a  ganar una batalla de vida o muerte, porque si bien han perdido la vida  miles de personas, lo cierto es que también han salvado a millones, porque cada día  esgrimen  armas poderosas provenientes de la ciencia  para evitar que el Covid-19 se lleve entre sus garras a muchas personas que terminan asfixiadas por la tendencia criminal de la pandemia.

Los profesionales de la salud, principalmente los médicos, salen muy bien parados con esta pandemia, pero más que eso el metamensaje más profundo es que  la ciencia se impone y el prestigio profesional de éstos se pone por encima de cualquier otra cosa  y la sociedad ha ganado porque la solidaridad, la reciprocidad y la hermandad  renacen en medio de la crisis  ante el impulso avasallante de los mercados y el dinero que relega a un plano terciario la condición humana de la gente, lo cual ha servido de dique de contención al neoliberalismo salvaje  para ponerle un freno, aunque sea circunstancial, a esa corriente de la economía que parece ser un aliado y al propio tiempo un enemigo, no tan visible, del Covid-19 y que ambos parecen  buscar eliminar la razón más importante de la existencia, la vida social.

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La reforma fiscal fue un instrumento para medir las malas intenciones y la doble moral de la clase política nacional.

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Por Elba Rosa

Fueron muchas las quejas de la gente común y otros sectores de la vida nacional, los cuales con mucha legitimidad dejaron claro que ya no soportan una carta impositiva que para lo que más se utiliza es para promover corrupción administrativa, déficits fiscales y otras variantes del mal manejo del Estado.

En la discusión de la propuesta se ha visto de todo, desde la improvisación del Gobierno hasta la presunta buena fe de los actores de la vida política tradicional de la oposición de la República Dominicana, pese a que tienen muy poca moral para ello.

Sin embargo, ocurrió lo que tenía que pasar, ya que el Gobierno de Luis Abinader y del Partido Revolucionario Moderno, que tienen tan poca coordinación y planificación interna, que mientras el presidente anunciaba que hablaría al país para retirar la propuesta, el PRM contradictoriamente anunciaba una marcha para darle respaldo a la misma.

Es decir, que hay una evidente falta de coordinación, ya que los dirigentes del partido oficial tenían que saber que Abinader anunciaría el retiro de la reforma fiscal del Congreso Nacional.

Pero eso es recurrente como resultado de la falta de coordinación y la improvisación del Gobierno, pese a que ello no justifica que los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza del Pueblo, con el expresidente Leonel Fernández a la cabeza, sean los principales críticos de la propuesta cuando ellos son responsables de la mayor parte de la desgracia nacional y de la promoción de la corrupción e incluso a través de pasadas reformas fiscales.

A propósito de la reforma fiscal se impone que se repita la expresión muy popular de que una cosa es con «guitarra y otra es con violín», lo cual también es aplicable a Luis Abinader y a su partido, el Revolucionario Moderno.

Estas son de las cosas que han erosionado la democracia nacional, porque la manipulación, la mentira y la doble moral es su mejor carta de presentación.

En realidad, no les luce a Danilo Medina y a Leonel hablar de una reforma fiscal que favorezca a los mismos sectores que la rechazaron ahora, evidentemente que no, pero igual debe decirse de los demás partidos que han gobernado el país.

Ahora falta ver cuál será la maniobra del gobierno para atacar el déficit fiscal y el preocupante endeudamiento externo, lo cual podría implicar tanto riesgo o más que las consecuencias que pudieran haber generado la propuesta tributaria.

La República Dominicana en los actuales momentos tiene una deuda que alcanza los 72 mil millones de dólares, el cual supera el sesenta por ciento del PIB, constituyéndose en una amenaza de la estabilidad de la economía nacional.

Lo que queda latente en los actuales momentos es preguntarse  de qué arma se dotará el gobierno de la improvisación para enfrentar el déficit fiscal y el pago de los intereses de la deuda externa, cuya respuesta no está clara en razón de que la calidad del gasto no hay forma de que mejore y que en consecuencia el país pueda ser encausado por otro sendero.

El problema ahora con el retiro del Congreso Nacional de la reforma fiscal es estar atento de cuál será la maniobra del gobierno para solucionar un problema para el que evidentemente no está preparado para resolver.

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La propuesta reforma fiscal se trata de una “consideración” hacia el ciudadano o una torpeza más del gobierno.

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Por Elba García

Las reformas fiscales son una razón suficiente para que los gobiernos caigan en lo más profundo de la impopularidad, ya que las mismas siempre van en contra de los sectores más sacrificados como la clase media o de aquellos que sobreviven en el día a día, dado que deben convivir con una carga impositiva formal e informal que los sumerge en la mayor de la pobreza.

El quid del asunto está en el hecho de que generalmente los gobiernos de derecha, como el que encabeza Luis Abinader, procuran satisfacer los intereses de los sectores más poderosos del país, insertados en la macroeconomía, en razón de que este de modelo de administración pública se rige por la corriente de la economía política conocida como neoliberalismo.

Esta ha sido la razón histórica de las explosiones sociales que se han producido en países de los diferentes continentes del mundo y ello es que ha motivado que hayan demandas para que este tipo de reforma tributaria baje la carga impositiva en contra de los que menos tienen como una vía para estabilizar y mejorar la credibilidad de la democracia.

Aunque la verdad es que no puede haber mejoría de la inversión social si no es a través del sacrificio fiscal de los diferentes sectores que conforman la vida nacional, pero el problema es también que muchas veces mientras más se recauda más crece la corrupción administrativa y que a pesar del sacrificio de la gente no se produce la retribución esperada.

En estos momentos la presión política y social conlleva a que los gobiernos que se manejan con demagogia terminen con acciones que no son las idóneas para resolver los problemas sociales y económicos de la nación.

En ese marco se encuentra actualmente la República Dominicana, donde la gente luce cansada de tanto sacrificarse con un trabajo agotador y nunca ve los frutos de su esfuerzo, ya que tiene que llevar consigo una carga impositiva formal e informal que grava prácticamente todos los productos de la canasta familiar y los servicios públicos y privados, lo cual se convierte en una pesadilla para tener sobre la mesa la comida del día a día.

Sin embargo, por una razón u otra esa realidad tiene que cambiar porque como dicen muchos analistas, si la economía anda bien la política está mucho mejor, pero cuando es lo contrario las cosas muchas veces se vuelven incontrolables y entonces aparecen las crisis sociales.

Este un asunto tan delicado que si no se maneja con sinceridad y con la imposición de los sacrificios que implica cargar al que más tiene, la cuestión se vuelve inmanejable y entonces sufre la economía y también la política, porque la democracia pierde su credibilidad, lo cual tiene un impacto demoledor en las inversiones y en renglones tan importantes como el turismo.

La verdad es que no se trata de una cuestión tan espontánea, sino que para que los resultados sean diferentes se requiere de buena asesoría y de un mejor nivel de sensatez, responsabilidad y apego a los mejores intereses de la nación.

Son diversas las expectativas creadas a propósito de la pretendida reforma fiscal, aunque los detalles específicos de la misma pueden variar de las propuestas y debates desarrollados en los últimos meses, algunas de la cuales versan sobre cómo se logra la ampliación tributaria, ajustes de los impuestos existentes, mayor progresividad, incentivos al crecimiento económico y modernización de la administración tributaria.

Estos procesos, que muchas veces resultan traumáticos, son observados por el ciudadano y el sector privado con mucha atención, ya que cualquier cambio en la estructura impositiva tiene impactos importantes tanto en la economía como en el costo de la vida, sobre todo cuando se grava el consumo a través del ITBIS.

La clave del éxito de la reforma descansa en que el Gobierno le dé un manejo idóneo a ésta con explicaciones convincentes de los beneficios que la misma dejará a largo plazo y mostrar su disposición a negociar con los sectores que salen más perjudicados.

El Gobierno debe preocuparse no sólo por aumentar los ingresos del Estado, sino también en garantizar un sistema tributario más equitativo, transparente y capaz de promover el desarrollo sostenible.

Sin lugar a dudas, que la carencia de una cultura de tributación impide que los países puedan alcanzar la meta del desarrollo y crecimiento sostenible, pese a que el problema también tiene que ver con la calidad del gasto y lo poco transparente del manejo del presupuesto nacional, cuya mayor parte se va en corrupción administrativa.

La pregunta que se hacen principalmente los expertos en economía es cómo el Gobierno puede promover una reforma fiscal que no se corresponde con los niveles del déficit que arrastra el país desde hace varias décadas y que ahora se busque una aparente solución que sólo resuelve una parte del problema.

Esto así, porque el Gobierno sólo busca recaudar con la presente reforma fiscal la suma 122 mil millones de pesos, equivalente al 1.5 por ciento del Producto Interno Bruto, mientras el déficit ronda por los 3 puntos del PIB.

De manera, que a mediano o a largo plazo las autoridades entrarán nuevamente en una crisis en la economía que las llevara a continuar con el odioso endeudamiento público, como ocurre actualmente.

El proyecto de reforma fiscal que ya está en el Congreso Nacional aparentemente traerá mayores sacrificios a los que más tienen, pero ello todavía está por verse.

La verdad es que el estudio de la propuesta reforma fiscal genera la reiteración de la pregunta, por qué sólo se busca satisfacer una parte del problema cuando la misma debió ser de mayor alcance y someter a los sectores más poderosos a pagar el costo de la democracia.

La pregunta vuelve a surgir, pero con una formulación diferente, ya que falta determinar si la propuesta fiscal es otra torpeza del Gobierno o si sencillamente se trata de una expresión de miedo a los sectores insertados en la macroeconomía, que se resisten a jugar su papel en la democracia, a fin de evitar que esta colapse de una manera definitiva.

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Institucionalidad del país cuestionada con caso Camaleón porque ha sido permeada por el crimen organizado.

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Aunque la mayoría de los casos de corrupción administrativa han implicado la penetración del crimen organizada en los órganos y entes del Estado, el caso Camaleón plantea más seria y profundamente hasta dónde la nación debe poner atención a esta debilidad institucional.

El Ministerio Público con su anuncio del desmantelamiento de una supuesta red denominada “Operación Camaleón”, ha determinado como los cabecillas de la misma se dedicaban al desfalco y estafa contra el Estado., pero además al espionaje ilegal

En esta organización criminal han sido imputados, entre otros, José Angel Gómez (Jochy) y Hugo Beras, este último exdirector del Instituto Nacional de Transporte y Tránsito Terrestre (Intrant), quienes munipularon un contrato para la modernización, ampliación, supervisión y gestión del sistema integral del Centro de Control de Tráfico y la Red Semafórica del Gran Santo Domingo.

La más grave del asunto es que Jochy Gómez, hijo del periodista Guillermo Gómez, a través de la empresa Transcore Latam, después que se le adjudicó el concurso, usó las instalaciones semafóricas para un fin distinto para el que fue contratada.

En la solicitud de la medida de coerción que se conocerá este martes, el Ministerio Público afirma que el imputado instaló equipos diferentes a los ofertados y además 55 cámaras de video que eran parte de un esquema ilegal de espionaje que no tenían nada ver con las necesidades y con la contrata con el Intrant.

Entre los otros equipos instalados de forma ilegal están fibras ópticas, nodos de concentración y kits de Starlink, los cuales no eran parte de la propuesta técnica original.

El Ministerio Público sostiene que las cámaras y su acceso al tráfico formaban parte de un esquema ilegal de espionaje para la manipulación de datos y la vigilancia encubierta de ciudadanos sin su consentimiento que ponen en peligro la privacidad y la seguridad, configurándose un delito contra la seguridad pública y otros crímenes conexos.

Los fiscales indicaron que este tipo de actividades significarían una amenaza para la seguridad pública, lo cual no sólo representa la comisión de ese ilícito, sino también la utilización de la tecnología para  actos de extorsión.

El órgano persecutor estableciٕó durante la auditoría, que estas cámaras tenían funciones de conteo de tráfico y captura de imágenes en tiempo real y de igual manera almacenaban un “volumen significativo” de datos.

Sin embargo, Transcore Latam no pudo explicar adecuadamente dónde ni cómo se procesaba esta información, sin especificar cuáles fueron las excusas presentadas por la compañía.

Entre otras cosas  no tuvieron una explicación lógica el hecho de que los servidores que revisaron “resultaban insuficientes” para manejar la cantidad de información generada.

Lo más grave de este grupo que operaba desde dentro del Gobierno es que vendía información de inteligencia sobre la base del uso del Ministerio de Defensa y de otras instancias del Estado.

Este caso refleja lo que significa el manejo irresponsable del Estado por parte de las actuales autoridades, cuya incapacidad resulta más peligrosa que la sustracción de los fondos públicos por parte de depredadores que históricamente han estado insertados en las diferentes instancias públicas.

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