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Ven economías en el mundo pueden tener mejores resultados

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Ginebra.- un nuevo informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), las crecientes brechas en el ingreso y la riqueza en el mundo no son un resultado inevitable de la globalización y el cambio tecnológico.

Sostiene que el aumento de la concentración de los ingresos en unas pocas manos limita el potencial económico de las naciones al debilitar la demanda de bienes y servicios y reducir las posibilidades de educación y movilidad social de muchas personas, con lo que se estarían infrautilizando sus aptitudes y los posibles adelantos económicos.

El estudio afirma que esas tendencias pueden y deben revertirse mediante una intervención del Estado basada en las políticas fiscal y laboral.

El documento…

El texto del documento es el siguiente:

 «SEGÚN UN INFORME, EL AUMENTO DE LA DESIGUALDAD

NO ES INEVITABLE Y LAS ECONOMÍAS PODRÍAN OBTENER

MEJORES RESULTADOS CON UNA DISTRIBUCIÓN

MÁS EQUITATIVADE LOS INGRESOS

En el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo se afirma que las causas de la creciente desigualdad pueden variar, pero es posible revertir la tendencia utilizando las políticas públicas en materia de fiscalidad y mercados laborales

 Según un nuevo informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), las crecientes brechas en el ingreso y la riqueza en el mundo no son un resultado inevitable de la globalización y el cambio tecnológico.

En el estudio se sostiene que el aumento de la concentración de los ingresos en unas pocas manos limita el potencial económico de las naciones al debilitar la demanda de bienes y servicios y reducir las posibilidades de educación y movilidad social de muchas personas, con lo que se estarían infrautilizando sus aptitudes y los posibles adelantos económicos.

El informe afirma que esas tendencias pueden y deben revertirse mediante una intervención del Estado basada en las políticas fiscal y laboral.

Hoy se ha publicado el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo de 2012[1], subtitulado «Políticas para un crecimiento incluyente y equilibrado».

Las tendencias de los tres últimos decenios muestran un aumento de la desigualdad del ingreso entre países y dentro de estos. La parte del ingreso total correspondiente a los salarios se ha reducido en la mayoría de los países desarrollados y en muchos países en desarrollo. Por ejemplo, se contrajo 5 puntos porcentuales o más en Australia, los Estados Unidos de América y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y en 10 puntos porcentuales o más en Alemania, Francia e Irlanda. En varios países, actualmente entre el 10% y el 20% de la riqueza nacional se concentra en el 1% más acaudalado de la población.

Se ha producido un cambio general similar entre los países. Si bien en 1980 el ingreso per capita de las 15 naciones más ricas era 44 veces el de las 15 más pobres, para el año 2000 esa proporción se había incrementado a 62. Sin embargo, en el informe se matiza que en 2009, esa proporción se había reducido a 56 gracias a la mejora de los resultados económicos en varios países en desarrollo o en transición.

En el informe se señala que, puesto que la globalización ha avanzado notablemente en ese mismo período de 30 años, varios economistas sostienen que el aumento de la desigualdad del ingreso es un resultado necesario de la dinámica expansión del comercio internacional y los flujos financieros, y los rápidos avances tecnológicos.

Ahora bien, según el informe este resultado no es inevitable y los gobiernos pueden recurrir a las políticas fiscales y laborales para reducir la desigualdad del ingreso.

Se afirma que este objetivo está justificado no solo por razones de equidad y bienestar social, sino también porque mejoraría los resultados económicos. Las familias de renta media y baja destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo, precisa el informe, y ese consumo genera la demanda que impulsa a las economías modernas. Además se señala que la débil recuperación que se está produciendo tras la recesión de 2009 en las economías desarrolladas obedece directamente a la falta de demanda.

Es incluso probable que la creciente proporción del ingreso acaparada por los ricos haya contribuido a la crisis financiera mundial. En algunos países desarrollados, las pingües primas abonadas a los directivos de empresas, gestores y agentes financieros estaban muchas veces ligadas a la asunción de un riesgo excesivo con el fin de obtener beneficios a corto plazo y dividendos para los accionistas, mientras que los asalariados se veían obligados a contraer deudas para mantener su nivel de vida. Según el informe, «la concentración excesiva de los ingresos fue uno de los factores que condujo a la crisis mundial, ya que estaba vinculada a inventivos perversos para las personas con mayores ingresos y a un alto grado de endeudamiento en los grupos de menores ingresos». El informe prevé que no se producirá una salida significativa de la recesión hasta que los grupos de renta media y baja consigan unos ingresos suficientes para destinarlos al consumo.

 El Informe sobre el Comercio y el Desarrollo sostiene que una distribución más equitativa del ingreso resulta también positiva a largo plazo, pues las disparidades acusadas privan a muchas personas de acceso a la educación y al crédito e impiden la expansión de los mercados nacionales. A lo largo de los años y las décadas, ello supone una ingente pérdida en términos de potencial económico de un país. Por lo tanto, una mejor estructura de la distribución del ingreso contribuiría a estimular y sostener el crecimiento económico a corto plazo e incentivaría más la inversión, la innovación y la creación de empleo a largo plazo, según el informe.

 En el informe se afirma que en los países desarrollados, el aumento de la desigualdad es en parte atribuible a los cambios de comportamiento que se han producido en el sector empresarial: en lugar de reaccionar a la mayor competencia internacional mediante inversiones para aumentar la productividad, las empresas han buscado beneficios deslocalizando su producción a países con salarios bajos o manteniendo un nivel salarial reducido ante la mera amenaza de una deslocalización. Gran parte de los beneficios resultantes se utilizaron para pagar dividendos y recomprar acciones con el fin de maximizar el valor para los accionistas. En consecuencia, la contención de los salarios a nivel nacional se ha acompañado de una captación de ingresos cada vez mayor por los grupos más adinerados, como los rentistas y los «ricos trabajadores» en cargos de dirección.

 En el informe se afirma que, en las economías en desarrollo y en transición, los resultados de la globalización y el cambio tecnológico con respecto a la distribución han dependido de los cambios en las estructuras de producción. El desplazamiento de la mano de obra, que ha abandonado la agricultura en favor de actividades con mayor productividad, como la manufactura, puede haber tenido inicialmente efectos negativos en la distribución de los ingresos, por ejemplo en China; es decir, los trabajadores de las fábricas ganan mucho más que los agricultores, y si bien para todos los trabajadores la situación ha mejorado, algunos están mejor que otros.

 Sin embargo, cuando la globalización impulsada por las finanzas da lugar a una desindustrialización prematura y/o inestabilidad y crisis financieras, como ha sucedido en América Latina y las economías en transición, el traspaso de la mano de obra del sector manufacturero a actividades menos productivas (como los servicios en el sector informal o empleos precarios) o el hecho de que los trabajadores simplemente pierdan su empleo contribuye a reducir los niveles salariales y a agravar la brecha de ingresos. Según el informe, las crisis financieras y el amplio proceso de privatizaciones de empresas estatales han alterado también la estructura de la propiedad de las empresas y favorecido la concentración de la riqueza y los ingresos.

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