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Opinión

Viriato Fiallo, Bosch, y las elecciones

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Por Andrés L. Mateo

Artículo publicado en esta misma columna el 18 de mayo del 2016,  dos días después de la reelección de Danilo, y como el escenario actual repite las mismas taras del uso de los fondos públicos y el abuso  del poder, sirve para saber frente a lo que nos encontramos hoy)

El 2 de septiembre de 1932, Viriato Fiallo dictó una conferencia en los salones de “Acción cultural”, un grupo que reunió una tímida oposición intelectual al inicio de la  dictadura de Trujillo, capitaneado por Manuel Arturo Peña Batlle. El trujillismo se había consolidado rápidamente como poder absoluto, y Trujillo impuso a las cámaras, después del ciclón de San Zenón de 1930, su proclamación como “Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva”. La conferencia de Viriato Fiallo se tituló “Pensamiento filosófico en la actualidad y la doctrina de los nuevos valores”, y en ella el conferencista condicionaba la noción de valor a que su expresión se realice en un marco de libertad. En esa conferencia Viriato Fiallo dijo lo siguiente: “Considero que para valorar se requiere libertad espiritual. Que cuando los valores son impuestos, el hecho es una realización de autoridad, pero no es una valoración, porque falta la independencia del sujeto que valora”.

Esa referencia de Viriato Fiallo era directamente dirigida al proceso de imposición que llevaba a cabo el trujillismo, y que se coronó con una violencia a la capacidad de valoración en libertad, al proclamar a Trujillo “Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva”. De ahí en adelante Viriato Fiallo sería un proscripto, un “desafecto”,  como se decía en la época para estigmatizar a los antitrujillistas, y “Acción cultural” dispersada con violencia por el régimen. Al final de la “Era de Trujillo” Viriato Fiallo sería una leyenda, convirtiéndose en símbolo de resistencia, él y su hermano José Antinoe; sobreviviendo al acoso y la asfixia.

Recordé la conferencia y el símbolo leyendo la comparación  que algunos han establecido con las elecciones del año 1962 ganadas por Juan Bosch, y las recién finalizadas ganadas por Danilo Medina. Juan Bosch obtuvo un 59.53% y Danilo alcanza el 61.7%. Pero la épica se logra con medios radicalmente distintos, y “cuando los valores son impuestos, el hecho es una realización de autoridad, pero no es una valoración en libertad”. Juan Bosch ganó las elecciones en un combate limpio, casi sin recursos, tejiendo un discurso didáctico plenamente alejado de la mentira y el engaño, y esculpiendo una pedagogía de la libertad que es su gran legado. No disponía del presupuesto público, y casi la totalidad de los poderes fácticos estaban en su contra. Hablaba todos los días por la radio, abriendo la imaginación de sus oyentes hacia una interpretación de la historia en movimiento y haciéndolos descubrir como protagonistas de su propio destino. Ése 59.53% que obtuvo no se debía a otra cosa que no fuera a sí mismo, y era el premio del amor de su pueblo.

El 61.7% de Danilo Medina se empina sobre el uso de los recursos públicos. No es el premio de amor de su pueblo, porque Danilo no es un “líder”sino una construcción minuciosamente programada. Carece por completo de capacidad didáctica, esconde o disfraza su verdadera naturaleza. No sabe competir en igualdad de condiciones, y es la amenaza arrogante a la idea de la libertad. Lo hemos vivido, un héroe reificado que saturó el espectro televisivo y se legitima contorsionándose desde una montaña de dinero. Juan Bosch en la contienda era un signo puro, jamás hubiera hecho uso de los recursos del erario, jamás se hubiera aplicado una purga emotiva para fingir ser lo que no es, y la fotografía literal de su vida no nos introduce en el horror del cinismo. Bosch no era capaz de hacer cualquier cosa para ganar, y su escala de valores estaba muy por encima de la contenciosa moral burguesa. Por todo ello no es posible comparar el 59.53% de Juan Bosch con el 61.7 de Danilo Medina. En el caso de Danilo Medina “los valores son impuestos, una realización de autoridad”- como dijo en el 1932 Viriato Fiallo-, pero el 59.53% de Juan Bosch se trató de “una valoración en libertad”, porque el sujeto que valoraba actuó libremente, sin manipulación mediática asfixiante y el  uso del dinero de todos.

Si hay algo antitético a la “idea” del  poder de Danilo Medina, son las ideas de Juan Bosch. Y eso lo rubricó con su vida, con la práctica, con su moral. El 59.53% de Juan Bosch es un despertar de la libertad. El 61.7% de Danilo Medina es el reinado de la  imposición, la marca de la dictadura. Nada comparables.      

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Opinión

La Semana Santa: Un Espacio de tiempo Apropiado para Pensar en Valores.

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Por José Cabral

La Semana Santa, la cual es utilizada para invertir ese tiempo en asuntos que generalmente no son los más recomendables, debían servir en esta época  de crisis de valores para pensar en aquellas cosas que pueden repercutir en favor de nuestros hijos, nietos, la familia en sentido general y toda la sociedad.

Ello así, porque la República Dominicana prácticamente ha tocado fondo en lo que respecta a los valores, no sólo cívicos y democráticos, sino también morales y éticos.

La cercanía de las elecciones para escoger las autoridades nacionales, dígase presidente, vicepresidente, diputados y senadores, manda que los paradigmas que prevalecen ahora puedan ser cambiados para que de alguna manera nos acerquemos a una democracia más acorde con una nación civilizada.

Las pasadas elecciones municipales enviaron un mensaje muy contundente en lo que respecta a que por lo menos los gobiernos municipales han sido escogidos afectados de una peligrosa ilegitimidad, es decir, que no representan a la mayoría de los munícipes, lo cual podría implicar un profundo problema de gobernabilidad.

A este fenómeno se le ha dado una y mil explicaciones, pero el asunto radica en que la sociedad dominicana se rige por valores profundamente antidemocráticos, tal vez como una expresión fiel de su herencia histórico-cultural, la cual se fundamenta en el machismo, el caudillismo, el patriarcado, el jefismo y el amiguismo.

Estas distorsiones ahora también son alimentadas por el fenómeno del clientelismo, es decir, que porcentajes importantes de votantes acuden a depositar su voto no sobre la base de que haya mayores garantías para sus hijos, la familia y la sociedad, sino con la exigencia de que primera se les entregue los suyos.

Entonces, esta crisis de valores tiene que ser una razón más que suficiente para que reflexionemos cómo vamos a afrontar una distorsión que podría llevar al abismo a la sociedad dominicana.

La Semana Santa aparte de ser un momento importante para fortalecer los lazos afectivos familiares, también debe servir para que reflexionemos con mucha profundidad sobre el destino que nos espera si continuamos por este derrotero.

Una consecuencia evidente esta crisis tiene que ver con el colapso de prácticamente todos los partidos políticos dominicanos, los cuales hoy atraviesan por una falta de credibilidad que muy difícilmente en algunos años puedan permanecer con vida.

Naturalmente, entre los dominicanos ya es una cultura que se espere la desgracia total para entonces pensar en las que pueden ser las soluciones.

La sociedad dominicana, dentro de cuyo contexto hay que incluir al Estado, está gravemente amenazada por la falta de credibilidad de las instituciones que deben servir de soporte a la democracia, pero nadie parece tomar el asunto en serio.

La Semana Santa podría ser un espacio de tiempo para que se asuma con seriedad una crisis que tiene una diversidad de aristas que no se ven a simple vista, pero que corroen el sistema de una forma muy acelerada.

Ya hemos llegado a tener autoridades ilegitimas a nivel de los gobiernos locales, ahora falta ver cuál será el comportamiento del ciudadano frente a las elecciones presidenciales y congresuales, porque podría ser que ahí sí la puerca tuerza el rabo.

Aprovechemos la Semana Mayor para escrudiñar como asumir el reto, ya que la democracia nacional está agonizante, cuyas debilidades deben repartirse entre todos los actores que han propiciado la actual situación.

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Opinión

Momento de reconciliarnos con nuestro lema nacional.

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Por Isaías Ramos

En estos tiempos tan inciertos y complicados que vive la nación dominicana, una nación cuyo espíritu danza al ritmo del merengue y cuya fortaleza se ha forjado en la fe y el valor, nos encontramos ante una encrucijada que pone a prueba nuestra esencia. Una élite política ha oscurecido las esperanzas de muchos, sembrando un sentimiento de amargura en gran parte de nuestra población. Mientras tanto, las continuas crisis de nuestros vecinos nos recuerdan el valor de la estabilidad y la importancia de la unidad.

Recordemos las palabras de Juan Pablo Duarte, el padre de nuestra independencia: «Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor». Estas palabras resuenan con una verdad inquebrantable, especialmente en estos tiempos de incertidumbre. La nación se ve sacudida no solo por los vaivenes internos, sino también por las crisis que azotan a nuestros vecinos, recordándonos la fragilidad de nuestra estabilidad y la importancia de la unidad.

La Semana Santa se nos presenta como una pausa reflexiva, un momento sagrado para mirar hacia dentro y preguntarnos: ¿Hemos sido fieles al legado de quienes nos precedieron? En el silencio de estas jornadas, hallamos un espacio para la introspección, para volver a conectar con esos valores eternos de fe en Dios, amor patrio y libertad que nos legaron nuestros fundadores.

¿Cómo podemos, entonces, trascender la amargura y el descontento que parecen nublar nuestro horizonte? La respuesta yace en el poder transformador de la fe en Dios y en el amor incondicional por nuestra tierra. Al igual que en las luchas pasadas por nuestra independencia y soberanía, la fe en algo más grande que nosotros mismos fue el faro que guió a nuestros héroes. En esta Semana Santa, miramos hacia la cruz no solo como símbolo de sacrificio, sino como un recordatorio de la esperanza y la renovación.

La historia nos sirve de espejo, mostrándonos las huellas de aquellos que nos precedieron y las encrucijadas donde otros han tropezado. Las lecciones de naciones hermanas como Haití, Cuba, Venezuela y Nicaragua resuenan como ecos de advertencia y guía. Nos recuerdan la importancia de permanecer fieles a nuestros principios y los peligros de desviarnos del camino.

Imaginemos, por un momento, una República Dominicana renacida, donde el temor, la inseguridad y la corrupción sean meras sombras del pasado. Una nación donde cada ciudadano, movido por el temor reverente a Dios y el amor a su patria, contribuya a forjar un futuro lleno de esperanza y oportunidades. Este es el futuro que podemos construir juntos.

Que esta Semana Santa marque el inicio de un compromiso renovado, no solo con nuestras creencias personales, sino también con el legado que deseamos dejar. La cruz de Cristo, más allá de su significado religioso, simboliza la intersección entre nuestro pasado y nuestro futuro, entre nuestros errores y nuestra redención.

Así, en este momento sagrado, desde el Frente Cívico y Social hacemos un llamado a cada corazón dominicano: despertemos a la grandeza de nuestra herencia, a la fortaleza que reside en nuestra unidad y fe en Dios. Juntos, podemos transitar este camino hacia la redención, abrazando los desafíos como oportunidades para reafirmar nuestra identidad y propósito.

Que la Semana Santa sea el umbral que crucemos hacia un nuevo capítulo de nuestra historia, uno lleno de luz, paz y prosperidad.

¡Despierta, RD!

 

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Opinión

Implementación de leyes y procedimientos con la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

En términos generales los Estados Partes del Estatuto de Roma deberán contar con leyes y procedimientos que les permitan cumplir con todas las solicitudes de asistencia de la IPC. Estas leyes y procedimientos necesitan ser suficientemente flexibles para permitir el cumplimiento de los Estados Partes de cualquier especificación contenida en la solicitud, tal como el modo de ejecución de una solicitud en particular, o el procedimiento a seguir. Este podría incluir requisitos tales como la confidencialidad, u otras formas de protección de la información, así como la urgencia de la solicitud.

Todos los Estados deberán establecer un método efectivo de comunicación con la Corte para que resuelva cualquier problema que pueda surgir en relación con las solicitudes de asistencia de la Corte. Por ejemplo, alguien que trabajara en la Embajada del Estado en La Haya debería ser designado como contacto con la Secretaría de la Corte, para que así se puedan identificar posibles dificultades de manera incipiente. Como mínimo, se debería designar una persona contacto que mantenga archivos actualizados de todas las comunicaciones con la Corte y sus distintos órganos.

Cuando los Estados Partes del Estatuto de Roma debían cumplir con requisitos particulares para ejecutar las solicitudes de la Corte Penal Internacional, deberán hacérselo saber a la Corte cuanto antes, luego de la ratificación. Si no lo hacen deberán estar preparados para hacerlo cuando la Corte solicite tal información.Los Estados Partes podrían también necesitar leyes que permitan a las personas especificadas por la Corte para presenciar y asistir en el proceso de ejecución, luego de el Estado Parte   Consultado

. Estas personas incluirán a personal de la CPI, tales como el Fiscal y Fiscales Adjuntos. Podrían también incluir al Abogado Defensor, en el caso de una persona investigada por la CPI, cuando sea una orden o solicitud de cooperación de la Sala de Cuestiones Preliminares de conformidad con el artículo 57 del Estatuto.

En líneas generales, los artículos 94 y 95 del Estatuto de Roma facultan a los Estados para aplazar la ejecución de las solicitudes en ciertas situaciones. El artículo 94 describe la situación en que la solicitud interfiera con una investigación o enjuiciamiento en curso de un asunto distinto.

En el caso anterior el Estado requerido  podrá consultarlo ante la Corte Penal Internacional  y acordar un periodo de tiempo de prórroga  para la ejecución. Este periodo no excederá  de lo necesario para concluir la investigación o el enjuiciamiento de que se trate la ejecución de la solicitud. El Estado requerido podrá también prestar asistencia con sujeción a ciertas condiciones, en el caso en que decida prestar la asistencia de inmediato.

El artículo 95 describe el caso en que la solicitud de asistencia se aplace por estar pendiente la impugnación de admisibilidad de la causa. La Corte Penal Internacional es competente para decidir todos los asuntos jurisdiccionales que le conciernen.

Sin embargo, el Estado requerido podrá suspender la ejecución de una solicitud por estar pendiente una decisión de la Corte, a no ser que la Corte haya resuelto expresamente que el Fiscal puede recolectar prueba antes de que la Corte decida sobre la admisibilidad del asunto. En otras palabras, podría ser confuso ante tal situación si quien investigara el asunto sería la CPI o una autoridad nacional estatal.

Finalmente, por las razones anteriores los Estados podrán esperar hasta que se determine definitivamente la competencia de la Corte Penal Internacional, antes de que la ejecución de la solicitud sea obligatoria, según la parte 9 del Estatuto, salvo que la Corte disponga lo contrario.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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