Opinión
Tiempo de cambio.
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1 año agoon
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Isaías RamosPor Isaías Ramos
Caminando por las calles de nuestro país, nos topamos con un panorama grotesco, una realidad que parece arrancada de una novela distópica y desesperada. Un tétrico espectáculo se despliega ante nosotros: una clase política, en su mayoría traidora y corrupta, que promueve el descontento y la ira en lugar de inspirar respeto o admiración. Su desfachatez y arrogancia pintan un rostro maculado por la maldad y la corrupción. Un sistema de impunidad garantizada les permite deambular con absoluta tranquilidad, a pesar de los incontables delitos, robos y saqueos que han perpetrado, sumergiendo a millones de dominicanos honrados en una abyecta miseria moral, espiritual y económica.
Pero, en el ambiente se percibe una quietud, un silencio premonitorio que anticipa grandes cambios que podrían estar al acecho. La calma que precede a la tormenta. Mientras estos politiqueros mantienen a la población pacífica y honrada en suspenso, la desesperación silenciosa crece. Ya no queda nada que temer, pues estos politiqueros han hundido a nuestra gente en lo más profundo de la miseria.
Estos personajes, ciegos ante el infortunio de la población, parecen desconectados de la realidad, ignorando el dolor y sufrimiento de un pueblo entero. Han logrado desmantelar un país, permitiendo que sus allegados y cómplices arrasen con los recursos naturales y económicos sin recato alguno, mientras el pueblo no puede ni siquiera ejercer su digno derecho a trabajar para su propio sustento. Estamos atrapados en un sistema grotescamente injusto e inmoral, donde unos pocos disfrutan de los lujos del mundo sin esfuerzo, mientras que otros sufren y se desgastan en una lucha constante por la supervivencia.
A los aún no nacidos, ya los han endeudado, han comprometido su futuro con contratos a largo plazo que les arrancarán hasta el último ápice de alegría por vivir. Se aseguraron de aprobar leyes como la 47-20 (alianzas público privadas), ley 28-23 (fideicomiso público) para continuar el saqueo de una forma más elegante y, para asegurar el control económico y social, la ley 32-23 (facturación electrónica).
Sin embargo, desde el Frente Cívico y Social, vemos un rayo de esperanza en medio de la tormenta. Creemos que ha llegado el momento de tomar decisiones cruciales, de que la población decida a quién va a apoyar. ¿Continuaremos respaldando a los políticos que nos han sumido en esta crisis de decadencia moral, espiritual y económica? ¿O apostaremos por un proyecto de nación que ponga nuestros intereses primero, que no esté comprometido con organismos internacionales o grupos económicos amorales que han monopolizado esta partidocracia? ¿Podremos seguir votando por los mismos corruptos y esperar resultados distintos?
En el FCS comprendemos que es el momento de respaldar a un proyecto político como el nuestro, con una visión del país que debemos construir juntos. Un proyecto que trascienda el pan y
circo, que rescate los principios y valores con los que nuestra patria fue fundada. Es el momento de saldar la deuda social acumulada por estos seres desprovistos de alma y corazón. Es tiempo de implementar un modelo económico más humano y productivo. Es tiempo de liberar la justicia, que ha sido reemplazada por la impunidad. Es el momento de trabajar para mirar hacia lo más puro de nuestra bandera, respetando la palabra de Dios, amando a la patria y defendiendo nuestra libertad.
Se avecina un tiempo de cambio, y debemos estar preparados para abrazarlo. Es hora de que la República Dominicana despierte del letargo impuesto por la corrupción y la impunidad. Es hora de levantarnos y luchar por la nación que merecemos, por un futuro digno para nuestros hijos.
Estamos al borde del precipicio, pero aún no es tarde para dar un paso atrás y tomar un camino diferente. No importa cuán profundo sea el hoyo en el que nos encontramos, siempre hay una manera de salir. Juntos, podemos y lo lograremos.
Es el momento de que cada ciudadano se levante, mire al futuro con valentía y decida ser parte del cambio. No podemos permitir que la desesperanza nos supere. La fe en un mañana mejor es la luz que puede guiar nuestro camino en la oscuridad. Aprovechemos este tiempo de cambio para construir una nación justa y equitativa. El futuro de la República Dominicana está en nuestras manos.
Despierta RD!
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.