Por Rosario Espinal
Luis Abinader y el PRM ganaron las elecciones de 2020 fundamentalmente con votos de la clase media y media alta urbana. En artículos que escribí antes y después de las elecciones ofrecí razones y datos que sustentan este planteamiento. Ese segmento social es el de mayor nivel económico y educativo del país.
Diversos estudios sociológicos a nivel internacional muestran que, a mayor nivel educativo, mayor tendencia a adoptar valores liberales que se fundamentan en derechos humanos y la igualdad. Por ende, si Abinader recibió el apoyo mayoritario de las capas medias era de suponerse que tendría en cuenta las demandas y expectativas de ese sector para forjar una República Dominicana más garantista e igualitaria.
¡Pero no! A un año y medio de gobierno vemos que Abinader ha decidido adoptar más la agenda conservadora que la progresista.
Tres ejemplos vienen a colación: las tres causales en el Código Penal, la política hacia la migración haitiana, y la predisposición a beneficiar el sector empresarial.
Encuestas realizadas en este país muestran que, a mayor nivel educativo, mayor apoyo a las tres causales del aborto, alcanzando una aprobación mayor al 70% en las personas con educación universitaria.
Cuando Abinader era aspirante presidencial expresó su apoyo a las causales y su partido endosó esa posición. Al llegar al poder dieron la espalda para satisfacer a los sectores conservadores que están empecinados en que no se incluyan las causales en el Código Penal, como parte de una agenda internacional conservadora que ataca los derechos de las mujeres.
Por otro lado, Abinader ha asumido vehementemente el tema haitiano en foros internacionales y en la política local. Razones hay de sobra para asumirlo, pero el Gobierno la ha emprendido contra inmigrantes haitianos que viven en territorio dominicano desde hace tiempo, restringiendo, por ejemplo, acceso a los servicios de salud.
¿Por qué? Para ganar amplio apoyo en la sociedad, ya que las fuerzas conservadoras han convencido a la inmensa mayoría de la población dominicana de que los haitianos están invadiendo y destruyendo el país.
Lo que no dicen esos conservadores es que la amplia presencia de inmigrantes haitianos se debe a que son contratados por empresarios dominicanos por bajísimos salarios para trabajar fundamentalmente en el sector agrícola y la construcción.
Cierto, el Gobierno dominicano debe proteger la frontera y evitar la migración indocumentada. ¿Saben por qué no lo hace? Para que muchos empresarios tengan mano de obra barata y sin derechos.
El anunciado muro en la frontera es fundamentalmente para concitar apoyo político nacional, no para eliminar la masa de inmigrantes haitianos que trabajan en condiciones paupérrimas.
La predilección de Abinader por el sector empresarial es entendible, son sus pares. La cúpula palaciega es empresarial y la discursiva dominante en estos tiempos resalta la superioridad empresarial sobre los políticos para administrar la cosa pública.
Pero ojo, cuando los empresarios se hacen políticos es para ganancia doble: en la empresa privada y desde el corazón mismo del Estado. Por tanto, tiende a producirse mayor concentración de la riqueza y mayor desigualdad socioeconómica