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Opinión

Abstención electoral y declive de los partidos políticos

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Por Rosario Espinal

En un artículo que publiqué el 24 de abril de este año abordé el tema de la baja competitividad electoral que se ha registrado en el sistema político dominicano en este Siglo XXI. La baja competitividad se refiere a que el partido ganador obtiene un porcentaje de votos muy superior al que queda en segundo lugar. Para ilustrar, tomemos las tres últimas elecciones presidenciales: incluyendo aliados, en el 2016 el PLD obtuvo 61.7% de los votos y el PRM 34.9%; en el 2020 el PRM obtuvo 52.5% y el PLD 37.5%; y en el 2024 el PRM obtuvo 57.4% y la Fuerza del Pueblo 28.9%.

En aquel artículo planteé que la causa principal de esa baja competitividad ha sido la desestructuración del sistema de partidos debido a la división de los tres grandes partidos que articularon la política dominicana después de la transición política de 1978: el PRSC que comenzó a dividirse a partir del 2004, el PRD que se dividió en el 2013 y el PLD en el 2019.

Aquí planteo que esa desestructuración del sistema de partidos es también una causa fundamental del incremento de la abstención electoral.

Si bien la baja competitividad electoral viene ocurriendo desde principios de este siglo, el alto abstencionismo se registró más tarde: aumentó considerablemente en las elecciones presidenciales y legislativas de 2020. Inicialmente se pensó que era efecto de la pandemia, pero la alta abstención registrada nuevamente en el 2024 demostró que no era simplemente la pandemia.

Los datos de la abstención en las elecciones presidenciales recientes son los siguientes: 44.7% en el 2020 y 45.6% en el 2024. Si comparamos, la abstención promedio entre 1978 y 2016 fue 27% y en el 2016 de 30.3%. O sea, de 2016 al 2020 la abstención aumentó casi 15%.

La explicación va de la siguiente manera: en la medida que los principales partidos se fueron dividiendo, se registró un declive en la autoidentificación partidaria de la ciudadanía y en sus votaciones. Luego llegó el declive en la participación electoral.

Según muestran los datos del Barómetro de las Américas, en el 2006 un 60% de la población encuestada dijo simpatizar por un partido político, mientras para el 2016 solo indicó simpatizar por un partido el 40% (igual en el 2023). Por otro lado, para el 2020, la votación del PRSC a nivel presidencial se había reducido a 1.8% y la del PRD a 2.4%. El PLD logró resistir el impacto de su división en las elecciones de 2020 porque estaba en el poder, pero para el 2024, fuera del poder, sólo alcanzó una votación de 10.3%.

La explicación del abstencionismo no es mono causal, pero la conexión entre las divisiones partidarias y el declive electoral del PRSC, PRD y PLD, coincidentes con el declive en la simpatía partidaria, es un componente esencial en la explicación del brusco aumento del abstencionismo a partir de las elecciones del 2020.

El abstencionismo no necesariamente genera revuelta contra el sistema, pero sí muestra desapego.

Artículo publicado en el periódico HOY

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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