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Así muere el bosque más grande del planeta
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LA REDACCIÓNLa contaminación está oscureciendo la atmósfera del Ártico con una neblina que está matando a los árboles del norte
Una de las escasas consecuencias positivas del calentamiento global era, decían los científicos, que haría que los bosques colonizaran las partes más frías del planeta. Sin embargo, un estudio muestra ahora cómo la contaminación está opacando la atmósfera de las regiones árticas, impidiendo el paso de los rayos del Sol y frenando la fotosíntesis. La consecuencia es que miles de kilómetros cuadrados de bosque boreal ya han muerto y el oscurecimiento del cielo impide que crezcan los refuerzos.
Los científicos señalan a la contaminación generada por los humanos tanto in situ como venida de mucho más lejos. Lo han comprobado al analizar el grosor de los anillos y la densidad de la madera de centenares de árboles muertos y unas decenas de vivos. Todos eran alarces o píceas siberianas que crecían en un radio de 150 kilómetros alrededor de Norilsk. Situada en el centro de Siberia, esta ciudad sale en la Wikipedia por ser la urbe de más de 100.000 habitantes que hay más al norte del planeta. Es también uno de los mayores complejos mineros del mundo, donde se extraen metales como el níquel, el cobre, el platino y la mayor parte del paladio que se usa en el mundo. Su extracción y procesamiento emitió 1,8 millones de toneladas de contaminantes solo en 2018, en un 98% en forma de dióxido de azufre.
El complejo minero de Norilsk, en Siberia, arrojó a la atmósfera 1,8 millones de toneladas de contaminantes solo en 2018, la mayoría dióxido de azufre
Los resultados de este trabajo local, pero con implicaciones globales, muestran elevadas concentraciones de estos metales y azufre en la madera de los árboles muertos. También los suelos aparecen contaminados, lo que complica el brote de nuevos. Según publican en la revista científica Ecology Letters, la mortandad es mayor cuánto más cerca de las minas, hasta llegar al 100%.
Pero las emisiones tienen un efecto aún más profundo y de mayor alcance: están oscureciendo la atmósfera. La mayor presencia de aerosoles genera una neblina que atrapa o refleja buena parte de la radiación solar. Además, las partículas de dióxido de azufre funcionan como núcleos de condensación, generando más y más nubes. El resultado es el cortocircuito de la fotosíntesis.
“En el artículo mostramos que la disociación entre el crecimiento de los árboles y el aumento de la temperatura se debe al menos en parte a la contaminación atmosférica”, cuenta en un correo el ecólogo de la Universidad Federal de Siberia y coautor del estudio Alexander Kirdyanov. “Norilsk solo es una pequeña parte del problema. En realidad, el Ártico se ha convertido en una especie de depósito de los contaminantes y aerosoles emitidos no solo por instalaciones de la región ártica, sino también procedentes de latitudes más bajas de América del Norte, Europa y Asia”, añade. Una vez allí, los patrones de vientos árticos, casi circulares, reparten la contaminación.
La altísima mortalidad observada en los alrededores de Norilsk es un fenómeno local, recuerda Kirdyanov. “Sin embargo, si preguntas por la incapacidad de los árboles para seguir el aumento de la temperatura en curso, se ha observado este fenómeno en muchas regiones a lo largo de la zona boreal”, aclara.
“Al acumularse la contaminación atmosférica en el Ártico debido a patrones de circulación [atmosférica] a gran escala, extendimos nuestra investigación más allá de los efectos directos del sector industrial de Norilsk y vimos que a lo largo de las altas latitudes del norte el resto de árboles también están sufriendo”, dice en una nota de la Universidad de Cambridge, el profesor Ulf Büntgen, coautor del estudio.
Büntgen sabe que la selva amazónica recibe una mayor atención mediática y pública, “siendo mucho menos conocidos el papel ecológico y climático del bosque boreal, el bioma más grande del planeta”. Pero su deterioro acelerado podría tener unas consecuencias tan grandes como la pérdida amazónica. “Esperamos que nuestro trabajo contribuya a despertar una mayor conciencia internacional sobre las consecuencias dañinas de las emisiones antropogénicas en el Ártico y de que sus consecuencias pueden tener dimensiones globales”, opina en un correo.
El investigador forestal de la Universidad Pablo de Olavide Raúl Sánchez, no relacionado con el estudio, recuerda que se esperaba que “los árboles de esta región crecieran con el calentamiento, pero el aumento de las emisiones reduce la radiación, la fotosíntesis y, por tanto, el crecimiento”. Además, comenta que la neblina ártica “coincide con las pocas semanas en las que podían crecer y, a todo esto, hay que sumar los incendios”. La consecuencia a medio plazo será la realimentación del calentamiento global: “Alterará todo el ciclo del carbono, el secuestro de CO₂ [dióxido de carbono] que se esperaba con la expansión del bosque no se producirá, pero sí la liberación del CO₂ con la muerte de la taiga”.
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España y la brecha global: avances y desafíos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible
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1 mes agoon
agosto 26, 2024Solo a través de un compromiso renovado y acciones concretas podremos alcanzar los objetivos de la Agenda 2030
El reciente Informe de Desarrollo Sostenible 2024, publicado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU, ha puesto de relieve los avances y desafíos que enfrentamos en el camino hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En el ámbito global, el ritmo de avance en los ODS varía significativamente entre los distintos grupos de países. Al igual que en años anteriores, los países europeos, especialmente los nórdicos, encabezan el índice de los países con mayores avances. Finlandia ocupa el primer puesto, seguida de Suecia, Dinamarca, Alemania y Francia. A la vez, los datos muestran que el progreso medio de los ODS en los grupos de economías emergentes BRICS y los BRICS+ desde 2015 ha sido más rápido que la media mundial. Todo ello tiene como resultado el aumento de las desigualdades entre países, produciendo un mayor desequilibrio mundial. El desarrollo sostenible sigue siendo un reto de inversión a largo plazo, y reformar la arquitectura financiera mundial es, por tanto, más urgente que nunca.
Una vez más, el informe indica que el progreso mundial en el cumplimiento de los ODS se ha estancado desde 2020, con el ODS 2 de Hambre cero, el ODS 11 de Ciudades y Comunidades Sostenibles, el ODS 14 de Vida submarina, el ODS 15 de Vida de Ecosistemas Terrestres y el ODS 16 de Paz, Justicia e Instituciones Sólidas especialmente retrasados. Las cinco metas en las que la mayor proporción de países muestra un retroceso desde 2015 son la tasa de obesidad (ODS 2), la libertad de prensa (ODS 16), el de protección de ecosistemas (ODS 15), la gestión sostenible del nitrógeno (ODS 2) y —debido en gran parte a la pandemia de covid-19— la esperanza de vida al nacer (ODS 3). Los objetivos relacionados con el acceso básico a infraestructuras y servicios, incluido el de Industria, Innovación e Infraestructuras (ODS 9), muestran tendencias ligeramente más positivas, aunque los avances siguen siendo demasiado lentos y desiguales entre países.
Avances notables en España
Si bien es alentador ver que por primera vez uno de los ODS ha sido cumplido en su totalidad —el ODS 5 de Igualdad de Género—, la realidad es que España aún tiene importantes retos a los que debe hacer frente.
España va avanzando lentamente en el grado de cumplimiento de diferentes objetivos, mejorando su puntuación global hasta la posición 14 entre 167 países evaluados
Desde su implementación en 2015, España ha logrado avances significativos en varias metas claves. Además del cumplimiento por primera vez de uno de los ODS, otros tres objetivos están muy próximos a alcanzar todas sus metas: el ODS 1 de Fin de la Pobreza, el ODS 3 de Salud y Bienestar, y el ODS 7 de Energía Asequible y No Contaminante. España va avanzando lentamente —quizás demasiado lentamente— en el grado de cumplimiento de los diferentes objetivos. Estos progresos han contribuido a que España mejore su puntuación global y escale dos puestos, situándose en la posición 14 entre los 167 países evaluados en el informe. Este ascenso es especialmente notable en comparación con el año 2016, cuando España ocupaba la posición 30.
Otros logros incluyen una reducción en el número de objetivos que hasta el año pasado presentaban desafíos significativos, pasando de seis a cuatro: se ha mejorado en el ODS 8 de Trabajo Decente y Crecimiento Económico y en el ODS 12 de Producción y Consumo Responsable. Esta mejora también se refleja en una disminución del número de indicadores con malos resultados, de 14 en 2023 a 12 hoy.
Pero es importante señalar que los datos del informe también muestran algunos signos de preocupación, como que el ritmo de mejora de los años anteriores parece que pierde velocidad. Concretamente, la tendencia de evolución positiva en la mejora se ve reducida en cuatro objetivos: el ODS 6 de Agua y Saneamiento, el ODS 10 de Reducción de las Desigualdades, el ODS 12 de Consumo Responsable y el ODS 16 de Paz, Justicia e Instituciones Sólidas. Sin duda, dimensiones sociales a las que las noticias de los medios de comunicación han prestado atención en el último año.
España está aún tiene un gran camino por recorrer, y, por tanto, es necesario hacer mayores esfuerzos, en el ODS 13 de Acción Climática, el ODS 15 de Vida de Ecosistemas Terrestres, el ODS 17 de Alianzas para Conseguir los Objetivos y el ODS 2 de Hambre Cero. También hay, a pesar de las mejoras, importantes deficiencias en los ODS 12 Consumo Responsable y el ODS 14 de Vida Submarina.
En conclusión, si bien España ha demostrado avances importantes en varios objetivos, los desafíos que persisten requieren un esfuerzo continuo y coordinado. Es crucial que todos los sectores de la sociedad se involucren activamente para lograr el cumplimiento de los ODS y asegurar un futuro sostenible para todos y todas. La transformación de nuestros sistemas educativos y la actualización constante de datos son pasos fundamentales en este proceso. Solo a través de un compromiso renovado y acciones concretas podremos alcanzar los objetivos establecidos en la Agenda 2030.
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Los paramilitares de Sudán siembran el terror con la violencia sexual contra las mujeres
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agosto 26, 2024El Cairo.-Desde que estalló la guerra civil en Sudán, en abril de 2023, unas 10 millones de personas han huido de casa en busca de un lugar más seguro, en la que se considera la mayor crisis de desplazados del mundo. Millones de personas más han quedado, sin embargo, atrapadas atrás, también en territorios ocupados por las temidas Fuerzas de Apoyo Rápido paramilitares, una de las dos principales partes beligerantes.
En las zonas bajo su control, y en menor medida en las que controla el ejército regular, se han producido todo tipo de atrocidades: campañas de limpieza étnica, matanzas, uso de niños soldado, detenciones por perfil étnico, torturas, quema de pueblos, saqueos. En este contexto, la violencia sexual está siendo una de las formas más extendidas para sembrar el terror entre la población civil, aunque también una de las más difíciles de documentar.
En el caso de las mujeres y las niñas, que son las víctimas principales, las agresiones y la explotación sexual suelen ir acompañadas de otras formas de violencia como secuestros, palizas, torturas, trabajo forzado —cocinar, prestar servicios domésticos y recoger cosechas— y abuso verbal, según han documentado organizaciones de derechos humanos.
“Hasta ahora hemos documentado 194 casos de violencia sexual relacionada con el conflicto”, señala Sulaima Ishaq, directora de la Unidad de Lucha contra la Violencia contra la Mujer, afiliada al ministerio de Asuntos Sociales de Sudán. “[Pero sabemos] que es básicamente la punta del iceberg, quizás solo refleje un 2% de lo que realmente ocurre”, desliza. “La situación de las mujeres y las niñas [en Sudán] se deteriora cada día”, lamenta Ishaq. “Están pagando un precio muy alto en esta guerra”.
Infierno en Jartum
Uno de los primeros lugares donde se registraron casos de violencia sexual generalizada fue en las tres ciudades que conforman la capital del país y donde estalló inicialmente la guerra: Jartum, Omdurman y Bahri. Una investigación reciente de Human Rights Watch (HRW), centrada en estas ciudades y apoyada principalmente en proveedores de atención sanitaria, contó un total de 262 supervivientes entre abril de 2023 y febrero de 2024.
La mayoría de casos en la zona de la capital se han atribuido a los paramilitares, que son quienes controlan la mayor parte, y han afectado sobre todo a mujeres y niñas sudanesas, pero también a refugiadas. Según un informe de febrero de la oficina de la ONU para los derechos humanos (ACNUDH), más de la mitad de los incidentes de violencia sexual en Jartum se producen en el interior de residencias, mientras que otros tienen lugar en la calle.
Casi un tercio de los incidentes documentados por HRW fueron violaciones en grupo, en ocasiones de más de una víctima a la vez. Afectaron desde a niñas de nueve años hasta a mujeres mayores
Casi un tercio de los incidentes compartidos con HRW, ocurridos entre mayo y noviembre del año pasado, fueron violaciones en grupo perpetradas por entre dos y cinco miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido. En algunos casos, además, estas violaciones se cometieron contra más de una víctima a la vez, en ocasiones varias mujeres de la misma familia. Y afectaron desde a niñas de nueve años hasta a mujeres mayores.
Un fenómeno alarmante que está acompañando algunos de estos casos de violencia sexual cometidos por los paramilitares son los matrimonios forzados e infantiles de las víctimas. En algunos casos, las familias se han visto obligadas a aceptarlo por el poder sin control de las Fuerzas de Apoyo Rápido, o han accedido a hacerlo por desesperación económica o creyendo que protegerían a una mujer o niña de otras futuras violaciones, según HRW.
Aunque la mayoría de casos de violencia sexual en la capital sudanesa han sido cometidos por los paramilitares, otros se han atribuido a soldados del ejército regular. En los últimos meses, los militares han logrado recuperar poco a poco territorio en Omdurman, pero su avance ha ido acompañado de numerosos casos de violencia sexual, según un artículo reciente del medio británico The Guardian basado en más de dos docenas de testimonios.
En muchos de estos casos, que tienden a denunciarse menos por temor a represalias, las mujeres afirmaron que mantener relaciones sexuales con soldados fue su única forma de lograr comida, en un contexto de hambre generalizada. Aun así, Ishaq apunta que el 95% de casos que ha confirmado su unidad fueron perpetrados por los paramilitares.
Aunque menos documentada, la violencia sexual también se ha utilizado contra hombres y niños en Jartum, principalmente en las decenas de centros de detención —muchos de ellos informales— que controlan tanto los paramilitares como el ejército regular en la zona de la capital, según reveló en un informe de finales del año pasado elaborado por un grupo de abogados de derechos humanos sudaneses conocidos como Abogados de Emergencia.
Un miembro de este grupo asegura, en condición de anonimato, que hasta ahora han confirmado seis casos de violación en centros de detención y que han documentado tres: una mujer extranjera a manos de los paramilitares, una niña de 13 años a manos de un grupo aliado del ejército, y un joven trans en un campamento del ejército.
“El uso de la violencia sexual como arma contra las mujeres es sistemático”, afirma por teléfono el mismo abogado, que subraya que, en el caso de los niños y hombres, “la mayoría de los casos de violencia sexual se produce en centros de detención”. “Fuera de estos no hemos documentado ningún caso de violencia sexual contra varones”, explica.
Terror rural
Más allá de la capital y otras grandes ciudades, informes recientes han empezado a arrojar luz sobre el uso sistemático de la violencia sexual por parte de paramilitares también en zonas rurales ocupadas. Allí, la mayor dispersión de la población, las limitaciones de acceso a servicios, la menor organización social, los apagones de internet y una sociedad aún más conservadora hacen mucho más difícil dar a conocer y documentar atrocidades.
Una de las regiones más castigadas hasta ahora ha sido Jazira, al sur de Jartum y ocupada por las Fuerzas de Apoyo Rápido a finales de 2023 en una ofensiva relámpago que empujó hacia otras partes del país a cientos de miles de personas. Una de las únicas instancias en las que Jazira recibió atención internacional fue a principios del pasado junio, cuando un asalto paramilitar sobre la localidad de Wad Al Nora dejó más de un centenar de muertos.
Un informe publicado en julio por la prestigiosa Iniciativa Estratégica para las Mujeres en el Cuerno de África (SIHA) concluyó que la violencia sexual de los paramilitares en Jazira ha sido muy extendida pese a haber recibido poca atención. Al igual que ocurre en la capital, la mayoría de denuncias se corresponden a violaciones en grupo, lo que sugiere una campaña “diseñada para instigar terror” y asegurar el control sobre la población local.
Cuando las Fuerzas de Apoyo Rápido invaden una aldea, su primera ola de violencia tiene por objetivo asegurar su control, aunque luego mantengan una presencia física escasa o nula, según el informe de SIHA. Al entrar, sus miembros suelen disparar al aire, saquear negocios, y asaltar viviendas en busca de combatientes y soldados del ejército, matando a hombres y ejerciendo violencia sexual contra mujeres y niñas.
Después de esta primera ola inicial de violencia, SIHA señala que parecen producirse otras dos en zonas donde los paramilitares ya se han asegurado un cierto grado de control. En estos casos, la violencia sexual puede ir acompañada de secuestros y de matrimonios forzados y se centra más bien en mujeres concretas, en su mayoría con presencia pública, como personal sanitario y trabajadoras del sector informal, o como represalias selectivas.
Este uso extendido de la violencia sexual, junto al resto de atrocidades, y la persecución selectiva de mujeres presentes en el espacio público propaga el miedo entre los locales muy rápidamente, lo que, según SIHA, permite a los paramilitares someter y asegurarse el control de los lugares rurales que invaden, aunque no estén presentes en todo momento. También les sirve para desincentivar que la gente se reúna y acuda a servicios sanitarios.
“La violencia sexual siembra el terror y creemos que, como las Fuerzas de Apoyo Rápido carecen de capacidad administrativa y están muy interesadas en el saqueo, les interesa el desalojo forzoso [de la población]; vaciar de locales, en la medida de lo posible, las ciudades y los pueblos que están ocupando”, considera Hala Al-Karib, directora regional de SIHA.
Tanto Al Karib como Ishaq apuntan que los mismos patrones de violencia sexual documentados en Jazira se han replicado en otras zonas rurales de Sudán posteriormente ocupadas de forma total o parcial por los paramilitares, como el Estado de Sennar, al sur de Jazira y con frontera con Etiopía y Sudán del Sur.
Esclavitud en Darfur
La violencia sexual ya fue una de las principales armas de guerra de las milicias a las que el régimen del exdictador Omar Al Bashir subcontrató la campaña de contrainsurgencia que dio lugar al genocidio de Darfur de principios de siglo; las mismas que años más tarde se institucionalizaron en las Fuerzas de Apoyo Rápido. Ahora, en la guerra civil en curso, estos mismos crímenes se están cometiendo a escala mucho mayor por todo el país.
Un informe de un panel de expertos de la ONU filtrado a finales del año pasado, después de que los paramilitares se hicieran con el control de casi todo Darfur ―su feudo tradicional― ya subrayó que la violencia sexual en la región en el marco de su ofensiva no solo fue generalizada, sino que se intensificó a medida que avanzaba el conflicto. Entre abril y agosto de 2023, observadores locales ya habían registrado 262 violaciones.
El mismo informe, que también señalaba que era muy probable que la cifra de violaciones real fuera mucho más elevada debido a que muchos casos no se denuncian, notó que la falta generalizada de acceso a atención sanitaria en la región, y el miedo al estigma y la marginación por parte de sus propias comunidades dificultan poder hacer un seguimiento más preciso sobre el alcance real de estas violaciones.
En Darfur, las niñas y mujeres corren un riesgo particularmente alto de ser violadas en campos de desplazados internos, mientras huyen en busca de lugares seguros, en puestos de control durante desplazamientos, y en sus propios hogares, según el anterior informe. Además, en Darfur la violencia sexual también tiene un marcado carácter étnico, y las principales víctimas son niñas y mujeres de comunidades locales no árabes.
Ishaq, de la Unidad de Lucha contra la Violencia contra la Mujer, explica que ahora tienen también conocimiento de la existencia de mercados en Darfur en los que se está traficando con niñas y mujeres, que en ocasiones son incluso trasladadas a la fuerza fuera de Sudán. En Darfur se lamenta desde hace años la falta de rendición de cuentas por los crímenes cometidos contra la población local desde hace dos décadas. Y muchos consideran que esta falta de justicia ha allanado el camino a los crímenes actuales en el resto de Sudán.
“En 2019, cuando el régimen de Al Bashir fue derrocado tras la revolución de Sudán, el Gobierno de transición presionó mucho a la ONU para que pusiera fin a la misión de mantenimiento de la paz conjunta con la Unión Africana [en Darfur], que hasta cierto punto había mantenido mecanismos de observación de los derechos humanos y reducido la capacidad de los [paramilitares] para cometer violaciones extremas”, señala Al Karib.
“Tras la cancelación de la misión a finales de 2020, la violencia en Darfur se exacerbó considerablemente”, agrega la directora de SIHA. “A las Fuerzas de Apoyo Rápido no les importa su imagen; su esencia como institución es dominación, control y desposesión”
Atrapadas y solas
Los combates, las restricciones a la circulación, la destrucción de instalaciones sanitarias, la ocupación de hospitales, los ataques contra personal médico y sociedad civil, el bloqueo de la ayuda humanitaria y los saqueos, sumados al estigma social entorno a la salud sexual y reproductiva, forman una barrera de obstáculos muy difícil de sortear para que las víctimas puedan acceder a atención sanitaria de emergencia y a apoyo psicosocial.
Las consecuencias para las víctimas son muy profundas. HRW se ha hecho eco de casos de infecciones de transmisión sexual y hemorragias vaginales, hematomas y otras lesiones provocadas durante las violaciones que, en al menos cuatro ocasiones, causaron la muerte de la víctima. Muchas han quedado embarazas después de no haber podido acceder a una anticoncepción de emergencia ni al aborto. Y las supervivientes presentan síntomas de estrés postraumático, depresión, miedo, insomnio, ansiedad y pensamientos suicidas.
“La gente está atrapada. Todos lo estamos de diferentes maneras, y esto está afectando la forma en que realmente se pueden gestionar los casos [de violencia sexual]: encontrar apoyo a la salud y apoyo social”, nota Ishaq.
En paralelo a la violencia sexual perpetrada por las partes beligerantes, el rosario de crisis que atraviesa Sudán también ha incrementado de forma preocupante el riesgo de sufrir violencia marchista en el ámbito doméstico. En esta línea, se estima que unas 6,5 millones de mujeres podrían padecer este tipo de violencia, de acuerdo con el Fondo de Población de la ONU, que cuenta con unos 60 espacios seguros de prevención y respuesta.
Organizaciones feministas y de derechos humanos señalan que desde el exterior de Sudán se puede contribuir a afrontar esta lacra de violencia sexual con mayores ayudas a grupos que estén documentando estos crímenes y a establecer puntos de servicios y centros de atención, incluidas clínicas, dentro del país, para registrar casos y atender a las víctimas. HRW, por su parte, pide a la ONU y a la Unión Africana que formen una nueva misión de protección de civiles en Sudán cuyo mandato incluya atajar la violencia sexual. “El mundo debe mirarnos con una mirada humanitaria y no olvidarnos. No se olviden de Sudán”, reclama Ishaq.
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El misterio de las mariposas que aparecieron al otro lado del Atlántico
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1 mes agoon
agosto 26, 2024Reconstrucción de los 10 años de investigaciones que han demostrado el insólito vuelo transoceánico de tres ejemplares de ‘Vanessa cardui’, desde África a la Guayana Francesa, en un viaje de 4.200 kilómetros
Barcelona.-En octubre de 2013, Gerard Talavera, investigador del Instituto Botánico de Barcelona, encontró tres ejemplares de mariposa cardera (Vanessa cardui) en una playa de la Guayana Francesa, en Sudamérica. Este era un hallazgo sorprendente, pues este lepidóptero denominado así por alimentarse principalmente de cardos está presente en Europa, África, Asia y Norteamérica, en casi todo el planeta, salvo en Australia, la Antártida y el continente suramericano. ¿Cómo habían llegado estas mariposas hasta la Guayana francesa? “Tenían las alas bastante dañadas y se encontraban en la arena sin poder volar”, recuerda Talavera de aquel momento especial en el que empezó una investigación de más de 10 años por todo el mundo hasta conseguir reconstruir el increíble viaje de estos insectos a través del océano Atlántico, un trabajo publicado este verano en la revista Nature.
Por cercanía, la alternativa más lógica sería que hubieran llegado a la Guayana Francesa desde Norteamérica, sobrevolando Centroamérica y sus selvas tropicales o por el mar del Caribe. Sin embargo, para el entomólogo catalán, esta mariposa común de entre 5 y 9 centímetros de envergadura, con alas de color marrón, naranja, negro y blanco, era ya una vieja conocida y tenía una explicación algo más radical para su misterioso viaje: que hubieran salido de África. Un año antes, Talavera junto con otro investigador del CSIC, Roger Vila, habían lanzado la hipótesis de que la Vanessa cardui migraba cada año desde nuestro continente, Europa, hasta África subsahariana. Esta idea parecía increíble pues supondría que este pequeño insecto alado debería atravesar el desierto del Sáhara, pero fue confirmada en 2016. “La cardera hace un circuito migratorio multigeneracional, es decir, cada mes una nueva generación de mariposas reemplaza a la anterior (los ejemplares adultos viven entre tres y cinco semanas) y van haciendo escalas. Así, cada año recorren 15.000 kilómetros de distancia entre Escandinavia y el ecuador africano”, resume Vila.
Lo primero que hizo Talavera al regresar de viaje fue estudiar los vientos que habían soplado en la zona de forma previa al hallazgo de los lepidópteros. Con la ayuda del investigador predoctoral Eric Toro Delgado y, durante los siguientes años, lograron desarrollar varios modelos complejos que combinaban la circulación de los vientos con la capacidad fisiológica de las mariposas. Así, pudieron reconstruir la trayectoria de las corrientes de aire gracias al programa informático HYSPLIT, perteneciente a la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de los EE UU (NOAA). “Los resultados mostraron que en las horas anteriores a la observación de las mariposas en la Guayana Francesa, las corrientes de aire tenían su origen en la costa africana, a la altura de Mauritania y Senegal. Esto era así de consistente en toda la capa altitudinal, desde los 500 hasta los 2.000 metros. Y la velocidad media de estos vientos era de 27 kilómetros por hora”, resume Toro Delgado.
“Ya conocíamos que las carderas pueden llegar a volar a esa altitud cuando migran. Aprovecharon los vientos alisios, los mismos que utilizó Cristóbal Colón para llegar a América”, apunta Vila. Sin embargo, aunque hubieran demostrado que el viento soplaba a favor de su alocada teoría del vuelo transatlántico, esto no era un argumento suficiente como para dar por hecho que los tres especímenes de la Guayana Francesa hubieran protagonizado semejante hazaña. Alguien las podría haber comprado por Internet y haberlas dejado allí. ¿Cómo demostrar que habían viajado desde África?
Para seguir colocando piezas del puzle, recurrieron a la genética. Su siguiente paso fue comparar genéticamente esos tres individuos con otros presentes en otras partes del mundo. Para ello, durante tres años tuvieron que recoger especímenes de Vanessa cardui en más de 30 países (EE UU, México, Canadá, Hawái, Senegal, Benín, Costa de Marfil, Malasia, Japón, entre otros) hasta lograr secuenciar el ADN de 1.200 muestras. El trabajo de secuenciación del genoma de estas poblaciones se llevó a cabo en el laboratorio molecular dirigido por la prestigiosa bióloga y entomóloga Naomi Pierce, en la Universidad de Harvard (EE UU), y los análisis posteriores se realizaron en Barcelona. “En 2018 tuvimos listos los resultados genéticos y lo que encontramos fue que los especímenes de la Guayana Francesa pertenecían a la población que migra entre Europa y África”, sentencia Talavera.
La corazonada de África empezaba a ser una opción seria, pero todavía quedaban cabos sueltos para demostrar un viaje que cruzaba un océano. Cabía otra posibilidad. ¿Podía ser posible que fueran descendientes de otras mariposas que hubieran realizado ese recorrido, pero en un momento anterior en el pasado? Para demostrar que los tres ejemplares de la Guayana Francesa habían cruzado ellos mismos el océano Atlántico, los investigadores tuvieron que desarrollar una tecnología propia para rastrear posibles fragmentos de polen en estos especímenes.
Las tres mariposas metidas en sobres individuales fueron enviadas el Instituto de Botánica W. Szafer, en Cracovia (Polonia), al laboratorio del investigador Tomasz Suchan, especializado en filogenética y filogeografía. Nunca antes se había secuenciado el ADN del polen de mariposas migrantes mediante la técnica del metabarcoding. Pero, como cuenta Gerard Talavera, los tres especímenes estaban en manos de un “auténtico mago del laboratorio”. La primera buena noticia fue que los individuos iban cargados de polen, a pesar del “largo periplo que hipotéticamente habían ejecutado“. La segunda es que ese polen también señalaba a África. “Descubrimos varias plantas africanas. La especie más abundante que encontramos fue la Guiera senegalensis, y después la Ziziphus spina-christi, dos arbustos que están restringidos a la zona subsahariana y que no se encuentran en otro lugar del mundo”, explica Suchan. “Son especies que florecen entre septiembre y noviembre, en Senegal, Benín, Costa de Marfil, etc. Justo en la zona y la época en la que tuvieron que salir rumbo a Sudamérica”, apostilla Roger Vila.
Las piezas del puzle encajaban, pero todavía quedaba algún que otro enigma por resolver. ¿Dónde habían nacido las mariposas de la playa de la Guayana Francesa: en África o en Europa? Las pesquisas prosiguieron en Canadá, entre 2018 y 2023, donde los especialistas en geolocalización isotópica Clement Bataille y Megan Reich, de la Universidad de Ottawa, realizaron un hallazgo realmente sorprendente analizando algo muy pequeño: los isótopos de hidrógeno y de estroncio presentes en las alas de las mariposas. “Cuando una oruga se alimenta de su planta huésped, la composición de los isótopos de la que está formada se incorpora al tejido de la oruga, y cuando la mariposa resultante emerge de su crisálida, esta composición isotópica se conserva en las alas”, expone Reich. “Las alas de las mariposas preservan la firma química del lugar donde nacieron. Los resultados que obtuvimos nos indican que el origen de las tres mariposas examinadas correspondía con la zona de Francia, España y Portugal”, concluye Bataille.
Gerard y su equipo de colaboradores ya podían afirmar haber demostrado por primera vez el viaje transatlántico de la Vanessa cardui. Al menos estos tres especímenes habían recorrido 4.200 kilómetros partiendo de la costa africana entre el Sáhara Occidental y Senegal hasta llegar a la Guayana Francesa. Lejos de llegar a un final, la comprobación de un viaje tan alucinante abría infinidad de nuevos interrogantes. ¿Cómo es un vuelo transoceánico así para una mariposa? Los investigadores sabían que los lepidópteros cuentan con sistemas de orientación que les permiten identificar tanto el norte magnético como la posición del sol según la hora del día. “Debieron de combinar momentos de vuelo activo con otros de batir las alas lo justo para mantenerse en el aire”, apunta Talavera.
Aunque no hayan visto volar a las mariposas en mitad del océano, los investigadores han calculado incluso los modelos energéticos que muestran el coste de la energía de la mariposa y la distancia que pude cubrir. “Sin la ayuda del viento, las mariposas solo podrían haber cubierto 780 kilómetros. Estimamos que pudieron tardar entre 5 y 8 días en hacer el viaje. Aunque lo más destacable es que se produjeron unos vientos particularmente favorables”, asegura Toro Delgado. Pasados 10 años, los científicos han podido resolver el gran misterio de las mariposas Vanessa cardui aparecidas al otro lado del océano, aunque siguen siendo muchas las preguntas. ¿Hasta qué punto ha sido una casualidad? ¿Este tipo de viajes son más habituales de lo que pensamos? ¿Cómo puede afectar a un ecosistema la llegada de insectos migrantes transmisores de virus y bacterias?
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