Opinión
Comienza oficialmente el show
Published
9 años agoon
Por Rosario Espinal
La lógica clientelar explica por qué el PLD lleva 12 años consecutivos en el poder, toma y deja aliados, y su vagón va siempre lleno. Administra y controla el gran reparto. Casi todos los partidos políticos han pasado por sus manos
La sociedad dominicana es altamente politizada. Para América Latina, este país registra un alto nivel de simpatía partidaria, de interés en la política y de participación en actividades de campaña. ¡Uy, qué maravilla! Hay además una vasta red clientelar, llevada a tal punto, que hasta muchos partidos de “oposición” son incorporados a esa red que administra el partido gobernante. Para toda esa gente, la política es asunto de vida o muerte.
Una amplia franja de votantes responde a intereses clientelares; es decir, al deseo de apoyar un partido en el poder para seguir accediendo a los beneficios adquiridos; otros apoyan uno de oposición que augure la posibilidad de acceder a esos beneficios. Todos son clientelistas, y su clientelismo es promovido y sostenido por los mismos partidos políticos, de gobierno y oposición.
Sólo una franja pequeña de votantes se coloca al margen de esa lógica clientelar. Entre esos, unos muestran actitudes críticas y aspiran a nuevas opciones partidarias, y otros rechazan la política. En la medida en que se recrudece la lucha clientelista, este sector se margina más de la política, porque no encuentra opciones partidarias alternativas con posibilidades reales de triunfo.
La democracia dominicana es para muchos un cálculo de oportunidades materiales, y los partidos que la sustentan, han probado ser diestros repartidores
Mientras la economía dominicana crezca, mal o bien, el sistema de reparto clientelar de los bienes públicos continuará surtiendo efecto para la mayoría de los partidos. Es tal la situación, que el electorado aguanta ver el sistema de partidos resquebrajarse y utilizar métodos anti-democráticos para prolongar su existencia, y el show aún convoca.
La ciudadanía sabe que los políticos son corruptos, que el gobierno utiliza los recursos del Estado para hacer campaña electoral, y que hay gran inequidad entre las fuerzas políticas. Pero nada de eso perturba de manera contundente. Se habla de corrupción como un hazme reír. Piensen, ¿puede el Partido Reformista, el PLD, el PRD, o su nueva encarnación, el PRM, hablar de anti-corrupción? ¡Oh no! ¿Y qué decir de muchos partidos pequeños que abrazan alianzas con los grandes simplemente para usufructuar?
Iniciada esta semana oficialmente la campaña, veremos una vez más el show clientelar. Dinero a borbotones, mítines, caravanas, regalos y discolights. Todo en nombre del proselitismo partidario ante una población que busca beneficios. Hasta por el bandereo pagan los partidos.
Como el objetivo principal de muchos es clientelar, más del 90% del electorado se decanta casi siempre por las dos opciones principales. Los demás no cuentan porque no llegarán, y si no llegan, no podrán asegurar el esperado reparto. Es un ejercicio de cálculo matemático.
El show termina casi siempre en primera vuelta, sea a ritmo de merengue, de son o guaracha, y hasta de música urbana. ¿Para qué prolongar? El voto por un seguro perdedor es voto perdido. Hay que maximizar las posibilidades de triunfo, piensan los electores.
La lógica clientelar explica que el PRSC se haya dividido en 10 pedazos y todavía dé la impresión de ser un partido importante. Son los padres fundadores del clientelismo. No tiene casi gente, pero sí diligentes dirigentes que buscan ganancia dónde sea y cómo sea.
La lógica clientelar explica por qué el PRM se unió al PRSC. Así compacta el voto clientelar opositor, aunque pierda el resto de la población.
La lógica clientelar explica por qué el PLD lleva 12 años consecutivos en el poder, toma y deja aliados, y su vagón va siempre lleno. Administra y controla el gran reparto. Casi todos los partidos políticos han pasado por sus manos.
La democracia dominicana es para muchos un cálculo de oportunidades materiales, y los partidos que la sustentan, han probado ser diestros repartidores.
Artículo publicado en el periódico HOY
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.