Opinión
Condenado por cogerse un salchichón y condecorado por robarse el país ¡sopla!
Published
12 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Es muy fuerte –como decía “El Brodel”- que un salchichón y una guayaba sean considerado cuerpos de delitos graves, mientras se pasa por alto desfalcar al Estado, convertir las privatizaciones en mecanismo de robo y transformar el gobierno en un narco-gobierno. Esto a propósito de un hecho pasado y otros muy recientes.
- · Historia del salchichón y la guayaba.
Hubo una vez un hombre muy pobre, que por robarse un salami para paliar el hambre eterna que lo agobiaba, pasó diez años en la cárcel, después de condenado a veinte. Recuerdo, que tal record del sistema de injusticia imperante en este país, fue reseñado en su tiempo por el diario El Siglo, propiedad del tristemente célebre grupo Baninter.
No sé a “ciencia cierta” si aquel salami estada o no “sazonado” con la bacteria “echerichia coli”, porque entonces Pro-consumidor no osaba hacerle “análisis clínicos” a los salchichones. Pero es muy posible que así sucediera y que además como pasa ahora los salchichones y/o salamis fueran sumamente bajos en nutrientes y ricos en nitritos.
De todas maneras, ese hombre hambriento se chupó una década en las cárceles del país -sin derecho a aire acondicionado- por el hecho de cogerse un salchichón, posiblemente de mala calidad.
En estos días recibimos la noticia de que otro infeliz fue a parar a un destacamento policial por “robarse una guayaba”, tomándola de una mata plantada en patio ajeno.
Ciertamente ignoro si la guayaba estaba o no podrida, si tenía o no gusanos, si estaba verde, alcojolada o madura; lo cual, claro está, no sería culpa de su dueño.
Tampoco sabemos cuánto tiempo habrá de pasarse ese joven en la cárcel por cogerse esa guayaba, que aunque no era de su propiedad el dueño debió regalársela para no pasar de “pijotero” y de abusador.
- · Recurrencia a una policía delincuente y a una justicia venal.
En ambos casos, tanto el dueño del salami como el de la guayaba, recurrieron a la
nada santa Policía Nacional, siempre asociada desde sus estructuras de mando a todo tipo de delitos de Estado, empresariales, civiles y militares. Y siempre con gran vocación para abusar de los/as pobres de esta tierra.
Y no es que el pobre hombre del salchichón o el joven infeliz de la guayaba recibieran el castigo mayor contemplado para casos de violación de la ley que protege la “sagrada” e intocable propiedad privada de los que mucho tienen, pues es bien conocida la abundancia de jovenzuelos empobrecidos que caen sistemáticamente abatidos por la implacable metralla policial, siendo o no culpables de delitos, muchas veces simplemente “por sospecha”, por ser negro, mulato, con aspectote haitiano o “mal vestido”, según el gusto oficial.
La Justicia del gran capital y sus partidos tiene reglas precisas, pero nunca explicitadas:
-A robo menor, pena mayor.
-A robo mayor, impunidad absoluta.
-Robar por hambre lo “privado” puede conllevar hasta la pena de muerte.
-Robar muchísimo, y hacerlo desde el poder o desde la opulencia, es razón para grandes condecoraciones, reconocimientos, alabanzas, pleitesías, candidaturas y nombramientos encumbrados; incluidos calificativos de filántropos (si se trata de grandes empresarios) o diploma del “mejor estadista del año” (si se trata de un ex-presidente socio en suciedad de una voraz o feroz corporación transnacional como la Barrick Gold). Esto último confirmado con lo acontecido a raíz de la reciente visita de Leonel a Canadá.
Así ha sido en tiranías y post-tiranías, durante las ladrocracias (balagueristas, perredeístas y peledeístas) y durante las democracias, seudo-democracias y narcocracias capitalistas.
- · Hechos que disipan dudas sobre el reino de la impunidad.
Y si les asaltan dudas sobre el “arreglo” que le han hecho a la balanza de Doña Justicia o no alcanzan a ver los agujeros en la venda que supuestamente le impide la visión, observen bien a los Ladroneles de hoy, presentes incluso en el gabinete de Danilo.
Los asociados a la estafa de la Sun Land y los conspicuos receptores de la ayuda multimillonaria a FUNGLODE.
Los sobornados por Barrick Gold, Falcondo, Gold Corp, Uni Gold y todo el cártel de la mega-minería.
Los tigres del PEME.
La mafia importadora desplazada.
La mafia eléctrica.
La mafia de los combustibles.
La de las deudas y los bonos soberanos.
Los cárteles de la construcción, con conocidas firmas santiaguera y brasileña a la cabeza
Contemplen sin apasionamiento a todas las alcancías humanas de Ladronel.
Pónganle el ojo clínico a narcos-generales.
Soliciten que transparenten las cuentas en rojo del Estado, las evasiones de impuestos, las compras y ventas sobrevaluadas o subvaluadas del gobierno, las operaciones gobierno-empresarios, la contabilidad del Despacho de la “primera dama”, la procedencia de los fondos de FUNGLODE y los ingresos y egresos de las campañas el PLD.
Y entonces podrían valorar la suerte que esos tipos han tenido por no limitarse a cogerse una guayaba o un salchichón chimbo.
- · Las excepciones confirman las reglas.
Claro las reglas de reino de la impunidad pueden tener sus excepciones. Las tubo con el caso de Leonel Almonte y el propio Jorge Blanco, con el amago contra los involucrados en escándalos como los del PEME y RENOVE y las descaradas estafas bancarias.
La podría tener ahora con los eslabones más débiles del Consorcio de la Corrupción Leonelista, tales como Félix Bautista y NG Cortiña, aunque vale recordar que el abogado de Bautista en el caso de la estafa de la Sin Land es hoy el Presidente de la Suprema Corte de Justicia. ¡Sopla!
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.