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Opinión

Danilo Medina y la teoría de la morcilla

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¿En qué consiste esa censura que permea toda la sociedad dominicana y que nunca osa decir su nombre? ¿Cuál es esa fosa que se abre cada vez más entre el bienestar de pocos y la desgracia de muchos? ¿Quién infla y desinfla la esperanza en este país?

¿Hay alguien que pueda creer que Monchi Fadul alcance a ser un “líder” de una transformación de la policía nacional? ¿Quién puede concebir al mismo jefe de la policía nacional que propuso una ley orgánica que instaura un “régimen policial” (según la fiscal del distrito) auto aplicándose una “reforma”? ¿Alguien con dos dedos de frente se puede chupar el cuento de que Carlos Morales Troncoso (más manteca da un ladrillo) pueda cambiar el desastre económico que significan las embajadas y los consulados dominicanos, cuando fue él mismo quien lo creó? ¿Felucho encarna la transparencia? ¿Alejandrina es un soplo renovador? ¿ Hay algo lírico que no sea el dinero en Francisco Javier? ¿No es la cara de Temístocles Montás un sucio pizarrón de la mentira? ¿Euclides puede ser un “remanso de luz” (¿y la paga?) que ilumine el camino?

El 72% del gabinete del presidente Danilo Medina son los mismos personajes del gobierno de Leonel Fernández. Un equipo jurásico que se ha encallecido (y enriquecido) administrando los fondos del Estado. ¿Es posible que hagan lo que nunca se ha hecho, precisamente quienes nunca lo hicieron? Max Weber se vio obligado a definir todos los factores que confluyen en la construcción de una estructura social, racionalizando ese fenómeno global de la burocracia. Y halló que la estructura dirigencial del Estado encarna en un gabinete algo así como el sistema circulatorio. A través de un gabinete de Estado circula todo lo que se plasma como práctica de la concreción de la idea. El gabinete expresa un determinado nivel de los objetivos de gobierno. El gabinete es sangre líquida, no puede ser sangre coagulada, morcilla; y morcilla son los principales ministros del gabinete del presidente Danilo Medina. La morcilla no permite el flujo sanguíneo, esos ministros, en su inmensa mayoría, son morcilla, han disfrutado de doce años en el poder, y ya dieron lo que iban a dar, se han coagulado en el disfrute del lujo y la riqueza. Nadie cree ya que esa gente trabaja para el bien común, y hasta sus caras provocan la irritación y el hastío en la población.

Todo el discurso enciclopedista clásico, la visión de pensadores como Rousseau respecto del contrato social, el juego político de las democracias occidentales, descansan en el presupuesto teórico de que se debe gobernar para el bien común. No es lo que hemos vivido. Pero la gente esperaba que en lo formal el gabinete expresara la voluntad de cambio, y apuntara más hacia el bien común. Danilo quiso encarnar el cambio dentro del mismo partido, pero reproduce el modelo. ¿Quién va a creer que se cumplirán las medidas tomadas, porque fueron esos mismos ministros quienes se burlaron de la austeridad, y junto a Leonel Fernández, remontaron el déficit fiscal a más de ciento veinte mil millones de pesos, y dejaron la deuda pública en un límite histórico que sobrepasa los veinticinco mil millones de dólares? ¿A quién hay que poner a pagar ahora el estropicio de la corrupción? ¿Son esas morcillas ministeriales las correas de transmisión del cambio seguro? ¿No nos permitirá el fin del gobierno de Leonel Fernández el despojo de una falsa vestimenta de bienestar? ¿No es ahora la hora verdadera de que nuestros gobernantes dejen el brillo de las pompas de jabón de los presuntuosos y se pongan a gobernar, también, para los que no han sido invitados a la mesa de la abundancia?

En lo espiritual, el gobierno que terminó no nos ha dejado nada, salvo la interrogación dolorosa de nuestras miserias. ¡Pero fueron esos mismos ministros quienes disfrutaron del banquete de la abundancia! ¡Oh, Dios, qué larga lucha nos espera!

Articulo publicado original en el periódico HOY

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Opinión

La pasión por cargos públicos

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Por Miguel Guerrero

Los dominicanos, perdonen la generalización, darían cualquier cosa por un cargo público; su salud y tranquilidad hogareña incluidas. Conozco un empresario que padeció semanas de un fuerte dolor de cabeza porque no había recibido diez años atrás, como otros de sus colegas, una invitación para una cena navideña en el Palacio Nacional a un costo de medio millón de pesos, para la cual ya se había dotado de catalejos para poder ver la mesa presidencial por si se repetía la experiencia anterior cuando fue colocado en un lejano pasillo desde donde no se alcanzaba ver al presidente.

Balaguer solía designar en posiciones técnicas a personas sin el debido conocimiento de los asuntos relacionados con el cargo y casi siempre se las aceptaban. Lo que importa es estar arriba, aunque implique un sacrificio. Nos gusta sabernos importantes, con chofer y guardaespaldas, a sabiendas muchas veces de que son los lleva y trae. El desempeño de un alto cargo público implica la posibilidad, casi segura, de quedar expuestos a vejámenes y alusiones insidiosas cuando algo no funciona, ya del Águila desde la altura donde vuela y no le alcanzan las maldiciones a sus decisiones, o de aquellos que en las redes dejan verter sus miserias interiores.

Gente que tiene de qué vivir mendiga posiciones y renuncia incluso a la tranquilidad del trabajo y del hogar, en la creencia de que la fama y el reconocimiento vienen con un puesto. Y la admiración que genera una silla importante en la administración, en el Congreso o la municipalidad, fomenta y abre resquicios al ingreso de dinero sucio en las campañas, y hace posible un gasto electoral hasta cuatro veces lo que se ganaría en un periodo en la posición alcanzada.

Y esa debilidad nacional por estar arriba, cueste lo que costare, es lo que nos ha hecho tan difícil el tránsito hacia una democracia real de auténtico valor social.

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Opinión

«Pan y circo para el pueblo»

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Por. Isaías Ramos

Estos politiqueros se han especializado en una materia que, hasta ahora, les ha dado un resultado fenomenal, pues han sembrado ignorancia, miseria y perversión en todos los rincones del país y han logrado envilecer a través del «BAM» (bulto, allante y movimiento) para continuar engañando vez tras vez.

Distraer a la población mientras se roban y saquean el presente y futuro de la nación pareciera que para ellos ya es un juego de niños y es conociendo esa sed de justicia que padece este pueblo, que cada vez que requieren distraerlo o ganar popularidad, se inventan sometimientos, apresamientos a algunos de los corruptos de los tantos que abundan, creando falsas expectativas de que se hará justicia y los corruptos, ladrones y saqueadores pagarán por sus actos y así llevan décadas de «amagar para no dar». Es la novela que le presentan a la población con el final que ya todos conocemos: «impunidad» para los corruptos y «frustración e indignación» en la población.

¿Qué consiguen con estos circos? Múltiples objetivos. Primero, apaciguar los ánimos del pueblo, segundo, conseguir aceptación de los ingenuos, tercero, a los que someten al final, el sistema los premia con la absolución y los declaran inocentes con la conveniencia de que no podrán volver a ser acusados o sometidos, bajo la premisa de que una persona no puede ser juzgada dos veces por el mismo delito; y cuarto, debido a la distracción de la población en esta «novela», aprovechan y le clavan el cuchillo por la espalda al pueblo para lograr lo que hace décadas vienen cocinando, y es terminar de adueñarse de todos los bienes públicos.

Con ese fin, acaban de promulgar la ley de fideicomiso público, una ley que no es más que un instrumento de atraco legalizado a los recursos naturales y económicos de la nación, y ya libres de consecuencias penales, podrán terminar de despedazar los bienes públicos. Esa ley, que de por sí está obviando el artículo 146 de la constitución y sí garantizando su impunidad bajo el numeral 38 de la ley 107-13, convierte a esta ley en una verdadera aberración, solo posible en un sistema podrido de pies a cabeza.

Del mismo modo, continúan endeudando de manera inmisericorde, injusta e irresponsable a la presente y futura generación, condenándola a la miseria, hambre y opresión eterna. Mientras continúa la novela, también pretenden aprobar la ley del agua y así adueñarse de los recursos hídricos, líquido indispensable para la supervivencia humana, y por último, han reintroducido la ley de trata de personas que, a todas luces, resulta violatoria a la soberanía, donde sólo traidores a la patria serían capaces de aprobarla.

Todas estas intenciones chocan contra la constitución y la soberanía nacional, pero a ellos eso tampoco les importa. Quebrar esa columna vertebral que sostiene a la Nación con tal de que ellos cumplan con sus amos no les hace cosquillas. Hace tiempo que la irrespetan, seguros de que por ahora no tendrán consecuencias, pues la justicia está secuestrada y todos los poderes fácticos se han alineado en contra del pueblo para garantizar ese saqueo.

En el Frente Cívico y Social hacemos un llamado vehemente a la población dominicana para defender la patria y la constitución, ya que ambas están en peligro de perecer si continúan siendo guiadas por una clase política que está ciega y nos conduce al precipicio sin punto de retorno. Es urgente liberar esa justicia que sigue en manos de los corruptos. Llevan más de dos décadas gobernando la nación y lo único que han hecho es robar, saquear, endeudar y, lo más grave hasta ahora, sin ninguna consecuencia.

Hoy aún tenemos la oportunidad de comenzar a construir un destino diferente. Es necesario dejar el letargo y sumarse a un proyecto de nación compuesto por verdaderos patriotas dispuestos a luchar para refundar la patria bajo los principios y valores que heredamos de nuestros libertadores.

¡Despierta RD!

 

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Opinión

La donación millonaria al presidente: una perturbadora confusión.

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Por José Cabral

Mucha gente apuesta a que los temas comprometedores desaparezcan del escenario nacional, que pasen a un segundo plano en los medios de comunicación social.

Ello así, porque hasta los que tienen grandes compromisos públicos como el presidente de la República, recurren al silencio para no dejar claro algún tema de trascendencia nacional.

A propósito de la llamada Operación Calamar ha salido a la superficie una supuesta donación de 400 millones de pesos a la campaña de Luis Abinader que desnuda en el país como se mueven los que están al hecho para sustraer dinero del patrimonio público.

Angel Lockuard, un abogado habilidoso, se ha asociado con otros para conformar una asociación de malhechores que se dedica hasta a la falsificación de documentos.

Lo grave del asunto no es sólo que se haya sustraído del erario la suma de 19 mil millones de pesos, sino que el protagonista de las falsificaciones legales y que recibió miles de millones de pesos por ese concepto, haya donado al ahora presidente Abinader 400 millones de pesos.

Lo extraño de esto es que el presidente no haya hablado del asunto, ya sea para afirmar o desmentir semejante anormalidad, sobre todo cuando todo el mundo en el país conoce las andanzas de Angel Lockuard.

Pero, además, el propio presidente de la República sabe muy bien que este individuo no es heredero de una gran fortuna económica y que se trata sólo de un abogado habilidoso para engañar al Estado, que es lo mismo que decir a toda la sociedad.

De manera, que no hay forma de que el presidente de la República pueda justificar esa donación, porque además de ser cierto el mandatario ha sido receptor de fondos que provienen de un robo en contra del Estado.

Es una situación todavía más compleja porque se trata de un presidente que su discurso se fundamenta en adecentar la vida publica nacional.

El presidente Luis Abinader debe darle una explicación al pueblo dominicano de una donación que se supone que de antemano el ahora jefe de Estado sabia de donde venía.

Se impone una explicación a la mayor brevedad posible y sino que  el Ministerio Público realice una minuciosa investigación al respecto para que preserve su credibilidad, sobre todo frente a las acciones que lleva a cabo muy sacrificadamente para imponer en el país una relativa decencia nacional.

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