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Opinión

De una gran crisis a otra peor: avanza la rebeldía global

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Apropiarse totalmente de los mercados nacionales de los países de “desarrollo medio y bajo” por la vía de las áreas de libre comercio.

Por Narciso Isa Conde

La crisis estructural del capitalismo mundial de final del siglo XX, cuyos primeros síntomas se expresaron al iniciarse la década de los ´70, dio lugar a un proceso de reestructuración del sistema dominante en diferentes vertientes: en sus bases técnicas y científica, en su ideología, en sus formas gerenciales, en su organización, en las relaciones centro-periferia y en sus niveles de transnacionalización o internacionalización. Ese proceso se ha profundizado en el contexto de la presente pandemia COVID 19.

Se trató de otra crisis de sobreproducción, acompañada de una significativa reducción de las ganancias de los grandes consorcios, de perspectivas de agotamiento de las fuentes propias de energía (minerales estratégicos, agua, biodiversidad, extensión del desempleo, grandes flujos migratorios procedentes de los países del Sur y otros síntomas alarmantes.

LAS RECETAS IMPUESTAS:

Desde el inicio de esa reestructuración los grandes centros de poder imperialista se propusieron:

Introducir cambios trascendentes en el patrón de acumulación tecno-científico, en los sistemas organizativos y mecanismos gerenciales, procurando aumentar la productividad y la capacidad especulativa del capital financiero a través de la incorporación en gran escala de la micro-electrónica, la cibernética, la robótica y las demás tecnologías de punta.

Apropiarse totalmente de los mercados nacionales de los países de “desarrollo medio y bajo” por la vía de las áreas de libre comercio. Incrementar su poder empresarial transnacional (altamente concentrado) por la vía de las privatizaciones de las empresas públicas de bienes y servicios, y de los recursos naturales de mayor valor e interés para prolongar su modelo consumista dispendioso.

Eliminar progresivamente las conquistas y beneficios sociales de los (as) trabajadores(as) y los pueblos en materia de políticas salariales, contratación colectiva, seguridad social, deportes, viviendas, salud, educación, diversión, transporte, protección a la niñez y la ancianidad…Atacar, en consecuencia, toda expresión de justicia en la distribución del ingreso, en las relaciones de propiedad, en el papel “benefactor”, protector o redistribuidor del Estado-Nación.

Remodelar y potenciar todas las opresiones funcionales al capitalismo (dominio patriarcal, racismo, adulto-centrismo, el ecocidio y el coloniaje) afines a una racionalidad perversa consistente en la obtención de ganancias y acumulación de capital sin importar consecuencias trágicas. Rehabilitar y renovar las políticas militares de conquista y reconquista de recursos naturales valiosos y zonas de gran valor geopolítico y económico en todos los casos donde se le dificulte por otra vía.

Potenciar la internacionalización del gran capital y sus corporaciones, acelerando los procesos de formación de grandes mercados bajo su control, expandiendo las grandes redes empresariales transnacionales, creando un poderoso aparato de comunicación, precipitando la declinación de los Estados-naciones en la periferia de los grandes centros capitalistas, y fortaleciendo el rol de los mecanismo supranacionales bajo su control (Foros corporativos, FMI, BM, Grupo de los Ocho, OMC, Consejo de la ONU, OTAN, Comando Sur, instancias judiciales y policiales…) Y a esto han llamado globalización.

Elevar concomitantemente el control y el poder de los medios masivos de comunicación, acentuar su proceso de concentración a favor de las transnacionales del ramo y del capital financiero, avanzar aceleradamente hacia una especie de dictadura mediática promotora de los anti-valores del gran capital y de la competitividad sin límites en todas las vertientes de la vida en sociedad. Reestructurar su ideología, rescatando y endureciendo el llamado neoliberalismo, realmente el neoconservadurismo, dada su utilidad y carácter funcional a este proceso de recomposición del sistema.

Todo esto fue facilitado en el tramo final del siglo XX por el derrumbe de los Estados del llamado socialismo real y por la desintegración de la URSS, consecuencia de una gran crisis estructural del estatismo burocrático, no solo simultánea a la multi-crisis del capitalismo, sino además atizada por él.

Igual esas recetas se siguen aplicando y profundizando en las nuevas fases de este prolongado y destructivo deterioro. Incluso los efectos de la agudización de la crisis de salud están operando como ajustes económicos más drásticos que los anteriormente impuestos a través del FMI y el Banco Mundial; mientras las elites punteras del gran capital se deciden por obtener súper-ganancias y completar procesos de privatización, recolonización y asalto de los patrimonios públicos, recursos naturales e instancias ejecutivas del Estado, relanzando las alianzas público-privadas APPs.

LOS RESULTADOS:

Así la contrarrevolución conservadora impuso en primera fase su hegemonía en gran escala con la ilusión de un mundo unipolar y un dominio irreversible que no ha tardado en desvanecerse en medio de un agravamiento de su crisis de decadencia, desplegada antes y durante la COVID 19; en cuyo contexto las elites mega-capitalistas remodelan sus roles en medio de fuertes fracturas internas, desafíos de potencias emergentes, insumisiones populares y declive de EEUU como otrora potencia absolutamente hegemónica.

De todo esto ha resultado un capitalismo y un imperialismo más moderno en sus áreas de gran acumulación, pero a la vez más bárbaro, excluyente y brutal respecto a la gran mayoría de la humanidad; altamente financierizado, pentagonizado, especulativo y gansterizado; ayudado, entre otros factores, por la volatilidad que le imprime la informática al capital bancario y a todos sus mecanismos de acumulación, control represivo y alienación. Y, en consecuencia, ha determinado la entronización de un sistema de dominación más concentrado y brutal, militarizado, globalizado y violento.

El imperialismo actual está operando como factor privatizador y comercializador de todo lo estatal y social, incluido el ejercicio de la política; y como desesperada potencia agresora en fase de descomposición de poderío.

Pero con lo que no contaban los magnates e ideólogos del sistema, es con lo que ha provocado esa reestructuración neoliberal y esa agresividad.

Parecería que no pensaron que las recetas para salir de aquella crisis estructural generarían una crisis de nuevo tipo, diferente y peor a todas las anteriores, que terminaría debilitando partes de sus fortalezas.

Una crisis múltiple: económica, social, ambiental, político-institucional, urbanística, moral, militar… con características de crisis integral de decadencia de la civilización burguesa; al tiempo de poner en riesgo la existencia del planeta y de la humanidad, lo que genera múltiples rebeldías como contrapartida.

LA CONTRAPARTIDA SE ACTIVA: AVANZA LA TENDENDENCIA A LA INSUMISIÓN DE LOS PUEBLOS.

 A su vez, el empobrecimiento masivo de seres humanos y naturaleza, la inseguridad de vida, la devastadora crisis ambiental, los sufrimientos potenciados, las guerras desatadas, el nivel de la crisis moral, el auge de la mentira y de la delincuencia de Estado, los abusos contra el acervo y la diversidad cultural, el aplastamiento de identidades nacionales y las discriminaciones por género, razas y edad…han dado lugar a una resistencia creciente y a una contrapartida de luchas y rebeldías con profundas potencialidades anticapitalistas y antiimperialistas, y marcada tendencias hacia la insurgencia global; aunque todavía con serios déficits en la conformación de fuerzas transformadoras y de vanguardia que posibiliten articular las rebeldías y crear poderes alternativos.

En América Latina y el Caribe esto se ha transformado en una nueva, intensa y accidentada oleada de cambios hacia la nueva independencia, enfrentada a una feroz contraofensiva imperialista.

 En el contexto de un gran ciclo histórico de luchas, esta oleada de cambios es la primera desplegada en este siglo XXI y la cuarta desatada en los últimos 50 años del Siglo XX: 1-Revolución Cubana y su entorno, incluido Abril 65 en República Dominicana y proceso torrijista en Panamá. 2-Auge de las luchas en el Cono Sur y victoria de la Unidad Popular en Chile. 3-Revolución Sandinista en Nicaragua e insurgencias centroamericanas, salvadoreña y guatemalteca. 4-Revolución Bolivariana de Venezuela con sus ondas expansivas hacia Sur y Centroamérica (Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Honduras, Paraguay, Brasil…).

Esta cuarta ola, aun con muchos retrocesos y avances recurrentes, pinta cada vez más difícil de aplastar y/o contener, tanto por medios políticos como por la vía militar.

 La supervivencia de la autodeterminación y proyectos transformadores de diferentes calibres en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, México, Bolivia… la contundente victoria del proceso constituyente en Chile, las extraordinarias y recurrentes rebeldías político-sociales en Colombia, Haití, Honduras, Paraguay, Brasil, Puerto Rico… marcan tendencias dentro de los altibajos y déficits del proceso continental. Es el prólogo de cambios más radicales y trascendentes.

26-5-2021 // Santo Domingo, RD.

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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